España controvertida -- Andrés Ortiz-Osés

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Que España anda dividida y controvertida está a la vista. De nuevo sufre en sus carnes heridas y moratones, moratorias de afectos, desgarros políticos y engorros sociales, desencuentro consigo misma. Es la piel sufrida y elástica del viejo toro, la península compuesta de ínsulas, reinos de taifas o regiones. Lo peor es cuando la España controvertida se convierte en contra/vertida o vertida en contra.

Pues que España ande controvertida no es tan malo, significa que está viva y colea, que jalea
esto y critica lo otro, que no está muerta. Caro Baroja decía que las paredes de
nuestra democracia deben poder aguantar las diferentes pintadas realizadas en ellas.
En efecto, una persona, familia o sociedad, un Estado o Iglesia, está acabada sin
controversia ni pluralidad, ya que la vida humana o existencia es controvertida. La
realidad controvertida puede así dinamizarse, a no ser que la contra se haga
insoportable. Lo insoportable proviene de la violencia, la violencia real que supera la
violencia meramente simbólica y arremete con fuego. Podemos soportar la violencia
cultural y aún contracultural, pero no la violencia como violentación y violación de
la convivencia, porque entonces el adversario se convierte belicosamente en
enemigo. Pues bien, la mejor medicina contra la violencia violadora de derechos y
libertades es la idea programática y pragmática de la ?complementaridad?? mutua en
un ámbito o territorio amplio.

Y eso es España, un país complementario de paisajes y paisanajes, de norte y sur,
montaña y mar, mediterráneo y atlántico. Tenemos en común la historia y la cultura,
la religión y la civilización, colores de banderas, sabores gastronómicos y olores
campestres, ideales y luchas, fracasos y tormentos. Por eso hay una España catalana
o vasca y un País vasco o catalán españoles. Como ha dicho M.Valls, ser catalán es
una de las formas más bellas de ser español, y yo diría viceversa, ser español es serlo
brillantemente en catalán. Sí, ya sé que esto les suena a armonismo o concordismo a
algunos, pero también la propia música nos reúne y diferencia al mismo tiempo, lo
cual significa la riqueza de España. Separarse significa aislarse y un hombre solo o
aislado siempre está en mala compañía, como anotaba sagazmente P.Valéry.

Nos une especialmente la lengua española a modo de interlenguaje de lenguas
diversas pero no adversas. La lengua española es también la lengua internacional
que nos reúne con el continente americano y más allá. Es la lengua de Cervantes la
que nos comunica entre nosotros y el mundo, encarnando así no España frente a
España sino esa tercera España abierta, defendida por Ortega y Menéndez Pidal,
S.Madariaga y S.Albornoz. La tercera España es la mediadora entre las dos Españas
y más, la democracia que posibilitó A.Suárez desde el centro democrático y social,
la España de Españas, cultura de culturas, capaz de remediar nuestros contrastes para

que no den al traste. España tiene una identidad herida, de acuerdo, por eso su
identidad debe ser diferida hasta curarse dicha herida en medio de Europa. Pues en
la península nadie sobra, si acaso falta Portugal para recrear un común iberismo.
Hay sueños de separación o o independencia que son ensoñaciones particulares o
parciales de una realidad conjunta. Ya Heráclito decía que el hombre despierto solo
tiene un mundo común, pero el soñador solo tiene el suyo particular.

Y más jocosamente Jardiel Poncela advertía de que en la vida humana solo poquísimos
sueños se cumplen, pues la gran mayoría se roncan. Hemos visto últimamente
demasiados sueños que son pesadillas, demasiados ronquidos y muchas roncas o
broncas. Nuestra compleja realidad debería congregarnos en vez de disgregarnos, el
mundo es un pañuelo que reflota en el aire, y el aire es compartido. Tenemos en
común en España una filosofía del buen vivir que debemos plasmar en el buen
convivir, una sociedad abierta y europea, así como un humanismo popular que nos
caracteriza (excepto cuando nos cabreamos). Los turistas concelebran nuestra fiesta
y la siesta, el carácter o temperamento español, nuestra idiosincrasia de Galicia a
Andalucía. Pero sobre todo tenemos una democracia en marcha que nada ni nadie
puede detener o destruir.

Democracia significa el poder del pueblo como conciudadanía, la fiesta de la
fraternidad complementaria. Porque cada parte de España tiene su propio carácter,
configurando así una rica articulación de diferencias que exigen deferencia. Octavio
Paz señalaba la capacidad autocrítica del español como eso, una capacidad que
resulta autoreprimida en otros países más chovinistas o egocéntricos. Por ello abogo
por una España controvertida pero no contra/vertida, así como por una España de
Españas o cultura de culturas, de signo abierto y fratriarcal. Que prosiga la
controversia en España, pero pacífica y democrática, buscando salidas factibles y no
febriles ni cerriles.