En búsqueda de nuestra humanidad perdida (Gn. 1,26) -- Gabriel Sánchez (Montevideo-Uruguay)

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La Semana pasada, en Long Island, Nueva York, estados Unidos, un Haitiano empleado de limpieza de poco más de 30 años, murió aplastado por una banda de consumidores en una Local de la Cadena de Súper Mercados Wal Mart.
El 28 de noviembre, el día que murió Jditmytaill Damour, el inmigrante Haitiano en cuestión, era el Black Friday, (viernes negro), día que sigue al jueves de acción de gracias y en que tradicionalmente se larga en EE: UU. la temporada de rebajas navideñas: El Wal Mart fue literalmente tomado por asalto a partir de las 5 de la mañana por entre 1000 y 2000 personas que hacían cola desde el día anterior.

Rompieron las rejas de seguridad, se lanzaron en estampidas, al haitiano no lo vieron y le pasaron por arriba. Y siguieron sin verlo cuando llegaron los paramédicos. Damour ya era un cadáver, y el cadáver allí estaba, pero el show (la venta) debía continuar??El 28 de noviembre es el día (Buy nothing day), día de la no compra, iniciativa lanzada en 1994 por el artista Ted Dave?? La enfermedad consumismo que el sistema nos impone es brutal?? Pero a la vida de los inmigrantes en el primer mundo, no le dan valor??Por eso estas movilizaciones y militancia??son Luz que ilumina nuestros caminos, hermana a los pueblos y nos humaniza a todos??

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EN BUSQUEDA DE NUESTRA HUMANIDAD P?RDIDA (Gn. 1,26)
Montevideo, 11 de diciembre de 2008 ? Gabriel Sánchez

La sociedad capitalista nos ha programado hasta tal punto para el consumo que en algunos lugares se llega a la deshumanización??Cuentan algunas crónicas periodísticas que mientras Jditmytaill yacía muerto en el suelo, dos adolescentes se peleaban por un teléfono de oferta??

La alienación en la que hemos entrado nos va deshumanizando a grados terribles??hemos perdido el contacto con la tierra, con la sencillez de las cosas hechas en casa, el gusto del horno de barro y de las hortalizas recién recogidas de la huerta, o del aceite, la manteca e incluso la gama de dulces y licores hechos en casa??

La reunión familiar, el juego de lotería, la relación franca y sencilla, la alegria por el éxito del otro, o el gesto solidario hasta el extremo cuando un vecino o familiar nos necesita??

Nos hemos transformado en acumulares de espacios para nuestro ego??nuestro derecho esta por sobre el del otro y nuestra verdad es la única, la velocidad con que vivimos nos impone sabores prefabricado que se sustentan alimentos basura, la comunicación es rápida??el tiempo es empujado para no ser ?perdido????

Cosas elementales como hablar mirando al otro a los ojos, o el estar juntos en la sobremesa familiar, juntando justos, estirando el compartir la comida??o disfrutando de las estrellas en las noches en familia??escuchando las viejos cuentos familiares de la abuela, o a la tía abuela contándonos leyendas e historias??

Estamos perdiendo lo mejor de la vida, nos enfermamos con una epidemia de enfermedades que traen el consumo exagerado de comida chatarra, nos aturdimos con el uso de aparatos electrónicos de altísima fidelidad y sonido??

Sin embargo en mi ciudad el otro día vi la contra cara de esta situación y di gracias a Dios??

Un grupo de mujeres rurales, emprendedoras mujeres con la experiencia de ser madres y esposas??habían decidido ser también empresarias, de una empresa autogestionaria y cooperativa??y vendían tesoros, cuyo sabor, color y aroma antiguo se había perdido en el consumo de hamburguesas y pizzas??Fiambres de diversas carnes como Jabalí, avestruz, carnes sanas y magras??con ese preparado ancestral que heredaron de sus abuelas españolas o italianas??licores??de frutos cotidianos y sencillos, naranja, limón, durazno, menta con chocolate, licor de coco, anís??licor de nísperos??dulces de leche, dulce de zapallo, mermeladas??una inmensa variedad de frutos en almíbar??diversos panes, hechos en hornos de barro??

Tesoros perdidos y escondidos??en una feria artesanal, en donde las trabajadoras, vendedoras y empresarias era un grupo grande de mujeres, con las manos marcadas por mil luchas y esfuerzos??manos capaces de construirnos el camino de retorno a lo elemental y sencillo de cada día??de sustraernos de la alienación y el consumismos??de situarnos al borde de un consumo elemental y de subsistencia, que nos recuerdas sabores llenos de ternura y de liberación??

Comidas compartidas con hechas para la familia, donde en la mesa, se comparten sueños, recuerdos y luchas??

Y en su elaboración, las técnicas ancestrales del hecho a mano??de donde resuman el horno de barro, la marmita, la cocina a leña, el amasado y la construcción artesanal de las cosas, con la familia a su alrededor, aguaitando las conversaciones, las bromas y el sabor de una comida sabrosa y convocante que nos lleva a un tiempo, donde los muebles y las casas se construían con las propias manos??un tiempo de huerta familiares y de vecinos ayudándose a recoger y compartir??a cocinar y a elaborar??

Un tiempo donde todo tenía la comida cotidiana y a nadie le faltaba??porque todos estaban dispuestos a compartirla??y a armar y coser juntos los zapatos que usaban??

En este tiempo de Internet y satélites, debemos desandar caminos y volver a ese tiempo primordial??en donde éramos sencillamente humanos??Tal si lo hubiéramos hecho antes Jditmytaill aún estaría vivo.-

(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)