Según Juan María Uriarte, deben evitar que ningún programa «destile animosidad, ironía mordaz o sectarismo, porque tales comportamientos desmoralizan, desaniman y siembran desesperanza»
El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, ha criticado duramente a los medios de comunicación controlados por la Iglesia en su última pastoral, titulada La verdad vence al miedo y cuyo contenido se basa, casi íntegramente, en un llamamiento a luchar contra ETA.
Según Uriarte, los medios de la Iglesia «tienen el deber de ser ejemplares también a la hora de suscitar la esperanza». El obispo asegura que «muchos de sus escritos y programas son coherentes con este deber ineludible», aunque lamenta que no sea así en «todos» los casos, al tiempo que recalca que la «Iglesia debe procurar que todos sus profesionales siembren concordia, respeto al diferente y serenidad valorativa».
En este sentido recalca que «deben asimismo evitar que ninguno destile animosidad, ironía mordaz, sectarismo. Tales comportamientos desmoralizan, desaniman y siembran desesperanza».
Antes de esta crítica, Uriarte resalta en su carta la importancia de los profesionales de la información por su «enorme potencial configurador de la mentalidad, la sensibilidad y la conducta de los ciudadanos». Reconoce que la «realidad engendra noticias alentadoras y preocupantes, incluso terribles» que es «normal» que sean recogidas por la prensa, ya que ésta «no puede escamotear su servicio a la verdad». No obstante, advierte de que «si por motivos comerciales o servidumbres ideológicas se describen y comentan de manera reiterada y duramente sesgada los aspectos sombríos de la realidad, el ánimo de los ciudadanos se encoge y, lejos de sentirse estimulado, puede ir hundiéndose en un derrotismo pasivo».
Terrorismo
El religioso asegura que los últimos acontecimientos, relacionados con el «lamentable fracaso de las expectativas de paz» o el «retorno abominable de ETA a su actividad terrorista», provocan una «regresión deplorable y preocupante», que remite a un «crudo pasado que muchos creían cancelado». «Queremos confiar en que este retroceso de la causa de la paz sea transitorio», aunque actualmente «nada nos asegura» que será así, reconoce Uriarte.
«En cualquier caso», dice el obispo, lo que ha ocurrido es que «una nueva decepción y un renovado temor a una confrontación inhumana han congelado la ilusión» de la sociedad y han «debilitado su esperanza de paz». Por ello se dirige a los «numerosos cristianos implicados en responsabilidades políticas de Gobierno o de partidos», ya que estos son, a su juicio, «símbolo de la sociedad civil y espejo en el que se miran los ciudadanos».
A ellos les pide que «sean generadores de esperanza» lo que, en opinión de Uriarte, lo consiguen «cuando saben anteponer el bien común a los intereses de partido; practican la autocrítica y huyen de la descalificación sistemática de sus adversarios políticos, y realizan el máximo servicio con la mínima voluntad de protagonismo».