Enviado a la página web de Redes Cristianas
Yo no soy supersticioso, pero, desde que los independentistas catalanes han invadido los espacios públicos de color amarillo, estoy empezando a creer que va a ser verdad que este color trae mala suerte. Fíjense en el embrollo en el que está inmersa la clase política y la sociedad catalana desde que se empezó a usar este color como símbolo reivindicativo.
Seguramente sea exagerado comparar la “independentitis” aguada catalana con las epidemias de la Edad Media, pero se dice que, en aquella época, el amarillo se empleaba para alertar de la existencia de las mismas, mediante una bandera amarilla, y los herejes y los apestados vestían de ese color.
Primero fueron los lazos amarillos que florecieron como campos de girasoles, y me dije: bueno, al fin y al cabo le da un toque de color a los telediarios. Después aparecieron los cementerios de cruces en las playas y ahí ya se me erizaron los pelos. Espero que no sea un acto premonitorio de lo que podría llegar a suceder de verdad de seguir por el camino de la provocación y el enfrentamiento.
/ Valladolid