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CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA UNI?N EUROPEA
«Los pueblos de Europa, al crear entre sí una unión cada vez más estrecha, han decidido compartir un porvenir pacífico basado en valores comunes. Consciente de su patrimonio espiritual y moral, la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y se basa en los principios de la democracia y el Estado de Derecho. Al instituir la ciudadanía de la Unión y crear un espacio de libertad, seguridad y justicia, sitúa a la persona en el centro de su actuación».
Este es el inicio de la «Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea», en el que aparecen nítidamente los principales valores que los fundadores de la UE quieren que inspiren y conformen la Unión. Ya sabemos que la idea de la Unión Europea nació mucho antes, a raíz de la decepción y del fracaso de la 2ª guerra mundial. En este sentido, con cruciales los años que van desde 1946 al 1959. Pero no quiero ahora hacer una historia de la UE, sino destacar sus principales valores, y contrastarlos con lo que está sucediendo ahora con uno de sus miembros.
Los valores destacados son: dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y se basa en los principios de la democracia y el Estado de Derecho. Y termina con esta verdadera salvaguarda y garantía del cumplimiento de estos valores: poner como centro y protagonista a la persona. Y así termina el párrafo: «Al instituir la ciudadanía de la Unión y crear un espacio de libertad, seguridad y justicia, sitúa a la persona en el centro de su actuación».
No voy a hurgar en todos las actas y tratados, o pronunciamientos que a través de la Historia ha ido produciendo la Unión Europea. Pero basta lo que ya he recordado. Es verdad que no se habla explícitamente, en los días de la fundación, de los posibles inmigrantes que acudan al señuelo de l que ofrece Europa: una tierra de promisión para los que viven en infiernos de injusticia, miseria e indignidad. Pero tampoco hacía falta esa explicitud, después de macar bien los valores, y de poner en el centro de las leyes, de la convivencia, y de la preocupación política a la persona. Porque en las lenguas europeas, en todas, persona dice referencia a cualquier ser humano. Así la primera acepción del diccionario de la RAE es, «individuo de la especie humana», y para el derecho, «sujeto de derechos».
Los propios conceptos, expresados inequívocamente por las palabras, nos llevan a la conclusión de que, aunque no se dijera nada de los derechos de los inmigrantes, (pero el Derecho internacional sí que proclama claramente el derecho de los «Refugiados»), la propia definición de persona, que es lo que pone en el centro la UE en una de sus actas fundacionales, hace que cualquier «individuo de la especie humana», sea del país que sea, o venga de donde venga, es «sujeto de derechos».
Todo lo anterior parece que lo entienden así, e intentan cumplir, los pueblos de la Unión Europea, si bien con altibajos, porque no todos tienen la misma sensibilidad, ni la misma confianza en sus posibilidades, ni todos los pueblos la misma seguridad den la respuesta de sus ciudadanos. Todo esto es comprensible. Lo que no lo es, y causa indignación, y en muchos casos, rabia, que ya estoy oyendo a muchos de mis parroquianos, es la actitud no solo xenófoba, sino filo nazi, del Gobierno de Hungría, y algunos, o muchos, de sus ciudadanos, por lo menos, los que votan al actual presidente Viktor Orbán, que por sus palabras, obras y actuaciones socio políticas, si no lo es, parece del todo un líder nazi. Y esto es algo que la UE, que nació como respuesta a la tragedia europea, dividida por nazismos, fascismos y comunismos, no puede de modo alguno tolerar. Así que desde estas pobres líneas pedimos, si alguien nos oye, que la dirección de la UE de primero una seria señal de alerta y alarma al gobierno húngaro, y su persiste en su actitud inaceptable de abuso de derechos (el trabajo obligado de sus presos es otro magnífico ejemplo para añadir a la colección de Orbán. ¿No se llamaba eso, y aun se llama, «trabajos forzados»?)