El Papa Benedicto XVI concretó hoy la labor de la mujer en la Iglesia y no descartó su presencia en lugares de mayor responsabilidad, gracias a «su superioridad». En este sentido, aseguró que la Iglesia tendrá que «escuchar a Dios».
«Creo que las mismas mujeres, con su empuje y su fuerza, con su superioridad, con lo que yo definiría su ‘potencia espiritual’, sabrán hacerse espacio. Y nosotros deberemos intentar ponernos a la escucha de Dios, para que no seamos nosotros los que lo impidamos, para que nos alegremos de que el elemento femenino obtenga en la Iglesia el pleno lugar de eficacia que le conviene, comenzando por la Madre de Dios y de María Magdalena», dijo el Papa tras explicar que, según el Derecho Canónico, el poder de tomar decisiones jurídicamente vinculantes va unido al Orden sagrado y, «desde este punto de vista hay límites» en la actualidad.
Concretamente, en entrevista difundida esta noche por Intereconomía TV, a la que ha tenido acceso Europa Press Televisión, se refirió primero a que la constitución del Colegio de los Apóstoles no permite conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, pero que éstas pueden tener «otros deberes y funciones», destacando la labor de Ildegarda de Bingen, Catalina de Siena o Brígida de Suecia. Después instó a las mujeres de los «tiempos modernos» a «hallar su justo lugar».
El Papa Benedicto XVI, preguntado acerca de si va a ser un Papa viajero y los lugares que piensa visitar, aseguró no sentirse «tan fuerte como para apuntar en la agenda muchos y grandes viajes» y enumeró los que tiene agendados hasta la fecha: Brasil, Tierra Santa y Austria.
«Debo decir que no me siento tan fuerte como para apuntar en la agenda muchos y grandes viajes, pero donde estos permitan dirigir un mensaje, aquellos que respondan a un verdadero deseo, quisiera hacerlos», destacó.
En este sentido, concretó que se desplazará el próximo año a Brasil para participar del encuentro del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que después tiene intención de ir a Tierra Santa, que espera «poder visitar en tiempo de paz» y que, a continuación se verá lo que le «reserva la Providencia».
Además, detalló que el viaje a Austria «ya ha sido acordado» después de su promesa «tal vez de manera un tanto imprudente». «Es un lugar que me ha gustado tanto que dije, sí, volveré. Naturalmente esto se ha convertido inmediatamente en una promesa, que mantendré, y la mantendré con gusto», agregó.
También se pidió al Papa que concretase acerca de su postura sobre el matrimonio homosexual ,el aborto o la contracepción, cuestiones de las que no habló en Valencia con motivo del Encuentro Mundial de las Familias el pasado mes de julio. En este sentido, justificó que sólo tuvo dos ocasiones de veinte minutos para hablar y que «teniendo tan poco tiempo no se puede abarcar todo».
Concretamente afirmó que «el catolicismo no es un cúmulo de prohibiciones, sino una opción positiva», conciencia que, a su juicio, actualmente «ha desaparecido casi completamente». Así, instó a los católicos proponer «que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, que la sexualidad indica las dimensiones del amor y que sobre este camino crece el matrimonio, como encuentro entre un hombre y una mujer, cúlmen de la felicidad y de la bendición. . . y después la familia, que garantiza la continuidad entre generaciones, en la que las generaciones se reconcilian entre ellas y en la que también las culturas se pueden encontrar».
En segundo lugar, agregó, «no se trata de una invención católica el hecho de que un hombre y una mujer estén hechos el uno para el otro, eso lo saben todas las culturas».
En relación al aborto, El Sumo Pontífice destacó que «no pertenece al sexto, sino al quinto mandamiento: ‘No matarás’, algo que hay que presuponer, a su entender «como obvio». Además, insistió, «la persona humana inicia en el seno materno y permanece persona humana hasta su último respiro».
Asimismo, el Santo Padre fue interrogado acerca de la situación en Oriente Próximo y de la posibilidad de que la Santa Sede influya en la situación, a lo que contestó que el Vaticano no tiene «ninguna posibilidad política» y no quiere «ningún poder político».
Con todo, hizo un «llamamiento a los cristianos y a todos aquellos que se sienten de alguna manera interpelados por la palabra de la Santa Sede, para que sean movilizadas todas las fuerzas que reconocen que la guerra es la peor solución para todos», que «no aporta nada bueno para nadie, ni siquiera para los supuestos ‘vencedores'».
A su juicio, la solución pasa por el entendimiento de que todos «debemos vivir juntos», por lo que instó a los políticos a «encontrar los caminos para que esto pueda acontecer lo más pronto posible, y sobre todo de forma duradera».
«Cada vez estoy más convencido tras mi diálogo con los obispos africanos que la cuestión fundamental, si queremos dar pasos adelante en este sentido –expuso el Papa sobre las respuestas de la Iglesia ante el sida y la superpoblación– se llama educación, formación».
Benedicto XVI consideró en este punto que el «verdadero problema» de la actual situación es el «desequilibrio» entre el rápido crecimiento del poder técnico frente al crecimiento de la «capacidad moral». «Por eso la formación de la persona es la verdadera receta, la llave de todo, yo diría», añadió.
El Pontífice detalla que en África y Asia la Iglesia cuenta con una gran red de escuelas para «comunicar no sólo el conocimiento técnico», sino para «formar personas humanas que quieran reconciliarse, que sepan que tenemos que construir y no destruir, y que tenemos las referencias necesarias para saber convivir», que se completa con una red de hospitales y de centros de asistencia donde se cura también el sida.
«Justo en África se trabaja mucho para que las diferentes dimensiones de la formación se puedan integrar y así sea posible la superación de la violencia y también de la epidemia, entre las que están también la malaria y la tuberculosis», concluyó.
En su entrevista concedida antes de partir hacia Baviera, explica también el Papa la trascendencia de su visita pastoral a Alemania. En primer lugar se refiere a su deseo de volver a encontrarse con los lugares y las personas con las que creció, que, dijo, le han marcado y han formado parte de su vida y después al lógico mensaje coherente con su ministerio.
«El asunto fundamental es que debemos redescubrir a Dios (. . . ) Partiendo de esto, debemos explorar caminos para redescubrir a Dios en la familia, en las generaciones y también entre las distintas culturas y entre los distintos pueblos», destacó del mensaje apostólico.
Ante la pregunta de si el Papa Benedicto es una personalidad diferente del cardenal Ratzinger, el Santo Padre reconoció que «naturalmente, las circunstancias, las situaciones y también los hombres cambian, ya que se asumen responsabilidades diferentes» y aseguró que su personalidad y su visión «han crecido», pero que han quedado «idénticos» en lo que se refiere a aquello que es esencial. «Por eso yo me alegro de que ahora se pongan de relieve aspectos que antes nadie notaba», apuntó.
Finalmente, sobre si le gusta su deber y no es un peso para l, Benedicto XVI declara: «Esto sería decir demasiado, porque en realidad es una tarea agotadora, pero de todas formas intento encontrar la felicidad».