Enviado a la página web de Redes Cristianas
El título se refiere a volver el mensaje y el ideal a su pureza original, perdida a muy poco tiempo de su formulación completa, eso es: formulación profética + formulación evangélica.
Confieso que los quisiera rescatar de varias hipotecas, pero en este escrito, y a fuer de brevedad, me referiré a un solo aspecto, aunque fundamental.
Entiendo, en mi fuero interno, pero apoyándome en opiniones parciales de otras personas, que:
1)Somos obra mediata de un Creador, el cual, además, nos acoge como hijos (igual podríamos decir amigos, hermanos u otra palabra que signifique un fuerte lazo amoroso). En un momento dado, la persona divina de Jesús se hizo presente entre los humanos para enseñar un ideal de vida de amor, completando los principios ya dados por sus predecesores: los profetas y legisladores de Israel.
2)Los hombres y las mujeres pecamos, a veces o a menudo o muchas veces, según los casos. Esos pecados, el Creador o Padre los perdona gratuitamente, siempre que haya buena voluntad por parte de la persona. (Aquí hay que decir, porque es importantísimo, que la inmensa mayor parte de los actos que se han considerado pecado por las autoridades eclesiásticas durante siglos, no lo eran, sobre todo la casi totalidad de los referidos al cuerpo humano.) Y hay que afirmar, especialmente, que ese perdón es siempre gratuito. (Podemos recordar especialmente los textos de Miqueas 7: 18-19, y de Lucas 15: 11-32.)
3)El apóstol Pablo, al parecer, quedó fuertemente impresionado por algunas frases del Segundo Isaías en relación con la figura simbólica del Sirviente de Yahvé, tales como: «De hecho, él llevaba / nuestras dolencias / y había tomado encima suyo / nuestros dolores. / Nosotros lo teníamos / por un hombre castigado / que Dios azota y humilla. / Pero él era malherido / por nuestras faltas, / triturado por nuestras culpas: / recibía la corrección que nos salva, / sus heridas nos curaban.»
4)Y Pablo tuvo la intuición de transponer la relación entre: pecados del pueblo israelita ? sufrimientos del Sirviente ? expiación de los pecados del pueblo; a la posible relación paralela entre: pecados de toda la humanidad ? muerte de Jesús ? perdón de todos los pecados del mundo. Y con ello afirmó la horrible frase de «Cristo murió por nuestros pecados, como decían ya las escrituras». ?ramos «comprados» o «rescatados» por la sangre de Jesús. En definitiva: redimidos.
5)Ello ha dado un sentido a la fe cristiana, o ideal cristiano, de culpabilidad, de conciencia fuertemente pecadora, de dependencia, de tristeza.
6)Entiendo (y se va entendiendo) que el texto del Segundo Isaías era referente únicamente al pueblo de Israel en un momento de su historia, que los pecados se perdonan gratuitamente, que no era necesario que nadie muriera, ni sufriera, para alcanzar ese perdón, que un Creador i Padre eminentemente bueno jamás habría exigido, ni necesitado, la muerte ni la sangre de nadie para perdonar.
7)Finalmente, Jesucristo es nuestro Maestro, nuestro guía, nuestro lazo con el Padre, pero no nuestro Redentor.
Antoni