Felices Pascuas de Resurrección 2.013 -- Mario Mullo Sandoval – Rosa Leiva Valles, Presidentes de la Asociación Nacional Yahuarcoha de Quito (Ecuador)

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Saluda cordialmente a los hermanos presbíteros casados y a sus familias, en este día importante que celebramos la resurrección de nuestro Maestro Jesús.
Queremos compartir esta breve reflexión que hemos hecho en nuestra comunidad.
La resurrección de Jesús nos enseña que debemos tener la fe y la esperanza de que también nosotros resucitaremos. Y ahora, debemos resucitar a una vida mejor mediante la aceptación de Jesús en nuestro corazón y la contribución con todos los que trabajan por pasar de los signos de muerte a una vida mejor y de bienestar social.

La resurrección de Jesús, individualmente, nos invita a dejar todo lo que percibe a muerte, como; el egoísmo, el orgullo, el ego, la indiferencia, el quemimportismo, la mentira, el poder. Resucitar al servicio, de la comunidad, de la familia, mediante los valores de la humildad, la sencillez, la compasión, la misericordia, la solidaridad, la unidad, la paz.

Comunitariamente, nos invita a renunciar al pecado social, de la dominación y la explotación del trabajo de nuestros hermanos. También dejar a un lado la segregación social, la xenofobia, la mentira, la demagogia, el dogmatismo, la guerra. Resucitar a una vida consagrada al servicio a los más débiles y pobres, a la solidaridad con los que sufren toda clase de injusticias, enfermedades, agravios, marginación. A sembrar la justicia para que haya paz. A compartir, lo mucho o poco que tenemos con los necesitados.

La resurrección de Jesús, nos convoca a no perder la esperanza de los cambios que se están dando en nuestro medio. A resucitar a mejores días mediante nuestro trabajo personal y comunitario, de manera especial dedicado a los más pobres, como nos enseña Jesús y ahora nuestro Hermano el Papa Francisco.

La resurrección de Jesús nos convence, de que El es el camino, la verdad y la vida. De que estamos por el camino de la construcción del reino de Dios, que tenemos que construirlo en la tierra, en nuestro medio, mediante el cumplimiento de la ley y una vida justa, que se resume en el amor a Dios y al prójimo, como a nosotros mismo.