Al principio era sólo un rumor. El clásico chisme que se escucha en los bares, sobre todo en verano y sin mucho que hacer en un pueblo de apenas 800 habitantes. Pero al poco, el se dice, se comenta, se rumorea se convirtió en ambigua confesión. Y la noticia cayó como una bomba en la católica Italia. Don Sante Sguotti, un párroco de 41 años originario de Padua (nordeste de Italia), estaba liado con una mujer. No sólo. También era el presunto padre del bebé de la guapa parroquiana.
La historia no es del todo original: muchos curas descubren el amor carnal y deciden colgar los hábitos para emprender una nueva vida lejos de las sacristías. Lo sorprendente del caso de Don Sante es que el sacerdote ha admitido estar enamorado de una mujer, pero se ha negado a abandonar la Iglesia. Y más increíble todavía: casi todo el pueblo se ha puesto de su parte.
Excepto una exigua minoría, los feligreses de Monterosso (localidad cercana a Padua), están dispuestos a perdonar al párroco rebelde. Un cura que tiene fama de ir a contracorriente, que ha denunciado negocios inmobiliarios de la Iglesia poco claros y que ahora ha decidido declarar la guerra al celibato de los sacerdotes.
«Creo que estar enamorado es un paso fundamental de la vida: una persona no puede hacer bien -el cura, el fraile o la monja- si no se ha enamorado primero al menos una vez», confesó Don Sante hace unos días en una tan inusual como larga conferencia de prensa celebrada en la parroquia. «El código de Derecho Canónico no impide enamorarse ni comprometerse sentimentalmente, de manera casta se entiende. Y por tanto yo, que quiero permanecer dentro de la Iglesia, me atengo a esto», explicó.
Y anunció que si su amada lo deseaba, se comprometerán oficialmente y de manera casta, obviamente, el próximo 2 de diciembre. «La conozco desde hace más de ocho años, pero no de manera bíblica. Estoy enamorado de ella, la he ayudado a elegir el nombre del niño, salimos desde hace poco, estamos juntos y luego cada uno se va a dormir a su casa». Tras el escándalo, el obispo de Padua, monseñor Antonio Mattiazzo, le pidió que deje de celebrar misa y presente su dimisión.
Viene de última página
Pero él se niega. Resiste. Afirma que quiere seguir siendo sacerdote sin renunciar a Laura. En realidad parece que el nombre de su enamorada es Tamara, que es separada, coetánea suya… y que tiene un hijo de menos de un año sobre cuyo padre se han hecho mil conjeturas.
El mismo sacerdote se ha mostrado siempre ambiguo, sin confirmar ni desmentir. Desde el púlpito, recién conocido su caso, dijo a los fieles que no quería hacer como Adán y Eva, que «se escondieron a la llamada de Dios después del pecado original». «El fruto de la propia fecundidad es algo que debe dar alegría», añadió durante la homilía en la iglesia de San Bartolomeo. Algunos jóvenes del pueblo llegaron a lucir camisetas donde estaba escrito «Don Sante es mi padre».
En la rueda de prensa que convocó días después dijo en cambio, dirigiéndose a los periodistas: «¿Tengo un hijo o no? Decidídlo vosotros». El velo de misterio sobre su paternidad pareció romperse ayer cuando reconoció por primera vez explícitamente que no era él «el padre legítimo del niño», pero que quería convertirse en su «padre putativo».
Además, ha anunciado que el 4 de septiembre convocará un referéndum para que sus parroquianos se pronuncien sobre si están dispuestos a aceptar como párroco a un sacerdote enamorado.
LO DICHO Y HECHO
«El Derecho Canónico no impide enamorarse ni comprometerse de forma casta»
1966: Nace en Padua, localidad del nordeste de Italia. 1999: Llega a la parroquia de Monterosso, donde alcanza fama de rebelde, llegando incluso a denunciar oscuros negocios inmobiliarios de la Iglesia. 2007: Enciende el debate sobre el celibato de los sacerdotes al conocerse que mantiene una relación sentimental, según él casta, con una mujer separada y madre de un bebé, de quien se especula que sea su hijo.