Enviado a la página web de Redes Cristianas
Pasará de morir en la sierra a seguir muriendo en un pueblo de Madrid al lado de su esposa. De todo se aburre uno. Ahora, con su exhumación, no solo aflorarán sus restos, sino sentimientos encontrados. Unos dirán, bendito tú. Otros, maldito él. Y, así, entre bendiciones y maldiciones -si se cumple lo previsto- ascenderá a los cielos de Madrid en helicóptero, para luego descender a los infiernos y seguir cumpliendo su condena eterna.
Al parecer, la ceremonia litúrgica de inhumación la llevarán a cabo un par de ministros de Dios y admiradores del dictador, que disfrazarán de virtudes mentirosas los sangrientos pecados del finado. Dicen las noticias que, los deudos del santísimo generalísimo, quieren enterrarlo con honores, pero, díganme, ¿cómo enterrar con honores a quien careció en vida de ellos?
/ Antoñán del Valle (León)