El Papa en el Sínodo sobre los jóvenes

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Papa Francisco7Oración Del Papa Francisco En El Sínodo © Vatican Media
El Papa pide ?franqueza?? en hablar y ?apertura?? en escuchar para el discernimiento
Discurso en la apertura
?La escucha y la salida de los estereotipos también son un poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, al cual se expone inevitablemente una asamblea como esta, más allá de las intenciones de cada uno de nosotros??, son algunas de las palabras que el Papa ha dirigido a los Padres Sinodales en la apertura de la Sínodo sobre los jóvenes.
Este lunes, 3 de octubre de 2018, a las 16:30 horas se ha celebrado la 1ª Congregación General de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos en el Aula del Sínodo, presidida por el Papa Francisco, y en la que han participado los 267 Padres Sinodales, junto a los 34 jóvenes y algunos oyentes más.

El Pontífice, que ha ofrecido un saludo inicial a todos los participantes, ha destacado la idea de la ?franqueza en el hablar?? y la ?apertura en el escuchar??, fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento, ha subrayado.
Positivismo y entusiasmo
Antes de comenzar la sesión, los obispos y sacerdotes han rezado junto al Pontífice, invocando al Espíritu Santo. Tras la proclamación del Evangelio según san Lucas, los obispos han escuchado las intervenciones de los cardenales responsables del Sínodo sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, que se celebrará en Roma hasta el 28 de octubre.

Francisco ha comenzado su discurso agradeciendo de manera especial la presencia de los 34 jóvenes en la Asamblea del Sínodo: ?Ya sentimos la fuerza de su presencia que emana positividad y entusiasmo, capaz de invadir y regocijar no solo a esta sala, sino a toda la Iglesia y al mundo entero??.

A todos los jóvenes que de distintas formas han hecho oír su voz para este Sínodo de los Obispos, el Santo Padre les ha dicho: ?Vale la pena que nos pongamos en actitud de escucha los unos de los otros; vale la pena nadar contra corriente y vincularse a los valores más grandes: la familia, la fidelidad, el amor, la fe, el sacrificio, el servicio, la vida eterna??.
El Pontífice ha recordado a los jóvenes que son parte de la Iglesia: ?Vale la pena sentirse parte de la Iglesia o dialogar con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como hogar, como familia, capaz, a pesar de las debilidades y dificultades humanas, de brillar y transmitir el mensaje eterno de Cristo??.

La virtud del discernimiento
El Papa ha insistido en la actitud de escuchar y de discernimiento: ?El discernimiento es el método y a la vez el objetivo que nos proponemos: se funda en la convicción de que Dios está actuando en la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que me hablan??.
En esta línea, Francisco ha propuesto que cada 5 intervenciones, haya un momento de reflexión, de al menos 3 minutos para meditar las palabras escuchadas, para dejar espacio a la ?interioridad??.

Alianza entre jóvenes y adultos
El Pontífice ha advertido a los Padres Sinodales: ?La mayoría de los aquí presentes no pertenecéis a la generación de los jóvenes, por lo que es evidente que debemos vigilar para evitar sobre todo el riesgo de hablar de los jóvenes a partir de categorías y esquemas mentales que ya están superados??. Por lo que ?Los adultos deben superar la tentación de subestimar las capacidades de los jóvenes y juzgarlos negativamente??, ha aconsejado.
Y a los jóvenes, en cambio, el Papa les ha indicado que deberían de vencer la ?tentación de no escuchar a los adultos?? y de considerar a los ancianos como «algo antiguo, pasado y aburrido», olvidando que es absurdo querer empezar siempre de cero, ?como si la vida comenzara solo con cada uno de ellos??.

En conclusión, el Santo Padre ha pedido una ?alianza entre adultos y jóvenes?? y ha expresado que ?una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejan en vez de acercarse??.
RD
Sigue el discurso completo del Santo Padre Francisco, en la apertura de la XV Asamblea General del Sínodo de los Obispos:

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Discurso del Papa Francisco

Estimadas Beatitudes, Eminencias y Excelencias
Queridos hermanos y hermanas, queridísimos jóvenes.
Entrando en esta aula para hablar de los jóvenes, se siente ya la fuerza de su presencia, que transmite una positividad y un entusiasmo capaz de inundar y llenar de alegría, no solo esta aula sino toda la Iglesia y el mundo entero.

