Guillermo Casasnovas. Leía con estupor el otro día cómo el Gobierno había anunciado una amnistía para que aquellos que habían evadido dinero al fisco pudiesen traer su patrimonio a España pagando solo un 10% de impuestos. Mientras todo el mundo clama contra el fraude fiscal ? 70.000 millones de euros que nos ahorrarían unos cuantos recortes ? y muchos reclaman un sistema fiscal más justo y más redistributivo, ahora resulta que vamos a premiar a los estafadores.
La situación me recordaba a los inicios de algunos programas de microcréditos en América Latina: después de años recibiendo donaciones, a los trabajadores rurales se les decía que, para que el modelo de ayuda fuese sostenible, tendrían que devolver el dinero que se les daba en forma de préstamos. Algunos campesinos se esforzaban para mejorar su productividad y poder devolver el crédito, mientras que otros quedaban como morosos esperando una amnistía de la entidad prestamista. La realidad es que es complicado pasar de una cultura de la donación a una cultura del préstamo, pero con el tiempo ? a base de rigor en la concesión y en el cobro ? se conseguía cambiar. Lo importante era no mandar el mensaje equivocado.
Me temo que algo parecido pasa con los impuestos: no es fácil pasar de una cultura del escaqueo, del ?te lo hago sin factura?? y de los paraísos fiscales a una sociedad que valore los impuestos como lo que son: necesarios para financiar los servicios del Estado (hoy en día, para evitar recortes tan drásticos) y para redistribuir la riqueza. Lo que está claro es que para avanzar en esta dirección hay que mandar un determinado tipo de mensajes ? prohibición de los paraísos fiscales, lucha contra la corrupción, observancia de la ley?? ? y una amnistía como la que propone el Gobierno va en la dirección totalmente contraria.
Les dice a las grandes fortunas que no pasa nada si estafan al fisco o hacen negocios sucios: llegará el día en que el Estado les ayude a repatriar y lavar el dinero. Deslegitima al Gobierno e indigna a los ciudadanos de a pie.
Es cierto que a corto plazo nos irán muy bien estos ingresos por la repatriación del dinero evadido, pero creo que deberíamos mirar un poco más al futuro para que esta crisis haya servido de algo. ¿Qué sociedad queremos construir? ¿Qué comportamientos premiamos? ¿Qué mensajes queremos enviar? En un caso en que hasta los inspectores de Hacienda califican la medida como inconstitucional y ?éticamente impresentable??, queda un poco más claro a quién sirve este Gobierno.
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Para más información, puedes leer el Papel de CiJ: ?La fiscalidad que queremos??
También puedes visitar la página web de la ?Plataforma por una fiscalidad justa, ambiental y solidaria??, de la que CiJ forma parte.