El Pueblo sabe votar -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

El señor Carlos Floriano está, erre que erre, que han ganado las elecciones. Se nota, en la repetición de este ?mantra??, la poca cultura y tradición democrática de nuestro país, y, en concreto, del PP. Parece que las elecciones fuesen un juego, y olvidan la finalidad de las mismas. ¿Para que votan los ciudadanos, para ver cuáles de los elegidos son más simpáticos o merecen más aprobación y mejor nota de los votantes? Pues no, mira por dónde. Se vota, entre muchos candidatos, para que etre ellos se pongan de acuerdo para gobernar, la institución que sea: la nación, la comunidad autónoma, o el municipio. O lo que sea. Y no es un partido que se termina al recontar los votos. Sino que ahí, exactamente, comienza el partido.

Si se vota entre tres para que decidan por donde va a pasar una carretera, A, B y C, y A sabe que ni B ni C quieren entenderse con él, porque no están de acuerdo con sus criterios para elegir el trazado de la misma, si A saca 10 v0t0s, B, 8, y C, 5, A ha perdido, porque entre B y C se van a poner de acuerdo para diseñar el trazado. Y, evidentemente, ni tendrán en cuenta, ni siquiera consultarán a A. A ver si no nos tratan de tontos a los ciudadanos, pecado democrático en el que el PP es reincidente. Gana las elecciones en una Comunidad autónoma, o en un municipio, el candidato que, hecho el recuento, tiene la capacidad de ponerse de acuerdo con el resto de los elegidos para gobernar esa comunidad Autónoma o ese municipio. Lo de la lista más votada es una verdadera broma. Solo si fuera solo si fuera entre dos candidatos, el más votado gana sin discusión. Si hay más, ganan los que sumando sus votos, o los concejales que esos votos otorgan, consiguen mayoría para gobernar.

Además, ese argumento de que el 35% quiere que gobierne el partido X, porque los demás tienen menos porcentaje, cae de su peso ante la constatación de que el porcentaje de votantes que no quiere que gobierne, exactamente el 65%, que es mucho mayor. Algunos, como Esperanza Aguirre, que no aprende, y sigue autoritaria y faltona, que afirmó ayer que su contrincante Carmona quiere acabar con la Democracia porque pretende pactar con otros partidos, olvidan que la Democracia es una institución de mayorías. O Rita Barberá quien ante el descalabro, invoca ahora un pacto de Estado para que gobierne la lista más votada. ¿Cómo va a gobernar un partido al que los demás quieren ver fuera de la gobernabilidad de las instituciones? El PP ha olvidado que hacer política es, también, dialogar, no abusar de la mayoría absoluta, respetar a los demás, hacer amigos.

Eso por un lado. Por otro, ni yo, ni mucha gente, tenía todas consigo de que la corrupción, no marcara y condicionara el resultado de las elecciones. Pero, gracias al buen Dios, como dicen los piadosos, no ha sido así, sino que los electores la han tenido en cuenta, ¡y cómo! Lo de menos es el tipo delicado de elegancia y distinción de una señora como Rita Barberá. Un personaje tan atrabiliario. La que se le han encontrado, además, serias irregularidades de gestión, en una mezcla confusa de gastos personales y e representación, y después de las últimas demostraciones de prepotencia con salidas ex abruptas a la prensa, incluso ante las cámaras de Televisión, y el trato destemplado e incorrecto a los partidos de oposición, muy en especial a Compromís, no merecía, en buena lógica democrática, la reelección.

De Esperanza Aguirre ya he escrito. Pero si ya tenía un bagaje de comportamientos comprometedores, desde el estricto punto de vista democrático, lo ha superado ampliamente con su lucha contra todo, contra todos, y hasta contra el mundo entero, en la última semana de campaña. Será bueno que los gobernantes aprendan una lección que han dado los electores en estas elecciones: que la ciudadanía está cansada, harta, más, indignada, de conductas altivas, prepotentes, de quienes actúan en la ?cosa pública?? como en su cortijo privado, y que, aunque tengan una apreciable corte de admiradores, que todo lo admiten y disculpan, se está acabando esa época en la que parecía que ciertos personajes públicos estaban por encima del bien y del mal.