Por esta razón no puedo comenzar sin deciros antes «gracias». Gracias a los que estáis aquí presentes, gracias a tantas personas que, a lo largo de un camino de preparación de dos años ?aquí en la Iglesia de Roma y en todas las iglesias del mundo? han trabajado con entrega y pasión para que pudiéramos llegar a este momento. Gracias de corazón al cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo, a los presidentes delegados, al cardenal Sérgio da Rocha, relator general, a Mons. Fabio Fabene, subsecretario; a los oficiales de la Secretaría general y a los ayudantes; gracias a todos vosotros, padres sinodales, auditores, auditoras, expertos y consultores; a los delegados fraternos; a los traductores, a los cantores, a los periodistas. Gracias de corazón a todos por vuestra participación activa y fecunda.
Un sentido «gracias» merecen los dos secretarios especiales, Padre Giacomo Costa, jesuita, y Don Rossano Sala, salesiano, que han trabajado generosamente con empeño y abnegación. Se han dejado la piel en la preparación.

Deseo enviar también un vivo agradecimiento a los jóvenes que están conectados con nosotros en este momento, y a todos los jóvenes que de distintas formas han hecho oír su voz. Les doy las gracias por haber apostado a favor de que merece la pena sentirse parte de la Iglesia, o entrar en diálogo con ella; vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como casa, como familia, y que, a pesar de las debilidades humanas y las dificultades, es capaz de brillar y trasmitir el mensaje imperecedero de Cristo; vale la pena aferrarse a la barca de la Iglesia que, aun a través de las terribles tempestades del mundo, sigue ofreciendo a todos refugio y hospitalidad; vale la pena que nos pongamos en actitud de escucha los unos de los otros; vale la pena nadar contra corriente y vincularse a los valores más grandes: la familia, la fidelidad, el amor, la fe, el sacrificio, el servicio, la vida eterna.

Nuestra responsabilidad en el Sínodo es la de no desmentirlos, es más, la de demostrar que tenían razón en apostar: de verdad vale la pena, de verdad no es una pérdida de tiempo.
Y os doy las gracias especialmente a vosotros, queridos jóvenes aquí presentes. El camino de preparación al Sínodo nos ha enseñado que el universo juvenil es tan variado que no puede ser representado totalmente, pero vosotros sois de verdad un signo importante del mismo. Vuestra participación nos llena de alegría y de esperanza.

EI Sínodo que estamos viviendo es un tiempo para la participación. Deseo, por tanto, en este inicio del itinerario de la Asamblea sinodal, invitar a todos a hablar con valentía y parresia, es decir integrando libertad, verdad y caridad. Solo el diálogo nos hace crecer. Una crítica honesta y transparente es constructiva y útil, mientras que no lo son la vana palabrería, los rumores, las sospechas o los prejuicios.

Y a la valentía en el hablar debe corresponder la humildad en el escuchar. Decía a los jóvenes en la reunión pre-sinodal: «Si habla el que no me gusta, debo escuchar más, porque cada uno tiene el derecho de ser escuchado, como cada uno tiene el derecho de hablar». Esta escucha franca requiere valentía para tomar la palabra y hacerse portavoz de tantos jóvenes del mundo que no están presentes. Este escuchar es el que abre espacio al diálogo. El Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo, en primer lugar entre los que participan en él. Y el primer fruto de ese diálogo es que cada uno se abra a la novedad, a cambiar su propia opinión gracias a lo que ha escuchado de los demás. Esto es importante para el Sínodo. Muchos de vosotros habéis preparado ya vuestra intervención antes de venir ?y os doy las gracias por este trabajo?, pero os invito a sentiros libres de considerar lo que habéis preparado como un borrador provisional abierto a las eventuales integraciones y modificaciones que el camino sinodal os podrá sugerir a cada uno. Sintámonos libres de acoger y comprender a los demás y por tanto de cambiar nuestras convicciones y posiciones: es signo de gran madurez humana y espiritual.

El Sínodo es un ejercicio eclesial de discernimiento. La franqueza en el hablar y la apertura en el escuchar son fundamentales para que el Sínodo sea un proceso de discernimiento. El discernimiento no es un slogan publicitario, no es una técnica organizativa, y ni siquiera una moda de este pontificado, sino una actitud interiorque tiene su raíz en unacto de fe.

