Luiz Flavio Cappio, obispo la diócesis de Barra del estado de Bahia, anuncia una nueva huelga indefinida contra el trasvase del río Sao Francisco que construye el Gobierno de Lula
Enfrentamiento total. Movimientos sociales en pie de guerra. Y una segunda huelga de hambre del obispo más comprometido con el medio ambiente de Brasil. Dos años después de que Luiz Flávio Cappio decidiese declarar la guerra a Lula para intentar parar el polémico trasvase del río Sao Francisco, el obispo vuelve a la carga.
El anunció ha sido hecho público hoy en Brasilia por Tomas Balduíno y Roberto Malvezzi, dos líderes históricos de la Comisión Pastoral de la Terra (CPT), el ala izquierdista de la iglesia brasileña, uno de los sectores eclesiásticos responsables por el auge de la teología de liberación en América Latina en los años setenta. La huelga de hambre, según la CPT, ha comenzado hoy mismo en Vila São Francisco, una pequeña aldea situada en el término municipal de Sobradinho (Bahía), en las márgenes del Velho Chico, como se conoce cariñosamente al río Sao Francisco en Brasil.
El obispo va a estar arropado por miembros del Movimiento de los Afectados por Presas (MAB), del Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA), del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), además de por líderes de la CPT y por población de la región.
Roberto Malvezzi, en declaraciones a la publicación Brasil de Fato, aseguró que «después de la falta de diálogo del Gobierno de Lula, el obispo mantiene su convicción de que el trasvase no atenderá a la población del nordeste brasileño y si a los intereses de las multinacionales». Desde la primera huelga de hambre, Luiz Flávio ha defendido públicamente que la mejor alternativa para la población son las 530 obras sugeridas por la Agencia Nacional de Aguas (ANA) en el Atlas del Nordeste. Las propuestas de la ANA serían suficientes para abastecer los 1.300 municipios de la región con más de 5.000 habitantes con un costo inferior al del trasvase: 1945 millones de dólares frente a 3567 millones de dólares.
Promesas incumplidas
Después de la primera huelga de hambre, que duró 11 días, Lula recibió en Brasilia a Luiz Flavio en diciembre de 2005 y le prometió negociar con los movimientos sociales el trasvase del río São Francisco. Sin embargo, las promesas de Lula fueron incumplidas. El proyecto del trasvase no fue ni discutido en el Congreso. El 22 de enero de 2007 fue anunciado a bombo y platillo dentro del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), parte de cuya financiación Lula fue a buscarla a España en su última visita.
En mayo de 2007 Lula desplazó al ejército a la localidad de Cabrobó (Pernambuco) para comenzar las obras del polémico trasvase. Los movimientos sociales de todo Brasil, liderados por la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), fundada por el ex obispo catalán Pere Casaldáliga, por colectivos indígenas y por el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) ocuparon las obras del trasvase el día 26 de junio. El campamento, en el que participaron 1.200 personas, fue disuelto por el ejército el día 4 de julio.
El trasvase del río São Francisco pretende llevar hasta 127 metros cúbicos por segundo del río São Francisco, en años de lluvia, al nordeste brasileño. El Gobierno asegura que va a llevar agua a 12 millones de pobres del nordeste, la región más seca de Brasil. Roberto Malvezzi aseguró ayer, citando un informe del Ministro de Integración Nacional, que el » 70% de las aguas del trasvase serán destinadas a la fruticultura de regadío y apenas un 4% a la población rural». Además, critican la obra porque los 800 kilómetros de canales que serán construidos pasan ilegalmente por 34 territorios indígenas y 153 comunidades.
El río São Francisco, de 2.863 kilómetros de longitud, es el más largo de los que discurren exclusivamente en tierras brasileñas. Se lo conoce como el Río de la Integración Nacional, pues comunica la región sudeste y el nordeste.