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QUE ALEGRIA. HACIA MUCHO TIEMPO QUE NO SE VEIA TANTA VIDA EN ESTA CARCEL
Estas eran las palabras que Jony, uno de los encargados del polideportivo en la cárcel de Navalcarnero y preso desde hace 4 años me decía el otro día cuando limpiaba el polideportivo después de que los niños corrieran por allí, jugaran y merendaran. Vida, esperanza, ilusión, proyecto, futuro?? todo eso mezclado con más de alguna lágrima de emoción es lo que vivimos el día 29 de diciembre cuando celebrábamos un año más la fiesta de Reyes en la cárcel. Vida derrochada en cada carrera de los niños que corrían a abrazar a su padres presos, esperanza de que pronto pudieran verlos en la calle y disfrutar de ellos, proyecto de una vida mejor al lado de sus familias y lejos de aquellas rejas y aquellos galerías de sufrimiento, ilusión y apertura hacia adelante en cada uno de los abrazos que todos ese día nos dimos: voluntarios, familias, educadores, funcionarios??
los niños una vez más consiguieron que todos nos sintiéramos iguales, que no hubiera diferencias de cargos o de posiciones, sino que todos pudiéramos disfrutar de lo que nos unía: la alegría de un grupo de personas que se reencuentran y quieren pasar un rato de familia y fraternidad. Los niños consiguieron con sus voces, correrías y espontaneidad que las galerías horrendas de cada día se vistieran de lujo; por unas horas la cárcel fue un lugar de esperanza en vez de sufrimiento, un lugar de mirada hacia adelante en lugar de una mirada hacia atrás llena de culpabilidades. Cuando les decíamos que había sido un jaleo y mucho trabajo para todos, de limpieza y de colocar y preparar todo la frase siempre era la misma: ojalá esto fuera así todos los días, ojalá este derroche de vida fuera siempre, la vida aquí sería muy diferente. Emocionado, y llorando, José Luis, un hombre de unos cincuenta años toxicómano y con muchos años de cárcel a sus espaldas no paraba de decir, a la puerta del polideportivo, con un cigarro en la mano, que los niños siempre hacían la vida diferente allá donde estaban en cada momento. Y de fondo, como siempre, durante todo el día, en todos los momentos, el susurro de Dios, el susurro de un Dios que también niño corría con todos los hijos de los presos y nos decía que si nos empeñábamos podíamos convertir cada día aquel lugar de sufrimiento en un lugar de alegría y de esperanza; un Dios Niño que nos sonreía en cada carrera, en cada sonrisa, en cada grito, en cada apretón?? el susurro de un Dios suave y sencillo que se hizo presente en todo el dia
Comenzamos como todos los años muy pronto nuestra jornada y este año más todavía, porque al ser lunes no habíamos podido llevar los juguetes el día anterior. Quedamos en la parroquia Sagrada Familia a las 9 de la mañana, pero en apenas un cuarto de hora cargamos toda la furgoneta con los juguetes y enseguida fuimos a la cárcel; este día por ser muy especial para todos además de los voluntarios de cada día de la capellanía van gente de la parroquia que también quieren vivir la experiencia, y es también un momento especial porque la cárcel se acerca a mucha gente con toda su dulzura y con toda su esperanza. Llegamos a Navalcarnero y tuvimos que pasar todos los juguetes por scanner de seguridad, y todo iba muy bien hasta que como siempre alguien puso su nota especial: una de las funcionarias con una sensibilidad más bien escasa nos tuvo de acá para allá para los controles de una bolsa con material que llevaba tijeras y utensilios para las cadenetas y los adornos de la fiesta; es curioso porque yo creo que ese día a pesar de intentarlo esta ?persona?? no fue capaz de amargarnos, y de veras que lo intentó. Lo único que consiguió fue que una cosa que podíamos haber hecho en media hora nos llevara más de una hora, pero al fin y al cabo, ella se lo perdió, creo que tiene hijos, con lo que no me gustaría ser uno de ellos porque desde luego: de sensibilidad nula. Y tras ese incidente por fin hacia las once de la mañana pasamos dentro para preparar todo. Hay que decir que sin embargo tanto desde la dirección como desde los trabajadores sociales y sobre todo uno de los educadores que estaba ese día con nosotros todo fueron facilidades
