Enviado a la página web de Redes Cristianas

Ahora que los programas estrella de entretenimiento descansan por vacaciones, nos quedan los maratones televisivos de niños muertos en Gaza, los cuerpos mutilados caídos del cielo en Ucrania, los reiterados atentados en Irak o la guerra civil en Siria. Todo un espectáculo macabro para nuestros ojos y nuestros estómagos, hartos ya de tanto sinsentido y sinrazón.

Espectáculo al que quizás nos estemos acostumbrando, pues estas imágenes, aunque cercanas, nunca alcanzan a salpicarnos físicamente de sangre inocente. Si por un casual estuviéramos comiendo, ya no vomitamos al observar la siega de vidas y el sufrimiento de nuestros semejantes. Contemplamos las guerras y la muerte en directo y seguimos impasibles, sobre todo la comunidad internacional que puede hacer mucho y apenas hace nada debido a la maraña de intereses que postergan las soluciones y los compromisos.

Pobre mundo si por un casual nos hubiéramos vuelto indiferentes, o, peor aún, si nos estuviéramos deshumanizando. Pobre futuro nos espera si este espectáculo de muerte no nos conmueve y no nos hace levantarnos del sofá como un resorte dispuestos a cambiar el mundo; dispuestos a poner fin a la barbarie.

. Valladolid