El discernimiento es el método y a la vez el objetivo que nos proponemos: se funda en la convicción de que Dios está actuando en la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que me hablan. Por eso estamos llamados a ponernos en actitud de escuchar lo que el Espíritu nos sugiere, de maneras y en direcciones muchas veces imprevisibles. El discernimiento tiene necesidad de espacios y de tiempos. Por esto dispongo que, durante los trabajos, en la asamblea plenaria y en los grupos, cada cinco intervenciones se observe un momento de silencio ?de tres minutos aproximadamente?, para permitir que cada uno preste atención a la resonancia que las cosas que ha escuchado suscite en su corazón, para profundizar y aceptar lo que más le haya interesado. Este interés con respecto a la interioridad es la llave para recorrer el camino del reconocer, interpretar y elegir.

Somos signo de una Iglesia a la escucha y en camino. La actitud de escucha no puede limitarse a las palabras que nos dirijamos en los trabajos sinodales. El camino de preparación para este momento ha evidenciado una Iglesia «con una deuda de escucha», también en relación a los jóvenes, que muchas veces no se sienten comprendidos en su originalidad por parte de la Iglesia y, por tanto, no suficientemente aceptados por lo que son realmente, y, alguna vez incluso, hasta rechazados. Este Sínodo tiene la oportunidad, la tarea y el deber de ser signo de la Iglesia que se pone verdaderamente a la escucha, que se deja interpelar por las instancias de aquellos con los que se encuentra, que no tiene siempre una respuesta ya preparada y pre confeccionada. Una Iglesia que no escucha se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, en particular para los jóvenes, que inevitablemente se alejan en vez de acercarse.

Huyamos de prejuicios y estereotipos. Un primer paso en la dirección de la escucha es liberar nuestras mentes y nuestros corazones de prejuicios y estereotipos: cuando pensamos que ya sabemos quién es el otro y lo que quiere, entonces se hace realmente difícil escucharlo en serio.

Las relaciones entre las generaciones son un terreno en el que los prejuicios y estereotipos se arraigan con una facilidad proverbial, sin que a menudo ni siquiera nos demos cuenta. Los jóvenes tienen la tentación de considerar a los adultos como anticuados; los adultos tienen la tentación de calificar a los jóvenes como inexpertos, de saber cómo son y sobre todo cómo deberían de ser y de comportarse. Todo esto puede llegar a ser un fuerte obstáculo para el diálogo y el encuentro entre las generaciones. La mayoría de los aquí presentes no pertenecéis a la generación de los jóvenes, por lo que es evidente que debemos vigilar para evitar sobre todo el riesgo de hablar de los jóvenes a partir de categorías y esquemas mentales que ya están superados. Si podemos evitar este riesgo, entonces podremos contribuir a que sea posible una alianza entre generaciones.

Los adultos deben superar la tentación de subestimar las capacidades de los jóvenes y juzgarlos negativamente. Leí una vez que la primera mención de este hecho se remonta al 3.000 a.C. y fue encontrado en una vasija de barro de la antigua Babilonia, donde está escrito que la juventud es inmoral y que los jóvenes no son capaces de salvar la cultura del pueblo. Es una vieja tradición de nosotros, los viejos. Los jóvenes, en cambio, deberían de vencer la tentación de no escuchar a los adultos y de considerar a los ancianos como «algo antiguo, pasado y aburrido», olvidando que es absurdo querer empezar siempre de cero, como si la vida comenzara solo con cada uno de ellos. En realidad, los ancianos, a pesar de su fragilidad física, permanecen siempre como la memoria de nuestra humanidad, las raíces de nuestra sociedad, el «pulso» de nuestra civilización. Despreciarlos, desprenderse de ellos, encerrarlos en reservas aisladas o ignorarlos es una muestra de cesión a la mentalidad del mundo que está devorando nuestras casas desde dentro. Descuidar el tesoro de las experiencias que cada generación recibe en herencia y transmite a la siguiente es un acto de autodestrucción.

Por una parte,es necesario superar con decisión la plaga del clericalismo. En efecto, escuchar y huir de los estereotipos es también un poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, al que una asamblea como esta se ve inevitablemente expuesta, más allá de las intenciones de cada uno de nosotros. Surge de una visión elitista y excluyente de la vocación, que interpreta el ministerio recibido como un poderque hay que ejercer más que como un serviciogratuito y generoso que ofrecer; y esto nos lleva a creer que pertenecemos a un grupo que tiene todas las respuestas y no necesita ya escuchar ni aprender nada, o hace como que escucha. El clericalismo es una perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia: debemos pedir humildemente perdón por ellos y, sobre todo, crear las condiciones para no repetirlos.

