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o ¿Hembrismo vs Machismo?
Si esto es machismo, revisen su entendimiento las feministas…
Afirmo que mi punto de partida, siempre, es la teoría de las inteligencias múltiples. Es más, mucho antes de conocer la Howard Gardner, mi inteligencia la había presentido y creado también, aun sin estructurar. El caso es que va siempre implícita en mí razonamiento. Pues bien, aparte esa teoría, sostengo que la mujer tiene no sólo las mismas capacidades y aptitudes que el hombre, es que es superior en inteligencia global, la inteligencia unitariamente considerada que todos reconocemos como tal.
En primer lugar, nunca pierde contacto con la tierra.
En segundo lugar, carece de la “debilidad” de propender a la elucubración pura, la filosófica, que nada práctico resuelve y no pasa de ser un ejercicio mental.
En tercer lugar, la agresividad, la física, no es intrínseca a su carácter: por su iniciativa, ni hace la guerra ni la propicia.
En cuarto lugar, su flexibilidad mental es notablemente superior a la del hombre: su habilidad comunicativa le permite pasar de un asunto serio a otro trivial y a la inversa, con mucha más facilidad que al hombre. Y eso neutraliza la agresividad.
En quinto lugar, su simple unción a una eventual maternidad, la sitúa por encima del hombre quien, para compensar esa propiedad biológica de la que carece, necesita crear de mil maneras; pero es que a la mujer la opción de la maternidad no la impide participar de la misma clase de creatividad en todas direcciones que maneja el hombre. Luego suma…
En sexto lugar, y en cuanto a la violencia física, lo mismo que el abuso de poder, que es violencia moral, provoca reacciones de violencia material en la sociedad, la violencia moral acumulada a lo largo del tiempo ejercida por un componente de la pareja sobre el otro, a menudo es la causa de la causa de la violencia física del más primario de los dos: ordinariamente el macho.
En sétimo lugar, dirigir o gobernar son opciones más propias de la ambición directa que de la idoneidad. La mujer no se siente especialmente atraída por ambas responsabilidades. La mujer prefiere influir a gobernar. Ejercer influencia sobre otros no apareja responsabilidad.
Por último, la posibilidad de que un hombre domine a una mujer palidece al lado de su contraria.
Con ello se cierra el círculo comparativo hasta ahora abierto, entre mujer y hombre. del que resulta la supremacía de la naturaleza femenina sobre la naturaleza masculina. Y con ello resulta que, más allá de la igualdad social y de todas clases deseables en una sociedad que se precie entre los dos sexos, y aun entre todos los sexos, la superioridad de la mujer sobre el hombre no precisa declararse institucionalmente. Ni aquí, ni en ningún sitio. La ostenta ella y brilla como la luz del sol…
Queden tranquilas, pues, las feministas y atemperen su estilo y sus reivindicaciones, alguna de ellas absurdas, porque las desmerecen y, además, no tienen destinatario. Pues la parte de la sociedad inteligente reconoce la superioridad de la mujer sobre el hombre, y a la parte necia de la sociedad que la niega no merece prestársele atención pues su supremacía ontológica, la del ser, entre los dos sexos es una obviedad…
19 Julio 2021