«Es lógico que encontréis difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia y en su nombre expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que todos sentimos», dice a las vícitimas
Benedicto XVI ha anunciado que va a iniciar una inspección en «algunas diócesis de Irlanda, así como en los seminarios y congregaciones religiosas» donde se han producido casos de pederastia con objeto de «ayudar a la Iglesia local en su camino de renovación».
En su carta pastoral dirigida a la Iglesia irlandesa, y dada hoy a conocer, el Papa acusa a los sacerdotes y religiosos que han cometido abusos de «traicionar la confianza» depositada por «jóvenes inocentes» y advierte de que deberán responder por ello «ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos».
En su carta, el Papa comparte la «desazón y el sentimiento de traición» que muchos han experimentado al enterarse de esos «actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia en Irlanda» y explica que decidió escribirla por la «gravedad de estos delitos y la respuesta a menudo inadecuada» que han recibido por parte de las autoridades eclesiásticas irlandesas y para expresar su «cercanía» y proponer un camino de «curación, renovación y reparación».
La carta es un llamamiento para frenar la crisis abierta no sólo en Irlanda sino en toda Europa a raíz de los acontecimientos que día tras día se van conociendo en Holanda, Suiza, Alemania, Austria, Italia y ahora también en España. En ella, Benedicto XVI se dirige tanto a obispos, sacerdotes y religiosos como a los jóvenes que han sufrido los abusos, a sus padres y a todos los feligreses en general. A cada uno de estos grupos, les dedica un punto de los 14 que la componen.
El Papa se muestra especialmente duro con los obispos al decirles que algunos «han fracasado, a veces lamentablemente, a la hora de aplicar las normas del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños» y de haber cometido «graves errores en respuesta a las acusaciones». Ahora, les exhorta a cooperar con las autoridades y alienta a los laicos para que desempeñen el papel que le corresponde dentro de la Iglesia.
A los sacerdotes y religiosos que han abusado de menores, les responsabiliza de haber causado un «inmenso daño a las víctimas, a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa» y de de arrojar «vergüenza y deshonor» sobre sus semejantes. Les pide que examinen su conciencia, asuman su responsabilidad y expresen su pesar con humildad.
Antes, el Pontífice dirige palabras de afecto para las víctimas que nunca podrán borrar el mal que han sufrido. «Habéis sufrido inmensamente y me apesadumbra tanto», escribe. «Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad», añade al mismo tiempo que confía en que no pierdan la esperanza y que recuerden a Jesucristo, víctima también de «la injusticia y el pecado».
La carta traza un recorrido histórico de la Iglesia irlandesa, en el que reconoce su importancia, y en la que detecta una crisis en las últimas décadas debida a la transformación y secularización que ha sufrido la sociedad. Un cambio demasiado veloz que ha llevado incluso a «sacerdotes y religiosos a adoptar formas de pensamiento y de juicio de la realidad secular sin referencia suficiente al Evangelio» y en algunas ocasiones a «entender mal el programa de renovación propuesto por el Concilio Vaticano II». El Papa se refiere en concreto a la tendencia de «evitar los enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares».
Además señala los factores negativos que han conducido a esa crisis. Entre ellos, los procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa, la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados, la tendencia de la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y de la salvaguardia de la dignidad de cada persona.
Poco después de hacerse pública la pastoral, One in Four, una de las asociaciones que agrupa a jóvenes que han sufrido abusos emitía un comunicado donde dice sentirse «profundamente decepcionada» porque creen que la carta «está muy lejos de responder a las preocupaciones» de las víctimas. Se lamentan de que esté excesivamente centrada en los sacerdotes irlandeses y olvide «la responsabilidad del Vaticano».