Fernando Lugo: un teólogo de la liberación toma las riendas de Paraguay -- N.T.

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El Plural

Dejó el Obispado para encabezar la lucha política en un país flagelado por la pobreza extrema
La historia de Fernando Lugo, actual mandatario paraguayo, bien podría ser resumida como la del obispo que llegó a presidente. Partiendo de las bases sociales y de una ideología tan arraigada en Latinoamérica y en los sectores progresistas de la Iglesia como la Teología de la Liberación, el ex eclesiástico no dudó en poner la religión al servicio de la sociedad y logró lo impensable: destronar al Partido Colorado, apoltronado en el poder tras sesenta años de gobiernos conservadores.

Obsesionado con el reparto equitativo de la riqueza en un país con seis millones de habitantes de los cuales más de un millón vive en la pobreza extrema, Lugo habla sin pelos en la lengua. No teme mancharse las manos por la acción política, no teme el laicismo ?avala el ?crecimiento del laicado consciente??- y no teme el cambio. Desde su perspectiva, la fe debe encaminarse a fines sociales y atender a estos compromisos para propiciar el cambio.

A pesar de su aparente afinidad con el socialismo, el mandatario siempre tuvo claro que la mala prensa de esta corriente en su país podía jugar en su contra. Lugo tropezó por primera vez con este meollo a la hora de denominar al colectivo ciudadano que le sirvió como plataforma política. El dirigente echó mano del guaraní ?lengua indígena- para rodear la cuestión.

Tal como él admite en una entrevista a la revista católica Mirada 21, ?se barajaron muchas posibilidades??, pero al final, se optó por la última frase del himno nacional, donde reine unión e igualdad. ?Estas dos palabras, justicia, equidad, representan una cercanía bastante significativa a lo que se buscaba, para no decir socialismo; porque al menos aquí, en Paraguay, la palabra socialismo tiene una connotación negativa para unos, incomprensible para otros. Así quedó el nombre en guaraní, tekojoja?? que, en resumen, significa algo así como ?todos unidos por una vida en igualdad, una vida en equidad??.

El movimiento se vuelve partido
Este movimiento popular impulsó la candidatura de Lugo, pero para continuar con sus aspiraciones políticas, hacía falta algo más que una plataforma social. El presidente logró aunar más de 20 formaciones y unos cuantos movimientos sociales en la Alianza Patriótica para el Cambio, el partido con el que llegó al poder. Y aunque su debilidad por el socialismo estaba clara, una vez más, el ex eclesiástico optó por eludir la cuestión de cara a la galería, definiendo la formación como de centro izquierda. La cuestión, sin embargo, acabó concretándose gracias a los socios de la Alianza, integrada por grupos como el Partido Revolucionario Febrerista. Este último llevó a Lugo a establecer nexos con la Internacional Socialista, de la que es miembro.

El partido llega al poder
El 20 de abril de este año, la Alianza para el Cambio logró lo impensable: desterrar al Partido Colorado del poder, una formación fundada ya en 1.886 que, de la mano del dictador Alfredo Stroessner, ha tenido el control hegemónico de la política nacional. Lugo obtuvo el 42% de los votos, y logró auparse a la presidencia. Al día siguiente, el antiguo eclesiástico pidió perdón a la Iglesia y solicitó al Papa Benedicto XVI la pérdida del estado clerical y la exención de sus obligaciones, una petición concedida en julio por el Nuncio del vaticano porque «no es compatible su estado clerical con la presidencia de la República».

Cercanía a la Teología de la Liberación
En agosto pasado, finalmente Lugo tomó posesión de la presidencia y, aunque exonerado de sus deberes religiosos, no oculta su cercanía a la Teología de la Liberación, a la que reconoce como su inspiradora en varios aspectos programáticos. ?Lo primero es la opción preferencial por los pobres y los excluidos de los derechos fundamentales para una vida mínimamente digna??, apunta en la entrevista a Mirada 21, citando la máxima bíblica de ?tuve hambre y me disteis de comer??. Pero no todo puede ser teología: ?el compromiso transformador real y estructural ha de pasar, hoy por hoy, por los cauces socio-políticos: económicos, ideológicos y operativos. No hay compromiso cristiano adulto que no atienda ahora a estas dimensiones??, admite. Por ello, Lugo lo tuvo siempre claro. Decidió dejar la religión con una apuesta muy clara en mente: ?Desde ahora el país será mi diócesis??.

La religión al servicio de la sociedad
Una forma de pensar que le lleva a situar la religión al servicio de la sociedad ?y no, como opinaría el sector más reaccionario del clero, al contrario-. ?Las parroquias, como colectivos geográficos, han de ejercer desde el lugar en que están enclavadas el ministerio de la Justicia-Caridad a favor de los necesitados y de los excluidos. Los grupos cristianos más pequeños y más conscientes harán bien en potenciar el ministerio del discernimiento social y económico que nos toca vivir y defender, con toda nuestra historia reciente de pillaje y de manipulación??. En la misma línea, Lugo reserva para los creyentes una triada de pasiones: por el Evangelio por el Pueblo y por la Comunidad.

Convivencia de la política y la religión
Lugo tampoco teme a los laicos ?sus bases, de hecho, están formadas por un grueso entre el que se cuentan sindicatos, obreros y grupos alejados del ámbito religioso-. ?Este camino que iniciamos ahora ha de ser una ocasión y una oportunidad para el crecimiento del laicado consciente y lúcido que asume su responsabilidad política??. Asimismo, tampoco la política debe temer la religión: en su opinión, esta ?es un instrumento eficiente para fortalecer el compromiso de la Fe??.

Cristianos y comprometidos
Según manifiesta el mandatario, conoce el peligro de alterar la tranquila moral cristiana a través de la acción política, pero no lo teme: Lugo siempre apuesta por la movilización. ?Es un riesgo y una apuesta que hemos de asumir necesariamente como una urgencia evangélica. No podemos dejar el ejercicio de esta asignatura difícil pero imprescindible, la de los análisis económicos encaminados hacia el reparto equitativo de la riqueza de este país esquilmado, en manos de los poderosos corruptos y de las oligarquías mafiosas??.

Sin miedo al cambio
?Y nosotros, los cristianos, mientras tanto, no podemos limitarnos a acciones-gestos puntuales y de corto alcance transformador por temor a mancharnos las manos o a alterar la tranquilidad de nuestra conciencia con frecuencia demasiado conformista y pasiva. ¡Y menos apoyándonos en la falsa convicción de que ello no es evangélico!??, afirma. Para muestra, el más cristiano de los ejemplos: Jesús, que orienta sus enseñanzas a la búsqueda del bien y la justicia de todos.