Espiritualidad Mundana -- Borja Aguirre

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Hoy en día se habla mucho de laicidad, tratando de definir (¿todavía andamos así?) cuál debe ser la relación entre la Iglesia y el Estado, la relación entre creyentes y no creyentes. Pero me pregunto si, dentro del marco propio de la comunidad cristiana nos hemos tomado realmente en serio, y con radicalidad, lo que significa ser laicos y laicas en nuestra relación con Dios.

Para la persona cristiana, la laicidad se ha definido como ?no tener órdenes clericales?. En el fondo, estamos diciendo lo mismo que expresa, con esa palabra, una persona no creyente: que el lugar donde vivir nuestra fe, nuestras creencias, no es la Iglesia, sino el Mundo, toda la Realidad.

Quizá el gran reto de nuestra época no sea político, económico, filosófico o teológico, sino teologal: resolver el problema de la presencia de Dios en el Mundo. Y no es algo tan sencillo como pudiera parecer. O quizá sí.

Me gusta la palabra ?mundana? porque viene de mundo, hace referencia a las cosas de este mundo. Pero sobre todo me gusta porque se ha utilizado históricamente en contraste con las cosas ?elevadas? o ?espirituales?; la definición ?espiritualidad mundana? parece ser una contradicción en sí misma. Sin embargo, creo que expresa muy bien la espiritualidad que, precisamente en estos comienzos de siglo, venimos necesitando. Una espiritualidad de Dios en el Mundo.

– Oye, que yo soy del Neo Movimiento Cristiano del Carisma Arrebatado y hace tiempo que sabemos eso, que a Dios se le encuentra en las cosas sencillas, en el día a día, en el trabajo, en la familia, etc.

Hum, tienes razón, tampoco tenía intención de estar inventando la rueda. Pero yo te preguntaría algo: ¿crees que hay partes o lugares de la realidad donde no está Dios? He visto muchos grupos que encuentran a Dios en todo lo cotidiano?? con condiciones: ?Hay que tener cuidado de no despistar al alma del camino recto, y esquivar continuamente el ?pecado?, las tentaciones, aquellos lugares donde actúa el demonio??.

He observado con curiosidad que para muchos grupos cristianos, el demonio, satanás, o como se le quiera llamar, es una realidad muy real, y con un poder y una iniciativa muy grande. En algunos colectivos casi se habla mas de Satán que de Dios. Seguimos viviendo en dos realidades: una sagrada, buena, de Dios; y otra ?mundana?, llena de pecados. Curiosamente, por cierto, los pecados más gordos y terribles son los relacionados con la sexualidad, un tema que prácticamente no aparece en los Evangelios. Quizá los autores se despistaron.

– Oye, que la Teología de la Liberación hace tiempo que habla de ?bajar a Dios al mundo?.

Pues sí, y creo que es la mayor novedad religiosa y espiritual del tiempo que me ha tocado vivir. Tanto es así, que sospecho que otras religiones están hojeando los textos de teólogos y teólogas cristianas, para adaptar sus espiritualidades al mundo de hoy y a las tareas que están por hacer.

Ahora bien, a veces pienso que todavía hay pasos que dar. No soy teólogo y no me atrevo a hacer propuestas concretas, pero la intuición me dice que todavía se puede radicalizar algo más. Me refiero a que desde la Teología de la Liberación también se ha vivido generalmente como en dos mundos separados: por un lado el Reino de Dios, en fase de construcción, y por otro las ?estructuras de pecado?. Es un avance, hablar de estructuras, en lugar de pecados individuales; pero sigue habiendo una parte del mundo, de la realidad, en la que no está Dios, que no se acepta, y contra la que hay que luchar.

Y seguimos viendo el mundo como una lucha, una batalla contra aquellas partes de la realidad que son el Mal, o lo Sucio, o lo Animal, que tenemos que aprender a manejar y controlar.

¿La propuesta? Aceptar la Realidad, toda la Realidad, como el lugar donde encontramos a Dios. Aceptarnos a nosotros, nosotras, con defectos de fábrica y todo; contemplar con serenidad los avances y retrocesos del mundo: los foros sociales y las guerras, los santos y los criminales. Confiar siempre, quitarse miedos, llevar linterna para la noche.

No es fácil, a cada minuto volvemos a sacar nuestro Yo dominador, piloto, jinete, intentando controlar y dominar la situación. Ese Yo dominador nos pregunta, por ejemplo, con astucia: ?¿Aceptar la realidad significa aceptar el mal?? La respuesta, magistral para variar, está en el Evangelio, en una de esas frases mágicas que resume todo su contenido: ?Amad a vuestros enemigos?. ¿Os habéis fijado en que Jesús no dijo ?no tengáis enemigos?? No, dijo: amad a vuestros enemigos. Sed críticos con la realidad, denunciad públicamente a las personas que hacen daño a otras. Probablemente esas personas os perseguirán, y se considerarán enemigas vuestras; pero amadlas. De hecho, solo el amor cambia las cosas. Y solamente aceptando la Realidad encontramos la fuerza y el ánimo para seguir cambiándola.

No hay nada sucio, ni despreciable. Mucho menos Males Absolutos. Es cierto que a veces la vida no es fácil, pero Dios está actuando siempre ahí, delante de nuestras narices, y al final del día siempre hay un montoncito de cosas que agradecer. En nuestras heridas personales, en los sótanos oscuros del Mundo, es precisamente donde Dios se está empleando más a fondo.

La vida no es una historia épica como el Señor de los Anillos. Tiene más bien un toque cutre y vulgar. Hace pocos años que hemos bajado a Dios al Mundo, supuestamente para que nos ayude a que este mundo no sea tan cutre. Pero quizá va siendo hora de subir el Mundo a Dios, divinizarlo un poco. Divinizar lo vulgar.