EL PODER DE LA IGLESIA. Juan de Dios Regordán Domínguez

0
41

No podemos creer en un nuevo paraíso temporal, como fruto de nuestro esfuerzo para conseguir disminuir el sufrimiento de los más débiles. Se puede estar tentado a poner una acción temporal bastante peligrosa: buscar, promover y potenciar, dentro del organigrama eclesial, movimientos arrolladores, incluso financieros, como si el triunfo del Reino de Dios dependiera del grado de potencialidad humana y prestigio de la Iglesia.

Otra tentación, no menos importante consiste en aprovecharse de la misma Iglesia para fines personales o particulares inconfesables. Parece estar de moda ampararse en la Iglesia y en sus movimientos para conseguir unos fines temporales, políticos o de grupo.

El auténtico móvil del compromiso del cristiano ha de ser el sufrimiento de las personas y el estado del mundo, destrozado por los conflictos entre la obra de Dios y las fuerzas del mal. El compromiso no tiene límites, llega hasta la donación total, hasta la misma muerte. Pero Jesús no señala cuál debe ser el compromiso concreto. Cuando le preguntan ?qué hacer??, siempre responde con una invitación ?a lo que debes ser??.Le interesa más el interior personal que lo que haga en un momento determinado.

Jesucristo establece su Reino sobre la base de que para entrar en el Reino hay que convertirse y hacerse niño. La Iglesia es, según el pensamiento de Cristo, una actitud de SERVICIO, compartir lo que somos y tenemos. La fuerza de la Iglesia no reside en su poderío humano ni en su consideración social, sino en la presencia del Espíritu. Estamos llamados a compartir no sólo lo superfluo sino también lo necesario. ¿Asumiremos nuestro propio compromiso? No vayamos a darle la razón a Quevedo cuando dice: ?Estoy viendo que lo han de leer los unos para los otros y ninguno para sí??…