La reseña que os ofrecemos remarca algo que, a veces, se nos escapa a los habitantes de los países del Norte. El caminar continuo y silencioso de los pueblos, el día a día de las luchas locales, que es la savia que nutre el árbol inter-racial de la Solidaridad. Las luchas ?pequeñas?? dan sentido a la respuesta global ante un Mundo desvertebrado. Las manos de las mujeres africanas amasan la arcilla de la que será hecho el cántaro que un día podrá saciar nuestra sed de Justicia.
Mientras tanto, el compromiso cotidiano, el esfuerzo local, el trabajo diario, elaboran las nuevas estructuras que nos han de permitir una mirada amplia y total de algo que se acerca inexorablemente. Este Foro Mundial deslocalizado, ha permitido que todas y todos hayamos podido estar presentes en cualquier lugar del Planeta caminando hacia ese otro Mundo necesario.
«Una nueva África no sólo es posible, sino que ya ha comenzado. Los africanos han empezado a expresar sus problemas a su modo, y a buscarles sus propias soluciones». Estas palabras adquieren un significado especial en la boca desdentada de una campesina que debe usar bastón debido a su artritis y que nunca asistió a un Foro Social Mundial (FSM), pero es integrante activa del Foro Social de Zimbabwe, que a su vez forma parte del Foro Social Africano (FSA).
El FSA representa a más de 300 movimientos sociales de un amplio espectro de organizaciones y grupos (académicos, sociales, de desarrollo, religiosos y de jóvenes) de unos 45 países de África, y constituye un movimiento continental integral, capaz de expresar sus problemas, de comprometer a instituciones mundiales en un llamado a reelaborar los programas de ajuste estructural, y de denunciar las injusticias del sistema mundial de comercio.
«¿Quién hubiera pensado en 2001, después del primer FSM, que un país africano sería anfitrión de este evento mundial?», pregunta Maseko, una cultivadora orgánica del movimiento verde de Zimbabwe, en referencia al FSM realizado en Nairobi, Kenia, en 2007. «Todo esto significa un despertar en África y un cambio definitivo de poder a manos africanas», agrega.
Lo que entusiasma a Maseko no es sólo que un país africano haya sido anfitrión del Foro, sino la forma en que el FSA ha tomado el control de los problemas que enfrenta África y la iniciativa para hallarles soluciones. «Cuando el Foro Social Africano habla sobre el subdesarrollo en los países del Sur, tiene más peso que ONG internacionales. Podemos armonizar nuestras estrategias y políticas cuando nos integramos en red como africanos, más que cuando nos reunimos en conferencias mundiales, donde nuestros problemas son discutidos, pero no con la misma pasión ni urgencia??.
Para Sara Longwe, activista por los derechos de la mujer y miembro de Civicus (una coalición internacional de ONG con sede en Johannesburgo, Sudáfrica) y de Femnet (Red de Desarrollo y Comunicación de Mujeres Africanas, con sede en Nairobi) lo más admirable del FSA es el panorama general que ofrece. Ha asistido a la mayoría de las instancias regionales del FSM y sostiene que gracias a estas actividades los grupos de la sociedad civil de África pueden ver más allá de sus propios problemas y relacionarlos con las tribulaciones del continente en general.
Por ejemplo, la violencia de género se trataba de diversas formas en los distintos países, pero cuando las organizaciones comenzaron a unirse en el FSA, pudieron aunar recursos estratégicos para combatir el flagelo a escala regional y continental, destacó. «Hay solidaridad en el FSA. La sociedad civil africana, mediante la interacción interna, ha podido mirar más allá de sí misma y ver el panorama general de África; también ha separado la paja del trigo ya que algunas ONG se proclamaban pioneras o expertas en ciertos asuntos, pero la interacción y la integración en red en el FSA les hizo darse cuenta de que otras habían avanzado mucho más y esto fue un importante aprendizaje para muchos».
Dice también que el FSA hacía más que nada «ruido mundial», lo cual era bueno, porque era lo que se necesitaba en ese momento, pero ahora el foro regional ha avanzado a otro nivel, en que las reuniones ya no son continentales sino locales, en el ámbito de los foros nacionales que desembocan en el FSA. Esto significa que las ideas son mundiales pero la acción es local. «Los países toman lo macro y lo aplican a lo micro. Esto ha sido el mayor éxito del FSA. Con esta experiencia ganada, la sociedad civil puede llevar las lecciones aprendidas a nivel mundial en el FSM al nivel local». Pero lo más importante del FSA es que se haya convertido de un evento en un proceso. Los miembros trabajan todo el año en el Foro y en sus objetivos, como un continuo, y no como algo que conmemoren una vez al año.
En las zonas rurales de Zambia y Zimbabwe, casi nadie sabe de la existencia del FSM o del FSA, salvo aquellos que están vinculados a grandes organizaciones comunitarias o a grupos de la sociedad civil. Matilda Nzonderai, que trabaja en una organización dedicada a los huérfanos y a otros niños vulnerables de Zimbabwe, cuenta que sólo se enteró de la existencia de los foros porque alguien de otra organización le regaló una cartera de souvenir de uno de los dos eventos. Mary Kazembe participa en un grupo religioso que ayuda a mujeres a generar sus propios ingresos. Explica que su grupo no participa en los foros pero se entera de sus actividades mediante el Comité Coordinador No Gubernamental.
Extractos de un artículo de IPS