Comenzamos rápido a preparar todo, primero el salón de actos porque el polideportivo estaba ocupado con los muchachos haciendo deporte. Todo fue un trabajo en equipo porque era muy tarde; unos haciendo cadenetas e inflando globos para ponerlos en el polideportivo, otros colocando todos los juguetes en la sala cultural, otros colocando los tronos para los reyes ya adornando todo el salón de actos?? era una familia trabajando en equipo, salieron también quince muchachos a ayudarnos que luego iban a hacer de reyes magos, de pajes, o de papa Noel y entre todos, sin darnos cuenta se pudo hacer todo. Cuando terminó la actividad en el polideportivo enseguida se pusieron las mesas para la merienda, las piñatas, los globos, las cadenetas?? para que todo estuviera a punto. Entre risa y risa, de fiesta, olvidándonos por un momento de donde estábamos conseguimos adornar todo en poco más de hora y media, porque a la 1, cuando ya se iban a comer a los módulos estaba ya todo terminado
Hubo un momento de cierta angustia durante ese rato pero que se solucionó gracias a la humanidad de uno de los educadores que puso mucho énfasis en que así fuera. A la fiesta podían venir niños entre 1 y 10 años, y uno de los muchachos tenía un hijo que cumplió los diez años en septiembre, nadie nos habíamos dado cuenta y de pronto él, conserje de la cultural, al revisar los juguetes vio el de su hija pero faltaba el de su hijo, y es que estaba sin autorizar, pero su mujer y él no sabían nada. Rápido comenzaron las gestiones para intentar que se le pudiera autorizar, y por fin después de llamadas de teléfono y de ir de acá para allá conseguimos la autorización: Isaías, que así se llama el muchacho de la cárcel, no paraba después de agradecerlo porque ciertamente todos los pasamos mal, y desde luego que el educador puso mucho de su parte para intentarlo. Parece que la humanidad y casi el sentido común había vencido a la norma por la norma, si bien es verdad que dijeron desde la dirección que hacían la excepción porque el muchacho tenía una minusvalía.
Hacia la una y media salíamos nosotros los voluntarios de la cárcel para ir a comer al pueblo de Navalcarnero, porque luego teníamos que volver de nuevo hacia las tres y media para acompañar a las familias en los controles. Fue también una comida especial, fraterna, llegaron también enseguida Pablo y Rafa, nuestros payasos de todos los años y también se unieron a nuestra comida. A las cuatro llegamos a la cárcel de nuevo y ya estaban allí todas las familias; el vestuario donde se pasan los controles ya era distinto a otros días, era un hervidero de carreras, de voces y de risas de los niños, iban a pasar en total 40 niños con sus familias, porque algunos pasaban dos hijos de la misma familia. Se pasó el control muy bien porque en esta ocasión había gente diferente a las de la mañana y hacia las cinco menos cuarto, antes que ningún año, ya estaban las familias en el polideportivo.
El momento del encuentro, cuando llegaron los presos, fue muy especial: los abrazos, las risas, las alegrías, quizás muy en contraste con el de la despedida; pero yo creo que todos de momento no pensábamos en el final sino en que nos quedaban tres horas de estar agusto y de disfrutar del momento. Llegó la merienda, el chocolate y los roscones que este año habían hecho con todo cariño los muchachos del curso de cocina de la cárcel; cuando se lo dijimos enseguida dijeron ?para los niños hacemos lo que sea?? y prepararon roscones y pasteles para ellos. Enseguida se crearon corrillos para comentar, hablar, y las familias con los niños y con sus mujeres?? había un ambiente muy especial de familia y de fraternidad; un ambiente que como luego nos dijeron algunas familias ?nos hacía olvidar el sitio donde estábamos??. Niños corriendo, padres jugando con ellos, voluntarios hablando con los presos, con los funcionarios, con los educadores?? no había distinción, TODOS NOS SENTIAMOS FAMILIA; recordé de nuevo las palabras el año anterior de Monasa, el somalí acusado de piratería cuando hizo de Rey mago el año pasado: ?esto es una familia??, y lo decía un hombre que tenía su familia muy lejos, y otra parte de ella había sido asesinada por la guerra. La familia de Navalcarnero y en cada uno de nosotros la sonrisa de Dios?? la sonrisa de un Dios que también es familia y también disfruta con sus hijos y con sus hijas. Muchos de los nos decían que no habían dormido toda la noche anterior pensando en ese momento, que lo deseaban con todo corazón porque no era un vis a vis familiar como otros, era disfrutar de sus hijos en un espacio diferente, poder correr con ellos y jugar, no era meterse en una habitación y estar con ellos dos horas, era disfrutar con ellos como cualquier padre del mundo, jugando, abrazando y acariciando a sus hijos.
