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Evangelio del 31 de Mayo: Domingo de Pentecostés -- José María Castillo, teólogo

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Somos Iglesia Andalucía

Jn 20, 19-23
“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y diciendo esto, les enseño las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

1. El evangelio del domingo de Pentecostés relaciona esta fiesta con tres hechos fundamentales: 1) el Resucitado se hace presente a su comunidad mostrando “las manos y el costado”, es decir, las señas de identidad de la resurrección son las llagas del que ha muerto como víctima: 2) Jesús envía a los discípulos a continuar la misma misión que él ha cumplido y que ha dejado sus huellas en las llagas; 3) de la misma manera que Jesús, al morir, “entregó el espíritu” (parédoken to pneuma) (Jn 19, 30), ahora les dice: “Recibid Espíritu Santo” (lábete pneuma gion) (Jn 20, 22). Cuando Jesús se va, en su lugar, deja el Espíritu.

2. A partir de Pentecostés, inicia su andadura la comunidad de creyentes en Jesús, que, con el paso de los años, se auto-denominó Iglesia. Esta Comunidad-Iglesia vive sobre la base de tres principios que la constituyen: 1) la memoria de Jesús, “memoria subversiva” del Crucificado y Resucitado; 2) la presencia del Espíritu, que la conduce y le enseña progresivamente la verdad plena; 3) el ministerio apostólico, testigo del recuerdo, la vida y las enseñanzas de Jesús.

3. En la Iglesia de todos los tiempos se ha dado la tentación constante de centrarlo todo en el ministerio como testigo de Jesús y su Evangelio. Cuando se hace esto, se incurre en lo que bien ha sido denominado como el “cristomonismo” = Cristo – Apóstoles (Y. Congar), es decir, en la práctica se prescinde del Espíritu o, lo que es lo mismo, se “supone” que, en toda actuación ministerial o jerárquica, está presente y operante el Espíritu, lo que equivale de facto a anular su presencia.

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