SJR
Con motivo del día internacional de la asistencia humanitaria, el 19 de agosto de 2010, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) hace un llamamiento a todos los actores nacionales e internacionales involucrados a una reorientación de la ayuda humanitaria en Haití para que responda efectivamente a las necesidades reales de la población haitiana, respetando su cultura y su dignidad, potenciando su capacidad organizativa y creativa, y desde una metodología de participación incluyente y transparente.
Un gran número de sobrevivientes se muestran cada vez más insatisfechos e inconformes con la asistencia humanitaria tal como se viene practicando en Haití desde el terremoto del 12 de enero de 2010, mientras que el Gobierno haitiano puso fin oficialmente, el pasado mes de julio, a la fase de emergencia e invitó a las agencias internacionales y las organizaciones no gubernamentales (ONGs) a apoyarlo en el proceso de reconstrucción del país. ¿Cómo podemos pasar de la fase de emergencia a la reconstrucción de Haití cuando la situación humanitaria sigue siendo grave y aún no estamos muy bien informados sobre la existencia de un plan claro y concreto para dar una respuesta definitiva a la situación de la población damnificada?
Después de seis meses de trabajo en varios campamentos de Puerto Príncipe donde “acompañamos, servimos y defendemos los derechos de los desplazados” conforme a nuestra misión, el SJR no se contenta de hablar en nombre de la gente sino quiere hacer eco de la voz de varias personas sobrevivientes de los campos. El SJR aprovecha también para hacer recomendaciones al Estado haitiano, a las agencias internacionales y a las organizaciones locales para contribuir a la reorientación de la asistencia humanitaria por la que abogamos.
“A siete meses del terremoto, la forma de realizar la asistencia humanitaria no ha contribuido exitosamente a mejorar la situación de las personas”, declaró un miembro del comité de Automeca, uno de los campos más grandes de Puerto Príncipe que cuenta con una población de más de once mil personas desplazadas. “No sabemos adónde fue a parar la gran suma de dinero y ayuda que el mundo entero mandó a Haití vía las ONGs luego del terremoto”, se preguntó.
“Al principio recibimos muchas tiendas de campaña por parte de las ONGs, pero actualmente cerca del 80% de esas tiendas están rotas y no sirven”, apuntó un integrante del comité del campo de Parc Kolofe ubicado en la zona de Delmas 33. “Estamos cansados con las tiendas, ya después de 7 meses queremos salir del campo”, dijo con enfado.
Una educadora de niños que trabaja en el campamento de Automeca para una agencia internacional explicó que “la gente, sobre todo las mujeres y los niños, vive una situación crítica, mientras que las ONGs se pelean entre sí para mantener un control dentro del campo y así poder proyectar mejor su visibilidad”. “La población ha sido la gran víctima de esos conflictos inútiles entre las ONGs porque no ha podido beneficiarse de gran cosa”, deploró la educadora que reconoció que algunos proyectos dieron resultados positivos en el campo, concretamente para las mujeres.
Tomó como ejemplo los talleres de artesanía, impartidos por una de las organizaciones dentro del campo, que permitieron a un gran número de mujeres ganar un poco de dinero “con sus conocimientos y con el sudor de sus frentes”, ya que aprendieron a hacer bonitas canastas y luego las vendieron a un precio muy bueno en el mercado.
Por otro lado, varios desplazados de Automeca agradecen a las organizaciones y agencias internacionales por la ayuda en comida, agua y salud que brindaron principalmente a las mujeres lactantes, a las mujeres embarazadas y a los niños, a pesar de la falta de coordinación entre las ONGs considerada por el comité de dicho campo “una de las causas fundamentales de la ineficacia de la asistencia humanitaria”.
Otros comités de los campos que acompañamos atribuyen la falta de resultados concretos de las ONGs a que ésas ejecutan sus proyectos, sin consultar previamente con los sobrevivientes y sin tomar en cuenta las necesidades reales de la población. Critican también el que las organizaciones que juegan el papel de “Camp manager” deciden según sus prioridades e intereses. “Cuando les hablamos y por fin reciben nuestras solicitudes, no las transmiten a los clusters de las Naciones Unidas y a otros espacios importantes adonde no podemos ir”, denunció un miembro del comité de Parc Kolofe.
“Si la asistencia humanitaria no ha respondido a nuestras necesidades, es porque no hay un Estado responsable o una estructura que regule las ONGs y oriente sus acciones”, planteó un miembro de otro comité, quien estimó que “las ONGs se han aprovechado de esa situación para tener el monopolio y así hacer lo que quieren”.
