La Prensa ingresó a la ?prisión de las humillaciones?? en Phoenix donde obligan a los indocumentados a usar ropa interior rosada. Un hondureño relata las condiciones en que viven mientras esperan la deportación. Las cifras son escalofriantes. Sólo en lo que va de 2010, el sueño americano de 28,110 hondureños se truncó porque fueron deportados, unos por vía aérea y otros por tierra.
Las redadas contra inmigrantes continúan en Estados Unidos y cada vez se efectúan más a menudo, en especial en los estados fronterizos con México: California, Arizona, Nuevo México y Texas, y son trasladados a cárceles de máxima seguridad, mientras se anuncia el viaje de retorno.
Cientos de indocumentados, entre ellos hondureños, viven sus días presos en un ambiente de angustia, desesperación, en espera de una carta de deportación. LA PRENSA ingresó en la prisión de tiendas de Durango en Phoenix, Arizona, y relata las historias de los indocumentados en la bautizada ?cárcel de las humillaciones??.
En Arizona también espera a los indocumentados el sheriff Joe Arpaio y sus tiendas de campaña. Odiado por los indocumentados, en especial por los de origen mexicano, a Arpaio lo han apodado ?el cazador de inmigrantes??.
Los uniformes de los reclusos en esta prisión de Arizona son diferentes a cualquier otra: pantalón y camisa a rayas grises y blancas, calcetines y ropa interior rosada. Arpaio los castiga vistiéndolos de rosado. Cada cárcel que maneja el sheriff tiene capacidad para unos 130 presos. Actualmente hay 2,100. Era miércoles en Phoenix. El estado del Gran Cañón registraba una temperatura de casi 40 grados. Alrededor de la una de la tarde ingresamos en la cárcel de las tiendas de campaña. Después del comedor que estaba muy limpio, llegamos al patio y en medio de 136 presos encontramos al hondureño Kelvin Noel Ochoa, 21 años. Para conversar con LA PRENSA firmó un documento autorizando publicar sus declaraciones.
?Nos visten de rosado??
?Desde hace un mes estoy aquí. No violé ninguna ley. Me detuvieron por el color de mi piel y como no andaba identificación, me trajeron acá. Me sorprendí mucho cuando llegué. Vestir de rosado es humillante??, así comienza su relato Kelvin.
No portaba documentos y fue detenido en un viaje que había empezado en Los ángeles y terminó en Arizona. Este catracho preso en una de las cárceles más humillantes de Estados Unidos, según sus apreciaciones, llegó a EUA hace diez años por la ruta del ?mojado??. Es originario de Chamelecón. ?La Policía me dio a entender que como era de Centroamérica me detenían y a mi amigo no porque tiene otro color de piel y lo dejaron libre??, relató.
Cuando fue detenido, Kelvin sólo deseaba regresar a Honduras, pero necesitaba una carta de deportación y no la tenía. Los reclusos confesaron que pagan su alimentación, tienen derecho a un cambio de ropa interior rosada y sólo se les permite bañarse una vez al día.
?Tenemos un lugar aquí que llamamos El Hoyo. Allí nos mandan cuando nos castigan. Estuve un mes y me prohibieron visitas y hasta llamadas. Es un cuarto pequeño que lo vuelve loco a uno??, confesó Manuel, un mexicano que lleva trece meses en la prisión.
Jesús, de 19 años, también mexicano, narró que lo arrestaron por andar en estado de ebriedad. ?Pagamos nuestra comida y es horrible porque ni sal le ponen; nos hace vomitar. Hasta las medicinas pagamos. No somos criminales, sólo cometimos un error y no es justo que nos traten de esta manera??, se lamentó.
El hondureño Kelvin dialogó ese día con autoridades del consulado de Honduras en Phoenix, ya que él nunca había llamado para que le ayudaran con la deportación, un derecho de los detenidos.
?Aquí comemos lo mismo. No es la gran cosa, pero nos mantenemos vivos. Dormimos en estas tiendas y nos la pasamos todo el día.
Hacemos un poco de ejercicio, pero no me gusta cómo nos tratan y, aparte eso, la ropa rosada. Quiero salir de aquí. Soy el único hondureño que está. El mensaje que les puedo mandar es que no se vengan ilegales. Está muy difícil, en Arizona principalmente, aquí es lo más difícil, vean dónde estoy. No hay de otra que regresar al país de uno??. Al salir de la prisión, la vicecónsul Ana Robles reveló que el caso de Kelvin está complicado. Los cargos son por conducir un vehículo robado.
Prisión en San Diego
LA PRENSA también estuvo en las afueras de la cárcel East Mesa Detention Complex en San Diego, California, a diez minutos del borde fronterizo.
En una colina en la zona desértica está el complejo que alberga a cientos de indocumentados. El acceso no fue posible. Mientras esperábamos al personal del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, ICE, Nelly Rivera, originaria de Potrerillos, mostró su malestar con el personal del consulado: ?Ya era tiempo. ¿Por qué les cuesta tanto encargarse de los hondureños presos???. Con capacidad para unos 400 internos, en esta cárcel está detenido desde enero de 2010 su hijo Jaime Javier Chacón. ?Ayuden a nuestra gente, por favor.
Desde hace seis meses mi hijo está aquí. Hay un montón de hondureños esperando ser deportados y el consulado no los ayuda. Estoy desesperada y quisiera sacarlos a todos de allí??. Jaime vivía legalmente en EUA, pero lo despojaron de la tarjeta de residencia por motivos que Nelly no quiso revelar.
?Mi hijo vivía en la colonia Montefresco en San Pedro Sula. Estoy desesperada. Mi hijo tiene problemas mentales y aquí los tratan muy mal??, repetía. Eran las 10.00 am y la angustiada madre había salido de madrugada de Los Ángeles. A las 4.00 pm salió de la prisión contenta porque logró ver a Jaime.
Menores presas en Texas
En una cárcel de indocumentados en Fresno, Texas, también están presas dos hermanas menores de edad, una de 17 y otra de 16, originarias de Choluteca.
Su madre Ángela Armas vive desde hace siete años en Los Ángeles y acudió al consulado para que le ayuden a liberar a sus hijas. ?Me las agarró migración. Desde hace dos meses están presas. Son menores de edad y venían ilegales??, confesó.
Como toda familia que busca reunirse de nuevo, Ángela trabajó para pagarle al ?coyote??, pero algo falló. Las jóvenes salieron el pasado 3 de marzo. Ella acordó pagar 11,000 dólares, más de 200,000 lempiras, por llevarlas a Los Ángeles, pero sus hijas no llegaron, por lo que pagó la mitad. Fueron detenidas.
Este caso no es tan complicado, según el vicecónsul de Los Ángeles, Josué Rivera. ?Hay una ley que las protege y es la reunificación familiar. Ellas pueden estar aquí y se les busca padrino o madrina residente, ciudadana o que tenga TPS??, explicó.
Un cuñado de Ángela las apadrinará y recibió una cita del departamento de Servicio de Inmigración y Control de Aduanas para revisar el tema.