La revolución le llega desde su propia patria. Desde Alemania y en alemán, 144 teólogos (algunos de renombre) piden al Papa alemán, Benedicto XVI, un cambio de rumbo radical en el timón de la Iglesia católica. Un cambio en profundidad, que no sólo afectaría, según los firmantes del manifiesto, al celibato de los curas o al acceso de la mujer al sacerdocio, como subrayan los medios de comunicación, sino que apuesta por volver a recentrar el péndulo eclesial, por regresar a la Iglesia abierta, dialogante y samaritana. En definitiva, a la Iglesia de la Gaudium et Spes, a la Iglesia del vaticano II.
Un documento de calado, que está llamado a provocar todo tipo de reacciones. Con efecto contagio o sin él, es porevisible que otros muchos teólogos, en otras partes del mundo, se sumen al manifiesto. O hagan otros parecidos. Los que puedan y no teman represalias. Porque el clamor de un recentramiento eclesial ya no se puede parar. Por mucho que los ultracatólicos bramen y quieran seguir llevándonos a la extrema derecha, rayana en el fundamentalismo. La asfixia es tal que el Papa abre un repiradero (una ventana, mejor)o nos ahogamos todos.
Un clamor generalizado entre teólogos (la élite intelectual) y fieles al Papa teólogo e intelectual, que quizás sea el único preparado y capaz de operar esa reorientación sin traumas ni conflictos severos. Para volver a ilusionar a clérigos y fieles. Para inaugurar una nueva primavera eclesial. Para poner el reloj de la Iglesia a la hora actual y respetar dentro todos los derechos que proclamamos hacia afuera.
Tiempo habrá de examinar en detalle el manifiesto. Ahora, desde aquí y dentro de nuestra humildad, nos sumamos a este manifiesto. ¡Ojalá en la Curia no se le descalifique de entrada y sin escuchar su voz! ¡Ojalá Su Santidad lo tenga en cuenta y responda! Y sin tardar mucho. De lo contrario, la sal puede volverse insípida y el catolicismo dejar de tener capacidad de penetración e influencia en el mundo. Es decir, capacidad evangelizadora.