El cielo rompió a llover toda la noche y muchos durmieron cubiertos con plásticos en la pista del aeropuerto Olaya Herrera. Esperaban el arranque de la misa que iba a oficiar el papa Francisco a primera hora. Dali, de 17 años, llevaba ahí con su novio desde las tres de la mañana, a medio kilómetro del altar, donde apenas se veía algo. Barro, chubasqueros, un millón y medio de personas y una fe inquebrantable en que ese era el lugar donde había que estar. ··· Ver noticia ···
El nuevo centro de gravedad de la Iglesia. La multitudinaria misa de Medellín simboliza el desplazamiento hacia la periferia del eje geográfico y social del catolicismo -- Daniel Verdú
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