En las esquinas del polideportivo, sujetas a las canastas, estaban las cuatro piñatas, la idea era ir hacia allí y tirarlas juntos, pero imposible, los niños como siempre con el imprevisto, fueron corriendo hacia ellas y enseguida tiraron todos los caramelos y chucherías que caían, los más avispados como siempre cogieron más, pero todos corriendo con alegría se agachaban a recoger caramelos y piruletas; eran los reyes de la fiesta, los importantes, y todo estaba en torno a ellos. Eran capaces de sacar toda nuestra ternura y toda nuestra emoción. Y hacia las seis seguimos la fiesta en el salón de actos con el espectáculo de payasos a cargo de Pablo y Rafa. El polideportivo quedó llenó de restos de ?la batalla??, con los globos pocos que quedaban, las cadenetas ya por los suelos, las mesas con los vasos del chocolate.. pero de nuevo Jony se me acercó y mientras lo limpiaba todo me decía que no importaba, que ojala hubiera muchos días así, que ponían un rayo de esperanza en medio de la rutina y la desolación de la frialdad y el dolor de la cárcel.
Los niños se fueron con los padres y las madres al salón de actos, con los payasos a disfrutar de nuevo de ese momento, y los muchachos que iban a hacer de reyes y de pajes fueron a disfrazarse con algunos voluntarios. El momento de los payasos fue también bonito, los niños también con su espontaneidad en ocasiones desbarataban lo que estaba previsto, pero hacia que fuera todo familiar y nada encorsetado, rieron, disfrutaron?? y lo pasaron en grande. Y hacia las siete menos cuarto, por fin visita más esperada: sus majestades los Reyes magos de Oriente iban a hacer su entrada en el salón. Apagamos las luces, pusimos una música de fondo y fueron entrando tirando caramelos a los niños ante las miradas de asombro y de alegría de cada uno de los que allí estaban; era la magia la que nos invadía, era pensar que todo era distinto, era como estar en una especie de cuento de hadas ?? llegaron al escenario allí se sentaron en sus tronos al sonido de la música de fondo y de cantos de alegría. Y después se fue llamando una a una a todas las familias, que iban a recoger los regalos de los Reyes y de Papa Noél; las caras de los niños al llegar a los reyes eran espectaculares como las de cualquier niño, embobados, sin saber qué decir, algunos ya dormidos porque ya era tarde?? pero todos con gran ilusión?? y los presos encantados de hacer pasar ese rato de alegría y diversión a los niños, desde una ternura que en el fondo nos remite una vez más a la ternura y al amor del mismo Dios, una ternura que hace que podamos ?casi tocar a Dios??, por un momento dejaban todo lo que les preocupaba, sus módulos, sus partes, su condena?? y se dedicaban a hacer felices a los niños; fue un momento también como de ?sueño??, no sé que me daba más alegría si ver a los niños sonriendo a recoger los regalos con sus padres y madres o ver a los presos con una sonrisa de oreja a oreja intentando amenizar y hacer felices a los niños; confieso que como siempre en más de una ocasión se me cayeron las lágrimas, al contemplar y ver sus vidas, conocer como conozco sus vidas y ver que a algunos de ellos les queda todavía mucho tiempo de condena?? en algunos momentos me sirvió de oración a Dios mientras después de nombrar a las familias iban con los reyes, fue una oración por cada una de sus vidas, por sus personas, fue un pedir a Dios que pronto pudieran reencauzar sus vidas, que pudieran salir a la calle y comenzar una nueva vida?? fue la oración al Padre por cada uno de aquellos sus hijos desfavorecidos pero llenos de VIDA y de alegría en aquella tarde. Y de nuevo tuve tiempo de agradecer a Dios mi ser cura y haberme puesto en aquel lugar, ??al pie de los crucificados??, como me dijeron en alguna ocasión, y gracias por descubrir que al pie de los crucificados es donde más vida hay, que en el fondo la cruz es fuente de vida porque es fuente de entrega y de amor; en cada niño que iba a recoger los regalos de los reyes estaba el mismo Niño Dios, igual de indefenso, igual de necesitado, que iba a recoger los regalos de aquellos hombres machacados por la vida pero que en ese momento se llenaban de ternura y de esperanza.
Este año terminamos antes de dar los regalos con lo que tuvieron las familias unos veinte minutos para estar con ellos antes de salir de allí y de despedirse de ellos. Fue también muy bonito el que mientras tanto dije que si algún niño quería subir y cantar algún villancico, y los chavales enseguida subieron al escenario y sin problema, micrófono en mano, comenzaron a cantar, uno de ellos, que apenas se veía en el suelo, negro, con el pelo ensortijado y con una desparpajo especial nos cantó la canción ?del pollito?? y nos sacó más de una sonrisa. Yo confieso también que ya este momento no le viví tanto porque ya miraba al reloj y me decía la trabajadora social que nos quedaban apenas unos minutos para la despedida. Los chavales abrieron los juguetes y estaban con los padres?? pero hacia las siete y media lo más duro de toda la tarde: la despedida; tenían que irse despidiendo de sus padres para volver a los módulos.
