Estado de perplejidad: ¿el huevo o la gallina? -- Ramón Alario

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Moceop

La palabra (perplejidad) suena algo rara; pero la realidad a que se refiere, es, tristemente, bastante actual?? Discutimos con cierta frecuencia sobre problemas que no parecen tener respuesta: ejemplo típico, ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Y también sobre otras cuestiones de mayor actualidad e importancia: ¿quién ha provocado esta crisis? ¿Quién debe pagarla? ¿Cómo se sale de ella?…

Son preguntas ante las que dudamos; tal vez, ni siquiera nos atrevemos a aventurar una respuesta: estamos hechos un lío. Han conseguido que no entendamos casi nada?? No es sólo la duda: es perplejidad; se ha apoderado de nosotros la confusión, la incapacidad de resolver el problema. No sabemos qué decir, en definitiva.

Y es que, cuando nos referimos a la crisis -de continuo, en estos últimos años- la confusión, la dificultad para expresar lo que sentimos o formular una opinión razonada llega hasta el extremo de que las mismas palabras (crisis, deuda, responsables, austeridad, recortes??) parecen haber perdido su sentido original?? Es como si, en el ejemplo sobre las dignísimas aves de corral, las palabras huevo y gallina cambiaran de significado caprichosamente, pues quienes nos hacen la pregunta, al huevo lo llaman gallina y a la gallina, huevo, según convenga. Veamos algunos ejemplos.

Hablamos de la Unión Europea (uno de los ejemplos de democracia para el mundo) y ninguno de nuestros políticos (algunos de ellos, que cobran de nuestro dinero, están elegidos para defender nuestros intereses y representarnos en Europa) cuestiona públicamente qué democracia es ésa que permite que dos personas (que dirigen a los dos estados más poderosos) dicten lo que todos los demás debemos hacer: ¿una democracia no democrática en sus procedimientos?

Votamos a miles de políticos para que nos representen: viven de nuestro dinero, gozan de privilegios que ninguna persona normal disfruta, dicen actuar en nuestro nombre y hasta deciden lo que quieren cobrar, sin consultarnos; y a la hora de expresarse en el parlamento, congreso, ayuntamientos?? actúan con la disciplina de voto: votan y aplauden cualquier cosa a condición que la diga uno de su grupo, aunque sea una tontería. Para actuar de forma tan poco razonable, bastaría una sola persona con un valor de su intervención proporcional a los votos conseguidos: la fórmula nos saldría más barata?? ¿Unos representantes del pueblo para cumplir consignas de su partido?

Hace unos años la crisis o no existía o toda la culpa era de ZP (incluido, por supuesto, en el colectivo político antes aludido); y ahora esa misma crisis se ha convertido en una de las peores que hemos padecido, y exige que todos arrimemos el hombro?? ¿No existía pero existe, todo era problema de un político y ahora es de todos?

Nos repiten una y otra vez que la crisis la hemos provocado todos y que debemos pagarla todos; pero esos recortes o rebajas apenas han repercutido en las grandes fortunas, en el ejército, en la Iglesia católica, en los políticos, en los banqueros?? ¿Puede la palabra todos ser entendida como todos-pero-no-todos? ¿En qué quedamos?

Los recortes han pasado a ser racionalización de recursos y, además, tienen la poderosa y extraña magia de no repercutir en la calidad de los servicios prestados. En fin, ahora resulta que consenso, participación, negociación significan aceptar lo propuesto por quien gobierna, que no será tocado en lo fundamental ni tiene posibilidad de ser discutido o cuestionado por otras formas de entender el problema y buscarle soluciones?? ¿Es posible consensuar sin más que una solución cerrada de antemano? ¿Para cuándo unos políticos que sean capaces de plantearse juntos los problemas comunes, de todos, y estudiar, sin posturas prefijadas, cómo se pueden solucionar, solicitando las opiniones necesarias de especialistas? ¿Qué es debatir para consensuar?

También hemos de tragar que, facilitando el despido generamos puestos de trabajo y que echando trabajadores de los servicios sociales necesarios se crearán empleos. O que, asumiendo las deudas de la banca privada, lo que hacemos es nacionalizar esos mecanismos económicos; y, al tiempo, se venden empresas públicas para ahorrar. ¿Por qué decisiones contrarias -vender, nacionalizar- sirven para ahorrar?) ¿Interesa nacionalizar empresas o sólo se nacionalizan las que tienen pérdidas?

Hoy no es sólo un problema la tremenda crisis en que nos han metido; ni que no sepamos muy bien por dónde y cómo se puede salir de esto; ni que estemos hechos un lío y no entendamos a quienes nos gobiernan. Hay otro problema más de fondo: en muchas cuestiones básicas, las palabras utilizadas están perdiendo su sentido, se les está despojando de su contenido normal. Y así, no sabemos ya qué es el huevo y qué es la gallina??

A los recortes no les llamamos por su nombre, los despidos son medidas necesarias para crear puestos de trabajo, la disminución de servicios básicos es desde hace algún tiempo racionalización de recursos??

¿Cómo vamos a poder, así, opinar sobre la respuesta correcta a la malvada pregunta que nos ronda a todos: cómo salir de la crisis? Claro que, a lo peor, lo que se pretende es precisamente eso: que las personas normales -no especialistas- no entendamos nada, no podamos opinar con fundamento sobre cosas importantes que nos afectan y mucho. Estamos sumidos en la perplejidad. Aunque así, todo puede ser más sencillo, hay un problema menos: la indignación podrá ir bajando de temperatura y convertirse en pasotismo por ignorancia.

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