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Garzón se ha ganado la imagen de juez tenaz por luchar contra ETA, pero ahora le acusan de un delito de prevaricación
Garzón declara como imputado hoy por su cerco al franquismo
Cuando el juez Baltasar Garzón instruía la causa contra Pinochet o se ocupaba de otros sumarios relativos a otros países, dentro de la llamada justicia universal, sus críticos le azuzaban con el argumento de por qué no investigaba los crímenes franquistas. Sería, pues, una gran paradoja que fuera condenado cuando se decidió a hacerlo. El juez español con más prestigio internacional declara hoy como imputado en el Tribunal Supremo, acusado de prevaricación, por la causa que abrió contra los crímenes de Franco.
La querella contra Garzón fue presentada por un seudosindicato ultraderechista y admitida a trámite por una sala en la que figuran destacados enemigos del juez, como Adolfo Prego o Luciano Varela. Este último, ante el que declarará hoy Garzón, ya intentó sin éxito que el Consejo General del Poder Judicial le sancionara por el dinero que ingresó durante su estancia de estudios en Nueva York en el 2005 y el 2006. Es decir, que la idea de que el juez de la Audiencia Nacional sea condenado no es para nada descabellada.
Sin embargo, además de una paradoja, sería una injusticia. Se puede discrepar, como hizo la fiscalía, de que Garzón pudiera investigar los crímenes franquistas porque sus autores ya habían fallecido o porque la amnistía impedía perseguir a los que seguían vivos. Este último argumento es a su vez discutible si de lo que se trata es de crímenes contra la humanidad, como ha hecho notar la Comisión Internacional de Juristas en una nota de apoyo a Garzón.
Pero la sala de lo penal de la Audiencia Nacional ya dio la razón a los fiscales y Garzón se declaró incompetente. Como ocurre tantas veces. ¿Dónde está, entonces, el delito?