Lo que está encanallando España es intermediarios como Aguirre y propietarios como la Conferencia Episcopal
Ha publicado el diario El País la reconstrucción de un almuerzo celebrado en el Palacio Real y ofrecido por el Rey de España al que asistía la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Inopinadamente, Esperanza Aguirre reclamó al Rey un ?trato más humano?? para el periodista de la cadena Cope, Federico Jiménez Losantos.
La insistencia de la presidenta irritó al monarca, según la versión de los hechos difundida por el periódico, hasta el punto que dirigiéndose a monseñor Rouco Varela, ausente del almuerzo, le pidió que rezara menos por él y que se ocupara de la cadena de radio de la Conferencia Episcopal española.
Un episodio medieval
Esperanza Aguirre se convirtió en intermediaria del periodista ante el Rey como un episodio medieval en la que un noble se acerca a la Corona para interceder por alguien que sin duda está metiendo la pata, pero con el agravante de que Esperanza Aguirre no encuentra, o al menos no manifiesta, nada reprobable en la conducta del periodista.
Asumir responsabilidades
¿Qué puede hacer el Rey y que podemos hacer todos por Federico Jiménez Losantos? Sólo una cosa: pedir a los propietarios de la emisora que asuman las responsabilidades derivadas de lo que se emite en esa cadena que es de su propiedad. Si la línea editorial de la Cope es la solicitud de la abdicación del Rey y criticarlo sistemáticamente, la Conferencia Episcopal debe tener su política respecto a la más alta magistratura del estado acorde con esa beligerancia.
Telemadrid, un mal ejemplo
La coartada de todos ellos, incluida Esperanza Aguirre, es la libertad de expresión que deben gozar los periodistas en los medios en los que trabajan. No predican con el ejemplo. Telemadrid es un claro ejemplo de sectarismo denunciado por los trabajadores y visible cada día en sus informativos en los que jamás cabría una opinión contraria a la presidenta de Madrid que siempre cuida su imagen hasta el límite.
Intermediarios y propietarios
Podríamos hacer la prueba de blasfemar en la cadena episcopal para ver si una ofensa a Dios es posible en tanta sensibilidad con la libertad de expresión. En todo caso, el problema no es el periodista: lo que de verdad está encanallando España son intermediarios como Esperanza Aguirre y propietarios como la Conferencia Episcopal.