Por otro lado, sin embargo, es necesario curar el virus de la autosuficiencia y de las conclusiones apresuradas de muchos jóvenes. Un proverbio egipcio dice: «Si no hay un anciano en tu casa, cómpralo, porque te será útil». Repudiar y rechazar todo lo que se ha transmitido a lo largo de los siglos solo conduce al peligroso extravío que lamentablemente está amenazando nuestra humanidad; lleva al estado de desilusión que se ha apoderado del corazón de generaciones enteras. La acumulación, a lo largo de la historia, de experiencias humanas es el tesoro más valioso y digno de confianza que las generaciones reciben unas de otras. Sin olvidar nunca la revelación divina, que ilumina y da sentido a la historia y a nuestra existencia.

Hermanos y hermanas: Que el Sínodo despierte nuestros corazones. El presente, también el de la Iglesia, aparece lleno de trabajos, problemas y cargas. Pero la fe nos dice que es también kairos, en el que el Señor viene a nuestro encuentro para amarnos y llamarnos a la plenitud de la vida. El futuro no es una amenaza que hay que temer, sino el tiempo que el Señor nos promete para que podamos experimentar la comunión con él, con nuestros hermanos y con toda la creación. Necesitamos redescubrir las razones de nuestra esperanza y sobre todo transmitirlas a los jóvenes, que tienen sed de esperanza, como bien afirmó el Concilio Vaticano II: «Podemos pensar, con razón que el porvenir de la humanidad está en manos de aquellos sean capaces de transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar» (Cost. Past., Gaudium et Spes, 31).

El encuentro entre generaciones puede ser extremadamente fructífero para generar esperanza. El profeta Joel nos los enseña ?lo recordé también a los jóvenes de la reunión pre-sinodal? en esa que considero la profecía de nuestro tiempo: «Vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes verán visiones» (3,1), y profetizarán.

No hay necesidad de sofisticados argumentos teológicos para mostrar nuestro deber de ayudar al mundo contemporáneo a caminar hacia el reino de Dios, sin falsas esperanzas y sin ver solo ruinas y problemas. En efecto, san Juan XXIII, hablando de las personas que valoran los hechos sin suficiente objetividad ni juicio prudente, dijo: «Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida» (Discurso pronunciado para la solemne apertura del Concilio Vaticano II, 11 octubre 1962).

Por tanto, no hay que dejarse tentar por las «profecías de desgracias», ni gastar energías en «llevar cuenta de los fallos y echar en cara amarguras», hay que mantener los ojos fijos en el bien, que «a menudo no hace ruido, ni es tema de los blogs ni aparece en las primeras páginas», y no asustarse «ante las heridas de la carne de Cristo, causadas siempre por el pecado y con frecuencia por los hijos de la Iglesia» (cf. Discurso a los Obispos participantes en el curso promovido por la Congregación para los Obispos y para las Iglesias orientales, 13 septiembre, 2018).

Comprometámonos a procurar «frecuentar el futuro», y a que salga de este Sínodo no sólo un documento ?que generalmente es leído por pocos y criticado por muchos?, sino sobre todo propuestas pastorales concretas, capaces de llevar a cabo la tarea del propio Sínodo, que es la de hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos, e inspire a los jóvenes ?a todos los jóvenes, sin excepción? la visión de un futuro lleno de la alegría del evangelio. Gracias.
© Librería Editorial Vaticano. OCTUBRE 03, 2018 20:46
Sínodo: El Vaticano confirma la participación de dos obispos chinos

Presentación en la Oficina de Prensa
OCTUBRE 01, 2018 20:47 ROSA DIE ALCOLEA EL SÍNODO DE LOS OBISPOS
(ZENIT ? 1 oct. 2018).- A dos días del comienzo de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, se han presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede los últimos detalles de este gran evento eclesial sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, que se desarrollará del 3 al 28 de octubre de 2018 en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano.
La presentación ha estado a cargo, este lunes, 1 de octubre de 2018, a las 11 horas, del Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, del Cardenal Sérgio da Rocha, Relator General, y de Mons. Fabio Fabene, Subsecretario del Sínodo de los Obispos.
En la Asamblea participarán 267 padres sinodales, entre los cuales están los oyentes, que son ?34 jóvenes, de entre 18 y 29 años, que contribuirán con su presencia viva para hacer oír la voz de muchos de sus contemporáneos??, ha indicado Mons. Lorenzo Baldisseri.