“No queremos este tipo de ayuda humanitaria en la que las ONGs se sirven más a sí mismas que a nosotros que estamos en los campos a la espera de unas migajas que sobran de las ONGs como si fuéramos mendigos”, concluyó uno de los desplazados.
Frente a ese balance preocupante que hacen los desplazados de varios campamentos en torno a los 7 meses de asistencia humanitaria internacional, el SJR invita a todos los actores involucrados a la reflexión. Al mismo tiempo, el SJR alerta sobre una serie de señales claras que envían los desplazados para expresar su insatisfacción y aun su desesperación hacia el Gobierno Haitiano, las ONGs y agencias internacionales. Por ejemplo, en los campamentos se sigue expandiendo e intensificando el enojo de la población desplazada contra las ONGs y agencias internacionales. En varias ocasiones, el SJR ha tenido que intervenir como mediador para ayudar en la resolución de conflictos entre las ONGs y los comités de algunos campos, y entre los propietarios privados de los terrenos y la población desplazada.
Por otro lado, el pasado 12 de agosto, algunos desplazados organizaron una manifestación frente al Palacio Presidencial en Puerto Príncipe para denunciar la indiferencia del Gobierno haitiano y exigir una pronta respuesta a sus problemas tales como la falta de vivienda digna, las constantes amenazas de los propietarios de los terrenos que quieren expulsarlos, las repetidas agresiones sexuales contra las mujeres y las niñas, el aumento de la inseguridad sobre todo por las noches, la impunidad de la que gozan los delincuentes en los campamentos…
El SJR reconoce y valora la capacidad de autogestión de la población damnificada que ha contribuido a evitar un empeoramiento de la situación en los campos y a prevenir con sus propias herramientas los males tales como las epidemias, la violencia generalizada, el caos e incluso una catástrofe humanitaria. El SJR ha sido testigo de las múltiples estrategias y formas de resistencias muy creativas que la población damnificada ha utilizado exitosamente en los campamentos para no doblegarse ante las adversidades y organizarse de la mejor manera posible con el fin de buscar respuestas a sus necesidades sin perder completamente su dignidad.
Entre todos estos testimonios, podemos citar el más reciente: durante el mes de julio, el comité de coordinación del campo de Bas Georges ubicado en la zona de Haut Turgeau inició un proceso de concientización y organización no sólo con los desplazados sino también con personas y grupos de los alrededores para impedir la construcción de 40 casuchas por una ONG en un área movediza y encima de un manantial de agua.
Para potenciar esta capacidad organizativa y de articulación de la población y reorientar la práctica de la asistencia humanitaria, el SJR recomienda:
1) Al Estado haitiano asumir sus responsabilidades para
• coordinar y regular las intervenciones humanitarias realizadas por las diferentes entidades públicas, organizaciones no gubernamentales y agencias internacionales, según un plan articulado y consensuado con todos los sectores de la vida nacional haitiana;
• dar respuesta a las necesidades urgentes de la población damnificada, tales como: relocalizar a los desplazados en un espacio y vivienda dignos y seguros, crear condiciones para garantizar la seguridad alimentaria y el acceso a los servicios sociales básicos de salud, educación, seguridad…;
• poner fin a la mentalidad de mendicidad y de dependencia que va creando ese modelo de asistencia humanitaria.
2) A las organizaciones y agencias internacionales coordinarse mejor entre ellas y con los comités de los campos para
• identificar, conjuntamente con los desplazados, proyectos que respondan a las necesidades reales de los sobrevivientes y que favorezcan la participación de los mismos en la ejecución y evaluación de dichos proyectos;
• Establecer un mayor y mejor flujo de comunicación y relaciones respetuosas con la población;
• Someterse a los mecanismos de rendición de cuentas al Estado y la sociedad haitianos con el fin de asegurar una gestión transparente y democrática de sus recursos y así poder gozar de legitimidad ante la sociedad haitiana;
• Tomar en cuenta y respetar la cultura y los idiomas locales y dejar de excluir a las ONGs y los actores locales en los espacios de toma de decisión.
3. A las ONG locales unirse y articularse cada vez más en una sociedad civil fuerte que cumpla efectivamente con su rol de vigilante y de motor para el advenimiento de un nuevo Haití libre, justo, y donde reine la democracia, el diálogo y la participación de todos y todas en la gestión del bien común.
SJR: Servicio Jesuita a Refugiados