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Evangelii Gaudium, un Largo Adviento para Renovar la Iglesia -- Marco Antonio Velásquez Uribe

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Reflexion y Liberacion

El lenguaje profético del Papa, tantas veces escuchado en Santa Marta o en otras alocuciones públicas, esta vez suena con el rigor de un documento…(Marco Antonio Velásquez).
No es casual que el papa Francisco haya publicado su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium en la Solemnidad de Cristo Rey. La fecha insinua un renovado impulso por construir el Reino, marcando además el inicio de un nuevo tiempo para la Iglesia. Un tiempo distinto, definido por un sentido de urgencia escatológica, que introduce a la Iglesia en un largo Adviento; que espera el compromiso de todos los fieles cristianos para lograr una verdadera conversión pastoral que permita compartir con el mundo la alegría del Evangelio.

Siendo amplio el contenido de la exhortación del papa, todo el desarrollo apunta a un objetivo esencial, ya insinuado en el nombre del documento; cual es ayudar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a vivir la plenitud de la vida, porque “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” (EG 1).

Evangelii Gaudium sintetiza el mayor servicio que la Iglesia puede prestar a la humanidad: iluminar los caminos que conducen a una mayor plenitud de la vida humana, para cuyo fin la nueva evangelización es el medio para conseguirlo.
El papa explicita un proceso pastoral que incluye la transformación misionera de la Iglesia, la toma de conciencia de la crisis del compromiso comunitario -donde expone los desafíos que plantea el mundo actual y las tentaciones que afectan a los agentes pastorales- y el anuncio del Evangelio, etapas que conducen a descubrir la dimensión social de la evangelización. En este contexto expone magisterialmente la novedad de que el primer anuncio (el kerigma) tiene consecuencias morales y sociales ineludibles para los cristianos.

Tal vez sea éste el aspecto más llamativo de la exhortación del papa, porque establece el puente de la fe con la vida, de la espiritualidad con la misión, dejando en evidencia el rasgo ignaciano de la espiritualidad del papa; “ser contemplativo en la acción”. Una acción que tiene el sello distintiva de que “cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres”. (EG 187).

Si bien el documento recoge rigurosamente el magisterio social de la Iglesia, tiene un valor interpelante inusual, porque deja poco espacio a la excusa de quienes, siendo cristianos, persistan en vivir tranquilos en la comodidad de la indiferencia. De ahí que, a partir de la Evangelii Gaudium, la conversión personal y pastoral resulta ineludible para un cristiano honesto.

El lenguaje profético del papa, tantas veces escuchado en Santa Marta o en otras alocuciones públicas, esta vez suena con el rigor de un documento pontificio que remece y despierta la conciencia humana personal y comunitaria. Aparece el llamado del papa como una voz hostil que cuestiona el estilo de vida y los fundamentos de una sociedad de consumo alienada, construida a base de pecado. De ahí que, viviendo en la era de las comunicaciones sociales, la exhortación apostólica sea silenciada, constituyendo ello un veraz testimonio de la mezquindad de quienes ven en esta carta un peligroso atentado contra privilegios personales y sociales. Se configura en ese silencio la maldad de negar la difusión de la esperanza del Reino que el papa Francisco actualiza para los pobres de este mundo, con el agravante que “estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas” (EG 198).

Recorriendo toda la Historia de la Salvación y el magisterio de la Iglesia, el papa Francisco concluye con justicia que “el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que Él mismo «se hizo pobre» (2 Co 8,9)” (EG 197). De ahí brota esa “opción preferencial de la Iglesia por los pobres”, una opción que ayer fuera distintiva de la Iglesia Latinoamericana y que hoy es sello de la Iglesia Universal.

Al comienzo de este largo Adviento sólo cabe colaborar para que, junto con el papa Francisco, se puedan sentar las bases de esa Iglesia pobre para los pobres.

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