Entrevista con Daniel Sturla, arzobispo electo de Montevideo: «El aborto ya está, ahora hay que curar las heridas de la sociedad» -- Viviana Ruggiero

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El lunes 10 recibió con sorpresa la noticia de que el papa Francisco lo había designado arzobispo de Montevideo, en sustitución de Nicolás Cotugno, que se retira al cumplir 75 años de edad.
«Lo viví con mucha paz, alegría y un poco de susto porque la responsabilidad es muy grande. Ahora lo procesé y tengo confianza en Dios», dice Daniel Sturla, un salesiano de 54 años, que de cumplir todo su mandato estará al frente de la Iglesia uruguaya las próximas dos décadas. En esta entrevista con El País, Sturla repasa sus orígenes, la temprana muerte de sus padres, cómo descubrió su vocación religiosa y algunos de los temas en debate en Uruguay, como el aborto, la marihuana y el matrimonio gay.

«Soy el menor de cinco hermanos. Hijo de un abogado y una ama de casa. Cuando nací vivíamos en el Parque Rodó y cuando tenía seis años me mudé a Pocitos. Mi familia era católica; mi padre era fervoroso y mi madre se convirtió cuando se enamoró de mi padre, entonces era más racional e intelectual», cuenta el sacerdote salesiano Daniel Sturla, que el domingo 9 de marzo asumirá como arzobispo de Montevideo, en sustitución de Nicolás Cotugno, tras su retiro obligatorio al cumplir 75 años de edad. Sturla estudió en el colegio San Juan Bautista hasta cuarto de liceo, y el bachillerato lo hizo en el Juan XXIII.

Mi adolescencia está marcada por la muerte de mis padres con muy poco tiempo de diferencia: con 13 años murió mi padre y con 16 mi madre. Ahí quedamos solos, mis hermanos más grandes trabajando porque había que mantener la casa. Tuvimos apoyo de tíos, pero cada uno era responsable de sus actos, no había un control. Otra experiencia muy fuerte fue haber integrado el grupo de Castores de adolescente, porque salí de la vida de cristiano de misa dominical a la vida de cristiano comprometido en un servicio social», recuerda este salesiano de 54 años en la entrevista concedida a El País apenas unas horas después de anunciarse su designación como arzobispo de Montevideo.

-¿Cuándo sintió que quería ser cura?

-Cuando yo estaba en quinto de liceo fui a misa un domingo, era una fecha muy ligada a mis padres porque era como su aniversario, y después de la misa un sacerdote me preguntó si nunca había pensado en ser cura y si no quería participar en un encuentro de jóvenes que tenían la inquietud vocacional. Y me dijo una cosa que para mí fue muy importante: «yo te planteo esto y nunca más te toco el tema». A los dos días yo le respondí que no, que si bien la pregunta me había sorprendido y me había gustado, me imaginaba formando una familia. Pero me despertó una inquietud y me quedó rondando de tal forma que permaneció. Entonces, en un momento me dije: «me tengo que sacar esta inquietud», y empecé un acompañamiento espiritual con otro sacerdote, empecé a dar catequesis y ahí resolví dar el paso de entrar en la formación salesiana.

-Cuando salió del seminario, ¿cuál fue su primera función?

-Estuve tres años como consejero de estudios en Talleres Don Bosco. Yo ya había estado ahí porque en la mitad de nuestra carrera tenemos dos años de experiencia pastoral y la hice en los talleres. Fue una experiencia muy linda.

-¿Qué recuerda de su época al frente del liceo Juan XXIII?

-Logré una relación muy cordial con los jóvenes, incluso me sentía medio padre de esos chicos que estaban viviendo una etapa muy importante de su vida, porque cuarto, quinto y sexto de liceo son años muy importantes. Aprendí mucho y la recuerdo con mucho cariño.

-¿Qué sintió cuando le anunciaron que había sido designado arzobispo de Montevideo por el papa Francisco?

-Lo viví con mucha paz, alegría y un poco de susto porque la responsabilidad es muy grande. Ahora lo procesé y tengo confianza en Dios.

-¿Lo sorprendió que el Papa vuelva a elegir un salesiano?

