Enviado a la página web de Redes Cristianas
Me gusta imaginar a España como una gran empresa en la que los propietarios somos los ciudadanos. Me gusta pensar que, como en cualquier empresa que se precie, antes de contratar a su presidente, directores, personal especializado y resto de trabajadores, se asegura de las personas que elige para el buen funcionamiento de la misma. De tal manera que, por la cuenta que le trae, requerirá de sus candidatos un expediente académico excelente, espíritu de servicio, capacidad de trabajo y liderazgo, y cualidades intelectuales y humanas sobresalientes. Y si, a pesar de haber hecho una selección concienzuda, alguien no responde a lo exigido, no se le renueva el contrato o se le despide directamente y ya está.
Pero, la España que yo imagino como empresa modélica que cuida y gestiona con mimo y respeto los intereses de los ciudadanos, en nada se parece a la realidad actual de una España que malvive en estado de quiebra política, económica y moral. Por ello, es urgente despedir a toda esta pandilla, perdón, plantilla de políticos ineptos y oportunistas que confunden el espíritu de servicio con la tiranía, y, a su vez, cambiar las normas de selección de candidatos -léase Ley de Partidos y Ley Electoral- para que los ciudadanos, como dueños indiscutibles de la empresa España, podamos contratar, es decir, elegir directamente a los mejores y, por supuesto, despedirlos ipso facto cuando no respondan a las expectativas.
. Valladolid