Además, por primera vez, participarán en el Sínodo ?dos Obispos de la China continental?? ?ha destacado el Cardenal Baldisseri? tras la firma del acuerdo provisional entre la Santa Sede y la República Popular China.

El Sínodo sobre los jóvenes es el tercero que convoca el Papa Francisco, siendo los dos anteriores sobre la familia: Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización, celebrado del 5 al 19 de octubre de 2014, y Jesucristo revela el misterio y la vocación de la familia, del 4-25 de octubre de 2015.

Instrucción sobre la celebración
Asimismo, en la Conferencia de prensa se presentó la ?Instrucción sobre la celebración de las Asambleas sinodales y sobre la actividad del Secretariado General del Sínodo de los Obispos??, en aplicación del art. 26 de la reciente Constitución Apostólica del Papa Francisco Episcopalis communio (15 de septiembre de 2018).

Mons. Fabio Fabene, Subsecretario del Sínodo de los Obispos, explicó que ?la reciente Constitución Apostólica sustituye al Motu Proprio Apostólico Sollicitudo del Beato Pablo VI, así también la nueva Instrucción reemplaza al Ordo Synodi Episcoporum, que en el curso de unos cincuenta años ha conocido varias ediciones, hasta la última aprobada por Benedicto XVI en 2006.
?Todas las funciones y procedimientos están regulados para facilitar al máximo el debate ?concluyó el Subsecretario del Sínodo? y el intercambio de puntos de vista entre los Padres sinodales, a fin de poner de relieve la riqueza de las voces de las Iglesias dispersas por todo el mundo??.

La Instrucción comienza subrayando que es ?competencia del Papa convocar el Sínodo de los Obispos??, establecer el tema o temas que tratará, elegir a los miembros del Sínodo, presidir la Asamblea del Sínodo, promulgar y ratificar el Documento final y concluir, actualizar, transferir, suspender o disolver el Sínodo.
Este documento tiene dos partes: una primera en la que se detalla los sujetos que forman parte de la Asamblea del Sínodo y de la Secretaría General del Sínodo; y una segunda parte en la que se detalla el procedimiento del Sínodo.

La Asamblea sinodal permitirá centrarse en la misión de la Iglesia de acompañar a los ?jóvenes en su camino existencial??, abriéndose al encuentro con Dios, precisó el Card. Baldisseri, y al mismo tiempo, permitirá a los jóvenes mirar a la Esposa de Cristo más allá de los escándalos que la han golpeado. ?Los jóvenes ?insistió el Secretario General del Sínodo de los Obispos? están abiertos a comprender la fragilidad humana y la Iglesia no puede ser representada sólo por algunos que han cometido errores??.
Tres unidades de trabajo
El Card. Baldisseri también señaló que la Asamblea sinodal se dividirá en tres ?unidades de trabajo??, correlacionadas con las tres partes del documento de trabajo: Reconocer, la Iglesia a la escucha de la realidad; Interpretar, fe y discernimiento vocacional; Elegir, caminos de conversión pastoral y misionera.

Otra novedad de la Instrucción es que, en virtud de la Episcopalis Communio, ?podrán ser elegidos sólo Obispos diocesanos, en el espíritu del Concilio Vaticano II, que pedía que, en ayuda del Papa, se constituyera un organismo central permanente compuesto por Pastores responsables de las Iglesias particulares??, subrayó Mons. Fabio Fabene.
El Cardenal Sérgio da Rocha, Relator General del Sínodo de los Obispos, se centró en ?el rol del Instrumentum laboris, como punto de referencia de los trabajos??, al presentar el desarrollo general de la Asamblea sinodal..

Este Documento ?ha explicado? representa un marco de referencia, una síntesis de las miles de páginas de testimonios, reflexiones y peticiones de todo el mundo, pero ciertamente no es una receta lista para acompañar a los jóvenes a la fe y a la plenitud de vida, ni una solución pre-envasada a las muchas cuestiones que la escucha pre-sinodal ha suscitado.
OCTUBRE 01, 2018 20:47EL SÍNODO DE LOS OBISPOS