Ver las caras de los niños despidiéndose de sus padres y sin entender por qué se quedaban allí y no podía marcharse con ellos era rompedor?? asistíamos a un momento duro pero sin duda con el buen sabor de boca de toda la tarde. Y hacia las ocho menos cuarto se fueron primero todas las familias con los trabajadores sociales y nos quedamos allí en el salón los voluntarios con los presos?? era el momento amargo pero a la vez esperanzador?? las voces se habían sustituido por un silencio que lo llenaba todo pero que a la vez era expresión de algo más, de pensar que todo puede ser distinto?? el funcionario los fue llamando a los muchachos para ir a la cena?? nos despedían y nos daban las gracias?? me pregunto qué pasaría por sus corazones, cómo dormirían aquella noche, cuál sería su sentimiento?? ojalá que en lo más profundo de su corazón sintieran la fuerza y el cariño de todos nosotros, y la fuerza y el cariño de Dios, ojalá que en lo profundo de su corazón sintieran que no estaban solos?? y que merecía la pena comenzar de nuevo.
Cuando todos se marcharon y nosotros atravesamos los pasillos de la M-30 todos íbamos comentando lo vivido pero también íbamos quizás un poco tristes; pero con la esperanza de saber que la cárcel se había cambiado. Era mucho el frío que hacía en aquellos horrendos pasillos de hormigón pero estaba lleno del calor de lo vivido; por unas horas la cárcel se había hecho una vez más humana, se había hecho al estilo de Dios, se había hecho desde ese proyecto de humanización que Dios quiere para todos. Y todos coincidíamos en que ojalá esto se pudiera hacer más a menudo; es un esfuerzo grande por parte de todos, es un trabajo en equipo, pero que merece la pena por los resultados: hacer felices a un grupo de niños y de familias en al menos unas horas.
Y al recordar la experiencia del día me venían también al corazón las palabras del papa Francisco, nuestro papa, ? No llores por lo que perdiste, lucha por lo que te queda, no llores por lo que ha muerto, lucha por lo que ha nacido en ti?? no llores por quien se ha marchado, , lucha por quien está contigo?? no llores por tu pasado, lucha por tu presente?? con las cosas que a uno le suceden vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, SOLO SIGUE ADELANTE.?? Era como reconocer que lo importante es que todo se puede cambiar si nos empeñamos, que la vida puede ser diferente si entre todos la hacemos así, que de nada vale mirar al pasado?? en el día de hoy había habido mucho de futuro, mucho de mirar hacia adelante.
Al día siguiente me llamaron por teléfono dos familias para darme las gracias y para decirme que por unas horas se habían sentido diferentes, que habían sido capaces de olvidar donde estaban, que ?parecía que éramos una familia normal disfrutando en una fiesta con sus hijos en la calle??, me decía Mónica, la mujer de Isaías, la madre del muchacho de diez años que casi se queda sin poder ir. Una familia normal, aquello se me grabó, porque me hizo pensar que en el fondo todos somos iguales, que nuestros sentimientos son los mismos, que hayamos hecho lo que hayamos hecho todos somos personas, con un corazón, con un sentimiento, que todos lloramos y reímos, y que todos podemos hacer maravillas y barbaridades. Una familia normal, me alegró que Mónica me lo dijera y me alegró que nosotros hubiéramos hecho posible que se sintiera así.
Un día muy especial, un día de esperanza, un día de ternura, un día de Dios?? un día donde abandonamos por un momento nuestras diferencias y nos unimos en lo que somos: personas necesitadas de cariño y de comprensión. Y eso desde la magia de los niños, desde la magia de su ilusión. Me sonaban las palabras del Evangelio ?si no os hacéis como niños no podréis entrar en el Reino de los Cielos????: Por un momento todos nos hicimos y nos sentimos niños y todos experimentamos el proyecto que Jesús llamó ?El Reino de Dios??. Ojala que la ternura que irradia el ?niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre?? nos de siempre capacidad para ser nosotros tiernos, que la indefensión de ese Niño de Belén nos haga descubrir que Dios cuenta con nosotros, que nosotros somos sus manos, sus pies, su cuerpo??. Y que porque nos necesitamos todos y todas descubramos que JUNTOS PODEMOS HACER UN MUNDO NUEVO, y que todos somos importantes, sea cual sea nuestra raza, sexo, religión o manera de vivir. Nadie es mejor ni peor que nadie, todos nos necesitamos y Dios nuestro Padre cuenta con todos para hacer el sueño de una humanidad nueva y un mundo mejor y más feliz para todos.
Navalcarnero 29 de Diciembre de 2014