Una vez más un obispo arremete contra medidas de este Gobierno que no le gusta. Ellos siguen alineándose una y otra vez junto a las posiciones de la Derecha. Ahora es Jesús Sanz, días atrás fue Reig Pla y con mucha mayor frecuencia Cañizares y Rouco Varela o el portavoz Martínez Camino. Nos parece que nuestros obispos deberían ser mucho más moderados en sus discursos políticos y mucho más «neutrales» de lo que vienen siendo. Redacción
«La prisión atenuada a De Juana pervierte el perdón»
El obispo de Huesca, Jesús Sanz, considera que la medida de prisión atenuada para el etarra José Ignacio De Juana «pervierte un sentimiento noble como es el perdón», y califica de «advenediza» la justificación dada por quienes la adoptaron al asegurar que fue en «defensa de la vida».
En su carta pastoral de ayer domingo, titulada «Los idus de marzo», en alusión a la novela de Thornton Wilder del mismo título, asegura que entre los «traidores hasta el egoísmo más desleal» de los que habla el libro se encuentran «los que manchan el nombre de la paz y el de la piedad».
En este sentido responsabiliza al Gobierno (al que no nombra) de utilizar el nombre de la paz «en moneda de cambio con el que pagar, cueste lo que cueste, la particular guerra contra sus adversarios políticos, sociales y mediáticos, llegando a pervertir un sentimiento noble como es el perdón».
Sanz argumenta que el «perdón» dado a De Juana se dirige a «camuflar el chantaje del que siendo rehenes ellos mismos, nos hacen víctimas a todos los demás», y critica la insistencia en defender el carácter humanitario de la medida.
«Como consigna de un nuevo ‘pásalo’ -subraya-, lo repiten sin parar, sin ninguna pausa y con mucha prisa: lo hemos hecho por piedad, hemos salvado la vida a un asesino que celebra sus veinticinco matanzas brindando con champán, le hemos salvado la vida porque defendemos la vida».
El titular de la diócesis oscense, que ve en la medida un «cinismo asustado», dice «suponer» que el argumento de «en defensa de la vida» será utilizado en el futuro ante «la eutanasia que viene», o para actuar contra «quienes quieren una educación no ideologizada ni sectaria para sus hijos».
«Supongo -ironiza- que no pondrán más obstáculos para saber la verdad de la maraña confusa y confundida de otra matanza, el 11-M, cuya sospecha les mira porque defienden la vida. Supongo que ya no jugarán a romper la familia con sus leyes para amiguetes porque defienden la vida».
«Supongo, en fin, que encabezarán la defensa del más amenazado de todos los seres humanos, el no nacido, luchando contra el aborto en primera línea porque defienden la vida. Si no lo hacen así, nos habrán vuelto a colar su mentira, que hasta pueden hacerla legal, pero que es y será siempre inmoral».
De los autores de esta política afirma Sanz que «pretenden cambiar la historia sacándose de la chistera del resentimiento lo que dicen ellos que ocurrió. Como adolescentes montan y desmontan operaciones económicas jugando al a ver quien llega a más, cuando se trata de costear favores inconfesables con el dinero más ajeno, lavando como pueden las deudas de su propia corrupción».
En su pastoral confronta a los «traidores» de los que habla Wilder con los «héroes hasta la virtud más generosa», entre quienes sitúa a las «víctimas de la serpiente terrorista y las gentes sencillas que espontáneamente han querido solidarizarse con los débiles ignorados, despreciados y hasta perseguidos», en alusión a las personas que asistieron a las manifestaciones del PP.
«Era la enésima concentración -agrega- que en las principales ciudades se dieron cita, a plena luz aunque era de noche, sin encapuchados y sin mentiras. No eran vociferantes, sino ciudadanos de bien que no quieren asistir impávidos al espectáculo que algunos gobernantes nos brindan en el pim-pam-pum del disparate político».