Esther Vivas
Entrevista para el semanario griego Ephoi
Esther Vivas es miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universitat Pompeu Fabra y de la redacción de la revista Viento Sur.
-¿Cuál es la situación hoy en las plazas del Estado español?
Desde el 15M se formaron un gran número de acampadas y asambleas en muchas plazas no sólo de las grandes ciudades sino también de ciudades medianas. Algunas son muy recientes y otras llevan ya cuatro semanas. Las ocupaciones de plazas se han convertido en un símbolo referencial y también en un altavoz de las movilizaciones sociales.
Después de varias semanas de acampadas, estamos ya al final de esta fase y las principales acampadas se están reestructurando o empezando a levantar. El objetivo es marcar los tiempos y pasar a una siguiente etapa desde una posición de fuerza. Hay que saber gestionar el éxito conseguido para seguir avanzando y no entrar en un declive sin fin de las acampadas.
El movimiento tiene una corriente de simpatía popular evidente y va mucho más allá de las miles de personas movilizadas en las plazas. El desafío es poder preparar una agenda de movilizaciones a medio plazo para propulsar hacia adelante la fuerza conseguida en las plazas y transformar las simpatías de la población en movilización en la calle. Hay que reforzar también las asambleas en los barrios e intentar conectar con los sectores más combativos de la clase trabajadora. El 19J hay convocadas manifestaciones en varias ciudades del Estado español y el 14/15 movilizaciones ante el Parlament catalán durante el debate sobre los presupuestos. Este es el próximo reto inmediato.
-Muchas plazas de Europa están siendo ocupadas. ¿Qué piensas al ver esto?
Me parece que estamos ante el inicio de un nuevo ciclo internacional de movilizaciones. En cierta forma me recuerda el comienzo del movimiento antiglobalización hace ya más de una década después de Seattle, cuando las protestas se expandieron internacionalmente.
Estos intentos de ?globalizar las resistencias??, a partir de lo que está pasando en el Estado español y anteriormente con las revueltas en el mundo árabe, son muy esperanzadores. Nuestro reto es internacionalizar las resistencias frente a la crisis y por ello habría que ir hacia una día de acción global. Lo que pase en Grecia, el país europeo donde las luchas han sido más fuertes hasta ahora, será también muy importante para el futuro.
-¿Cuáles son las características comunes de las acampadas?
Las acampadas han unido a una gran diversidad de personas. Muchos de sus participantes son jóvenes que están haciendo sus primeras experiencias militantes, al lado de activistas ya experimentados. Políticamente son muy plurales y el perfil de cada acampada es variable. En sí mismas representan un gran aprendizaje colectivo, en términos de organización, funcionamiento y maduración política. La mayoría funcionan con comisiones de trabajo temáticas y con una asamblea general donde se toman las principales decisiones.
-Mucha gente piensa que la principal razón que ha empujado a la gente a las plazas con tanta pasión es haber superado el miedo. ¿Cómo lo ves?
Creo que hay dos aspectos entrelazados. Primero, la pérdida del miedo. Segundo, el fin de la resignación y el escepticismo. Hasta ahora había dominado el desánimo. Mucha gente estaba indignada frente a la crisis y las políticas actuales, pero también estaba muy desmoralizada y pensaba que luchar no servía para nada. En Europa la gente, desde hace tres décadas, sólo ha conocido derrotas. En este sentido, las revueltas en el mundo árabe han demostrado que es posible cambiar las cosas, que ?sí se puede?? y que movilizarse es útil.
-¿Cómo puede la izquierda situarse ante este movimiento?
La izquierda anticapitalista debe de estar, y está, presente en este movimiento, aportando sus propias ideas y, sobretodo, aprendiendo de la vitalidad y la fuerza del mismo. Todo lo que está pasando ha sido una sorpresa para las y los activistas de la izquierda política, social y sindical, después de dos años y medio de crisis y de pasividad. Esto representa una oportunidad histórica.
-Democracia real es la demanda común en las plazas. Hoy, en medio de la crisis económica, ¿cómo podemos interpretar esta demanda?
La idea de ?democracia real?? expresa el malestar de fondo hacia una clase política privilegiada, supeditada a los intereses económicos y financieros, así como la indignación frente una elite económica que busca aprovechar la crisis para reforzar su posición social y sus mecanismos de dominación.
El concepto de ?democracia real?? es amplio y difuso, y en su interior caben múltiples propuestas y enfoques. Es importante que no se quede en simples demandas superficiales y que, manteniendo el consenso y la unidad del movimiento, sea posible elaborar propuestas concretas de hondo calado, que cuestionen el grueso de las actuales políticas y del modelo económico y social.
-Lo que está pasando, ¿cómo puede generar esperanza ante la dominación de los mercados?
La sola emergencia del movimiento es ya en sí misma motivo para la esperanza. Y es necesario que se fortalezca, que se coordine mejor, tanto a escala estatal como internacional, y que podamos conseguir alguna victoria concreta que permita seguir acumulando fuerzas. De todos modos, éste marca un antes y un después en la vida política y social en el Estado español y ya nada volverá a ser como antes.