El legado de Cristo y los primeros apóstoles fue silenciado por una Iglesia que se alejó del pueblo, celebrando en el altar de oro apartado del prójimo. Prefirió la comodidad de jugar a la política y ser ambiciosa, y en vez de separar justos de malditos, decidió separar creyentes y no creyentes.
Pero fue Juan XXIII con su Concilio Vaticano II y el renovador espíritu de José Comblin quienes intentaron superar las cadenas de; la mentira, la corrupción y el privilegio. Pero el Papa, como todos los sacerdotes con ganas de cambio, han sido por un largo tiempo prisioneros de la Curia, pareciera que la administración es más fuerte que el gobernante. La Administración puede impedir cualquier cambio solo por su inercia. ··· Ver noticia ···
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