-Sí, la verdad que sí. Desde esa perspectiva no parecía lo más conveniente que por tercera vez fuera un salesiano el arzobispo de Montevideo pero, obviamente, el papa Francisco no lo tuvo en cuenta para la elección.

-¿Cuáles cree usted que son los principales desafíos que tiene la Iglesia en Uruguay?

-El gran desafío es la comunicación. Yo estoy convencido que la fe cristiana es un tesoro y lo que da sentido a la vida. Entonces, estar tan convencido de algo y ver que mucha gente se aleja de la Iglesia, es un dolor enorme. Y entiendo que se debe a que tenemos un problema de comunicación. No somos capaces de comunicarlo con la fuerza necesaria para entusiasmar a la gente.

-Justamente, el papa Francisco ha sido crítico con la actitud de los curas y dijo que dan sermones aburridos y malos. En Uruguay hay pocos practicantes. Cada vez menos católicos. Cada vez menos se casan por la Iglesia. ¿Dará alguna directiva a los curas en ese sentido?

-Si bien creo que hay cosas para mejorar, los sacerdotes uruguayos son en su inmensa mayoría muy buena gente, muy buenos curas y se rompen el alma trabajando y no reciben mucha gratificación porque no es como en otros países de América en los que el sacerdote es una persona a la que se le tiene mucha reverencia, respeto y estima. En Uruguay es `che cura`.

-En una entrevista dijo que una de las primeras cosas que quiere hacer es hablar con los curas. ¿Por qué?

-Sí, yo lo primero que quiero hacer es escucharlos, compartir y aprender de ellos. La idea es pensar juntos, a la luz de lo que es la maravilla del papa Francisco para la Iglesia, cómo podemos comunicar mejor la alegría del Evangelio. De hecho ya he estado con grupos de curas y para la semana que viene tengo fijados encuentros, de carácter informal, para ir compartiendo, hablando y pensando juntos.

-Un sacerdote está en contacto con la gente, escucha sus preocupaciones. ¿Qué le dicen? ¿Qué desvela a los uruguayos?

-Hay una preocupación por el sentido de la vida. Hay muchos uruguayos que no encuentran sentido a la vida. A mí como educador me duele en el alma, sobre todo cuando veo a los jóvenes que viven como consumiéndola en lugar de vivirla con intensidad. Creo que éste es el tema central. Cuando uno ve el tema de la natalidad de Uruguay es necesario saber que atrás de un pueblo que no tiene muchos hijos hay un pueblo que se va entristeciendo y eso nos habla de un problema de sentido de la vida. Después están las preocupaciones que ya todos conocemos: educación y seguridad.

-En la misa en la Gruta de Lourdes, el pasado lunes, cuando se anunció que usted sería el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno dijo que seguía la misma música con distinto director de orquesta. ¿Usted continuará la misma línea que Cotugno?

-Yo creo que cada uno cumple su ciclo y vive su etapa. Creo que ahora ha terminado una etapa y comienza otra. Al mismo tiempo la Iglesia no empieza conmigo ni terminará conmigo, hay una continuidad. Pero después cada persona que está al frente le da su propio color. A mí me gusta el trabajo en equipo, entonces no sólo va a ser importante marcar un estilo personal, sino también trabajar con el obispo auxiliar, los sacerdotes, los consagrados y los laicos y entre todos darle rostro a la Iglesia.

-¿Cómo ve el fenómeno que se ha generado en torno al papa Francisco?

-En una Iglesia que estaba atravesando momentos difíciles y que parecía, según la opinión de muchos, que había un cierto languidecer de la Iglesia en muchos aspectos, el papa Francisco vino a revitalizarla. Es un soplo del Espíritu Santo. Y quiero destacar que si está él es porque antes hubo un Papa con el coraje impresionante de Benedicto XVI. El gesto de su renuncia supone la humildad de quien sabe que la Iglesia no la guía él sino el Espíritu Santo.

-¿Cuál es la mejor enseñanza que cree usted ha dado hasta ahora el papa Francisco?

-La alegría del Evangelio, que todos tenemos que mirar a los que más necesitan y la misericordia de Dios.

