«La corrupción, que se lleva miles de millones, es la endemia de Bolivia»
Nicolás Castellanos, obispo emérito de Palencia, alza su voz para hablar de las condiciones «injustas» de vida de los países del Sur. Premio «Príncipe de Asturias» de la Concordia de 1998, Castellanos visitó ayer Avilés recién llegado de Alemania, donde colaboró con el sacerdote naveto Alberto Torga en las confirmaciones de inmigrantes. Lo entrevista Myriam Mancisidor en La Nueva España.
-¿A qué se debe su presencia en Avilés?
-Las visitas de las personas que trabajamos en países subdesarrollados siempre son solidarias. Hemos venido a ver a la concejala de Cooperación, Rosa Fernández, de cara a la colaboración del Ayuntamiento en algún proyecto de promoción social como, por ejemplo, la construcción de bibliotecas. Nuestra Fundación Hombres Nuevos entiende que una de las claves para salir de la pobreza es la cultura.
-¿Es suficiente la colaboración que ofrecen los países desarrollados?
-La solidaridad nunca es suficiente siempre que siga habiendo diferencias abismales entre el Norte y el Sur. Los países desarrollados no deben dar sólo migajas, sino que todo ciudadano, si es creyente razón de más, debería plantearse un porcentaje mensual para los más necesitados.
-¿En qué consiste su labor como misionero?
-En muy pocas palabras: para mí nombrar a Jesús es suprimir todas las esclavitudes. Nuestra labor misionera tiene, pues, principios como que el pobre tiene el mismo derecho que el rico a un hospital o a una escuela.
-¿De qué carece Bolivia?
-De muchas cosas. Nuestra intención es, sin ir más lejos, erradicar el trabajo infantil. En un país de nueve millones de personas hay ochocientos mil niños que trabajan y un millón que no tienen ni escuelas ni posibilidades. Otro mal endémico de Bolivia es la corrupción, y esto se puede explicar con datos.
-¿Por ejemplo?
-El Instituto Nacional de Estadística de este país difundió que entre 1990 y 1997 la corrupción se llevó siete mil millones de dólares. Con este dinero se podrían hacer escuelas, carreteras, hospitales…
-Usted es premio «Príncipe de Asturias», ¿qué le supuso este galardón?
-El premio ha sido una de las satisfacciones profundas que he tenido en mi vida. Además de lo que tiene de afectivo, cualitativo y entrañable, el galardón le ha servido a la Fundación Nuevos Hombres para que se le abrieran las puertas.
Todo reconocimiento es importante y, lo anuncio ahora, el próximo 3 de agosto la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, me impondrá en Bolivia, en el barrio donde viven los marginados y excluidos, la medalla de oro al Trabajo que me ha concedido el Ministerio de Trabajo.