Enviado a la página web de Redes Cristianas
El sábado 8 de agosto del corriente año recibimos la infausta noticia de la muerte accidental de nuestro especial amigo y compadre, el pedagogo Lempira Mejía Melgar, hecho acontecido en la comunidad de El Cacao, municipio de Quimistán, Santa Bárbara, donde él con su esposa e hijos radicaba y donde ambos esposos se dedicaban al magisterio.
Dice el populacho que ?no hay muerto malo, ni niño feo??, sin embargo, nosotros a través de este escrito queremos en apego a la verdad resaltar la eximia personalidad de este caballero mentor tan virtuoso, pero que no dudamos pudo llegar a tener algunas sombras en su vida.
No obstante, lo que nosotros pretendemos ponderar de él son sus enormes virtudes humanas y su ejemplar relación con la sociedad, experiencia que quizá se remonta a finales de los años 80s. A pesar de que él radicaba y servía su ministerio educativo en la aldea de El Cacao, desarrolló mucha vida social, gremial y política entre las comunidades de Pinalejo y Quimistán.
Casi todos los domingos nos juntábamos y saludábamos en la iglesia Católica de Pinalejo, desde donde entablamos relaciones de compadrazgo al ser mi compañera y yo padrinos de bautismo de sus hijos e hija. Establecimos una amistad tan hermosa con su familia que siempre nos buscaron como ?su paño de lágrimas?? durante dificultades familiares?algo común en nuestro medio– lo que siempre nos honró.
Además de ser un gran maestro, licenciado en pedagogía junto a su digna esposa Elizabeth Rivas Espinoza, fue un próspero empresario agropecuario que jamás metió las manos en negocios sucios o turbios como es el común hoy día. El año 2013 animado por sus convicciones sociales y la contundente resistencia contra el golpe de Estado, decidió participar como candidato a Alcalde Municipal de Quimistán, lo que no logró por la inmadurez del pueblo, el elevado conservadurismo, el fraude y la ignorancia que prevalece entre sus pobladores. El municipio perdió un posible gran alcalde y un nuevo horizonte en este postergado y humillado municipio.
Como amante además de la niñez, hizo de su escuela un lugar de Ceres y Minerva dedicado a la naturaleza, la agricultura y a la formación humana de sus pobladores y comunidades vecinas. Nosotros regularmente fuimos invitados a ofrecer o facilitar jornadas de estudio. Dedicó su vida no sólo a su propia comunidad, sino a todas las comunidades de la montaña de Quimistán?allende al parque nacional ?El Cusuco??– aliado con su hermano don Constantino Mejía Melgar.
Cada año, desde hace casi una década, con el apoyo del próspero empresario radicado en San Pedro Sula, ingeniero Samuel Duarte, oriundo de El Cacao, celebraban el 10 de septiembre, Día del Niño Hondureño, un acto alegre y fervoroso dedicado a los párvulos y sus padres, donde abundaban en un escenario natural majestuoso piñatas, payasos, cantos, música, juegos, dulces y jamás faltó un exquisito y abundante almuerzo que sus esposas y mujeres de la comunidad preparaban para los asistentes. Aquí se cumplía la parábola de los panes y los peces ?todos comían, nadie se iba sin ser atendido y aún sobraba??. Centenares de familias luchadoras se desplazaban de las comunidades aledañas para dicho evento. Toda esta alegría era la envidia de los politiqueros criollos.
Debido a la pandemia del COVID 19 desde marzo de este año no nos volvimos a ver, y por lo misma razón, no pudimos acompañar a su familia en las honras fúnebres ya que Quimistán es uno de los municipios más afectados por el coronavirus, aunque no publicitado.
Su proyección humanitaria y social era tal que el último contacto que tuvimos con él fue un mensaje enviado vía WhatsApp los días 29 y 30 de marzo–cuando la pandemia estaba en su apogeo–que decía:
Compadre mucho gusto, estoy solicitando alimentos para el sector de El Cacao, son 9 comunidades, si usted pudiera con sus amistades ayudarnos para recaudar se lo agradecería infinitamente.
Yo le respondí que por otros compromisos sociales y la pandemia no podía apoyarlo en esta ocasión. ?l me contestó:
Bueno compadre, entiendo, gracias, que Dios le bendiga y proteja en esta crisis de salud que se nos ha presentado.
Estas personas, como el profesor Lempira Mejía Melgar, son de las que hablan los Evangelios Cristianos: ?nacieron para servir y no ser servidas?.
A través de estas cortas letras, que con profundo agradecimiento y dolor escribimos, enviamos nuestras sentidas muestras de pesar a su querida esposa Elizabeth Rivas Espinoza, a su madre doña Amalia Melgar, a sus hijos Gabriela, José Lempira y Fernando, a su hermano Constantino, así como a sus hermanas y demás familiares.
Que sus hijos, hija, nietos, familiares y amigos recojamos estos valores y principios que él permanentemente practicó en medio de una sociedad indiferente y carente de ellos.
Que el Dios de la Vida, en el que creyó y sirvió, le dé un especial lugar en su regazo. Descansa en Paz Amigo.
RODOLFO CORT?S CALDER?N, ISIDORA VIENA PEZO Y FAMILIA.
Pinalejo, Santa Bárbara, 11 de agosto 2020.