-¿Lo conoce al Papa?

-Solamente lo vi y saludé en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil cuando él pasó a saludar a los obispos que estaban en la Catedral de Río.

-¿Se comunicó con usted antes o después del anuncio?

-No, la comunicación la recibí por el Nuncio Apostólico.

-Usted ha estado muy vinculado a la educación y a los proyectos de instituciones educativas que tiene la Iglesia. ¿Será un proyecto suyo reproducir esas instituciones en Montevideo?

-El tema es que se necesita gente con mucho impulso y lo que complica mucho es el tema económico porque para poder sostener un liceo gratuito se requiere de una estructura que tenga los fondos. El 25 de febrero inaugura el liceo Providencia. Nos gustaría seguir inaugurando instituciones con esas características pero dependerá del factor económico.

-El gobierno aprobó el año pasado la legalización del aborto. ¿Qué opina?

-Creo que hay que mirar para adelante porque la ley ya está aprobada. Y ahí lo importante es la Iglesia que sale a curar heridas de la sociedad, que sigue defendiendo la vida del concebido, desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural.

-También se aprobó la legalización de la marihuana. ¿Cómo ve usted, que ha estado en permanente contacto con los jóvenes, esta ley?

-Ese es un tema muy complejo. Por supuesto que la marihuana es una droga y es mala. Pero después de escuchar argumentos a favor y en contra, sinceramente, no tengo una opinión totalmente conformada. Creo que los que promueven la ley tienen la buena intención de poner un freno al narcotráfico y de algún modo impedir que nuestros jóvenes den más pasos en la droga. Lo que se ha hecho hasta ahora no ha tenido mucho resultado. La ley que se aprobó tiene fallas pero entiendo que tenemos que buscar formas para salvar a los jóvenes de la droga.

-¿Qué tipo de fallas?

-Me hace ruido hasta dónde el Estado será capaz de controlar la producción y distribución de la marihuana.

-¿Qué opina de la ley que aprobó el matrimonio homosexual?

-Lo mismo, ya fue aprobada, hay que mirar para adelante. Yo estoy en contra de esa ley pero creo que lo que vale es la dignidad humana más allá de la condición sexual. Yo defiendo la familia, constituida por hombre y mujer, defender que estas familias sean generosas en la transmisión de la vida y al mismo tiempo sentir un enorme respeto por las personas que forman una pareja homosexual. Es un error llamarle matrimonio, creo que es un error que se les permita la adopción pero entiendo que se busquen soluciones legales.
PERFIL

Nombre: Daniel Sturla Nació:

Montevideo

Edad: 54 años

Otros datos: Salesiano, obispo auxiliar de Montevideo.
Sacerdote salesiano

A partir del 9 de marzo asumirá como el séptimo arzobispo de Montevideo. Fue ordenado sacerdote en la Congregación Salesianos de Don Bosco el 21 de noviembre de 1987. El papa Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Montevideo, el 10 de diciembre de 2011, siendo consagrado el 4 de marzo de 2012. En la Conferencia Episcopal del Uruguay es obispo responsable del Departamento de Misiones y del Departamento de Laicos. Asimismo, es delegado suplente al Consejo Episcopal Latinoamericano. Entró en la Congregación Salesiana, en la Inspectoría (provincia) del Uruguay, a fines de los años setenta, haciendo el noviciado en 1979 y su primera profesión religiosa el 31 de enero de 1980. Ha ocupado diversos cargos. En particular: consejero de estudios en las Escuelas Profesionales Talleres Don Bosco; trabajó en las obras sociales de los Oratorios Salesianos y en los inicios del Movimiento Tacurú, en los años 1981, 1984 y 1985. Director del Instituto Preuniversitario Juan XXIII, el 28 de octubre de 2008 fue nombrado Inspector Salesiano para el Uruguay. Poco después, fue elegido presidente de la Conferencia de Religiosos y Religiosas del Uruguay. Es profesor de Historia y ha publicado diversos artículos sobre su materia y un libro: «¿Santa o de Turismo? La secularización del calendario en el Uruguay».