“»Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene».
Sal, 62
“María estaba fuera llorando, cerca del sepulcro. Con las lágrimas en los ojos, se inclinó a mirar el sepulcro. Y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde estuvo colocado el cuerpo de Jesús. Le dijeron ellos: “Mujer, ¿por qué lloras?”. Respondió ella: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.
Jn 20, 11 – 14 ··· Ver noticia ···
Encontré el amor de mi alma -- Juan Antonio Mateos Pérez
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