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¿En qué nos hemos equivocado? Esta expresión suele aparecer en contextos de análisis o balance que hacen colectivos que se sienten frustrados por lo que consideran un fracaso en el cometido que emprendieron. La leí últimamente en un artículo que comentaba la situación de las Comunidades Eclesiales de Base, Cristianos por el Socialismo, y demás colectivos que se inspiran en la Teología de la Liberación. En alguna ocasión la escuché también en el ámbito de nuestro Foro de Cristianos GASPAR GARCÍA LAVIANA. ¿En qué nos hemos equivocado?
En efecto, esta frase se expresa en situaciones de sensación de fracaso. En el caso de los colectivos mencionados se percibe como frustración y decepción el hecho de que no haya sido asumido a nivel social y eclesial el concepto básico de la Teología de la Liberación: la ?opción preferencial por los pobres??, la idea de que ?Dios se coloca siempre incondicional y apasionadamente de un lado y sólo de uno: contra los encumbrados y a favor de los humillados??. En la Iglesia Católica, a pesar de los cambios que quiso introducir el Concilio Vaticano II, la feligresía y su jerarquía en general, sigue anclada en una práctica cultual descomprometida, desligada de la problemática social.
Lo que representamos las Comunidades Eclesiales de Base está marginado en la sociedad, donde los medios de comunicación nos ningunean no difundiendo nuestros materiales, y también en la Iglesia, que inclusó condenó la Teología de la Liberación. En América Latina, donde estos movimientos eclesiales alcanzaron mayor amplitud, la represión fue especialmente violenta: miles de activistas, entre ellos muchos sacerdotes y monjas, fueron asesinados. Esto y la inmensa campaña de ataque y desprestigio de la Teología de la Liberación condujeron al sofocamiento de ese movimiento y la casi nula incidencia que está teniendo en la sociedad y las iglesias. Son los términos del fracaso; así pues, ¿En qué nos hemos equivocado?
Aquí tenemos que precisar los criterios para tratar un proceso como exitoso o fracasado. Se concibe como fiasco el hecho de que la iglesia de base haya sido masacrada en unos lugares y ninguneada en otros. La gran mayoría de los miembros de esos colectivos religiosos somos hoy unos ancianos que vamos desapareciendo por la edad y que vemos que no cuaja nuestra idea de la opción preferencial por los pobres, y esto se vive en estos círculos como el fracaso de nuestra misión?? Pero, ¿alguien recuerda que los profetas y el mismo Jesús experimentaron la misma sensación de fracaso? De Isaías se dice que fue introducido, por orden de un rey de Judá, en un árbol hueco y aserrado por la mitad. Jeremías sufrió encarcelamiento y murió desterrado.
En el Antiguo Testamento abundan las expresiones de desaliento de los profetas que se veían castigados y abandonados por cumplir su misión. El Salmo 22 comienza con la expresión: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Sin duda lo compuso alguno de los profetas que eran marginados y represaliados por su opción preferencial por los pobres. Jesús recitó ese salmo cuando se vio en la misma situación y por los mismos motivos.
El lamento de Jesús sobre Jerusalén describe el destino de los profetas que Dios envía. Nos anuncia que nos perseguirán como le persiguieron a ?l y a los profetas que vinieron antes. Imitarle atrae sobre los actuales profetas igual hostilidad por parte del sistema dominante. Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. El Maestro nos advirtió que a sus discípulos no nos tratarían mejor que a ?l: Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. El mundo, es decir, el sistema dominante, ama a los suyos, a quien lo defiende y busca la perpetuación del sistema de opresión de los poderosos sobre la multitud de la humanidad desheredada.
Es decir, lo que nosotros, según los criterios del mundo, tasamos como un fracaso, Dios lo considera de otra manera. La Iglesia triunfante, la que se define con el término de ?Cristiandad??, con sus solemnes y masivas celebraciones, con extraordinaria aceptación social, y aceptación y apoyo por parte de los poderes dominantes, puede no estar realizando el proyecto de Jesús de Nazaret de construir en este mundo el Reino de Dios y su justicia. El éxito y apoyo social que goza tal tipo de religiosidad puede ser el estipendio por ponerse al servicio de los poderes dominantes y no a la realización del plan de Dios. No es ése el éxito que debemos buscar los profetas contemporáneos, los seguidores del Mesías Jesús. Sabemos que la mayor equivocación sería no combatir a este sistema injusto generador de desigualdad y conflictos entre los humanos.
Y no nos consideremos frustrados o fracasados si no vemos el fruto de nuestro esfuerzo; somos sembradores de una cosecha cuya recolección no veremos. Nuestro quehacer no es tan insignificante como puede parecer. Si los dominadores del sistema se ven obligados a combatirnos, a silenciarnos, masacrar a las figuras prominentes de los movimientos eclesiales de base como lo hicieron antes con los profetas y el mismo Jesús de Nazaret, es porque nuestro trabajo importa, es útil para liberación humana, es un peligro para sus planes de dominación?? Mientras suscitamos esa hostilidad de los opesores del mundo estamos cumpliendo con nuestra misión profética, no nos estamos equivocando??
Gijón, 24 de julio – 2022