Al igual que su predecesor Juan Pablo II durante los últimos años de su papado, Benedicto XVI no recorrió ayer, Viernes Santo, todas las estaciones del Vía Crucis en el Coliseo de Roma. Ratzinger prefirió esperar a que la cruz llegara a la colina del Palatino y solo entonces la portó durante los últimos pasos. La noticia, que fue anunciada por el Vaticano a comienzos de esta semana, disparó todas las alarmas sobre la salud del Pontífice.
¿La decisión se debía a que Benedicto XVI, de casi 81 años, se encontraba tan débil y enfermo como el último Karol Wojtyla? ¿Acaso no es capaz de llevar a cabo todo el recorrido? Nada de eso, contestó la Santa Sede.
Todo se reduce a que Ratzinger no quiere cansarse durante el Viernes Santo más de lo estrictamente necesario. «No hay razón para preocuparse», dijo el portavoz vaticano, Federico Lombardi. «Se ha decidido no añadir más fatigas a los duros compromisos de Semana Santa», añadió.