La conmemoración del Día Mundial de la Población el 11 de Julio, se enmarca en el tratamiento dado en la Cumbre del Grupo de los 8 en Japón en la cual los jefes de Estado de las economías más poderosas y consumidoras del mundo:
Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, Canadá, Rusia y Japón, abordan estrategias para afrontar el incremento del precio del petróleo, la crisis alimentaria y el cambio climático. Y en la realización de la Cumbre de Petrocaribe, dónde se intenta llegar a acuerdos para responder al desafío de las necesidades energéticas de poblaciones pobres de la zona.
La magnitud de la problemática resulta crucial para el futuro de la humanidad. Al reflexionar al respecto, el teólogo Leonardo Boff recuerda la relación planteada por el historiador Arnold Toynbee entre desafío y respuesta. En el sentido de que una civilización se mantiene y se renueva en la medida en que consigue equilibrar el potencial de desafíos con el potencial de respuesta. Cuando los desafíos sobrepasan la capacidad de respuesta, la civilización comienza su ocaso y entra en crisis, pudiendo desaparecer.
Boff plantea que hoy se confronta semejante reto. El paradigma civilizatorio occidental, difundido globalmente entra en crisis. Los desafíos globales, en especial los de naturaleza ecológica, energética, alimentaria y poblacional son de tal magnitud que si se pierde la capacidad de dar una respuesta colectiva e incluyente, esta civilización se puede disolver.
Este reto configura la necesidad de una respuesta global, con sentido ético, con la conformación de un sentido de conciencia global en el marco de un cambio de época.
La conformación de una respuesta global que permita a la humanidad superar escenarios catastróficos previsibles como, el de un orden basado en una superpotencia militar constituida por los grandes poderes mundiales, con intereses muy mezquinos frente al reto planteado. O la generación de un superconflicto global generador de caos destructivo, debe nutrirse de la fuerza espiritual amplia, proveniente de esa toma de conciencia planetaria que permita dar paso a paradigmas éticos en las relaciones internacionales. En dirección a elaborar un contrato social global, una democracia con base ética sólida, con la generación de instancias de gobernabilidad mundial, con una gestión colectiva y equitativa de los recursos de la creación, en especial los más escasos. Para inaugurar así una etapa nueva de civilización humana, con menor conflictividad y más cooperación.
En este sentido se pueden observar avances desde los intentos de unificación que se plantean en América Latina y el Caribe. En el marco de la Unión Suramericana de Naciones, de MERCOSUR, de la Alternativa Bolivariana Para los Pueblos de Nuestra América ALBA. O y en intentos como el de Petrocaribe, con diferentes matices, dónde se percibe la superación del exclusivo criterio mercantil y pragmático, para dar lugar a una respuesta más acorde con paradigmas éticos: cooperación, complementaridad, cuidado con los recursos de la creación. E intentando superar tensiones bélicas peligrosísimas como las generadas por las incursiones del ejército colombiano a Ecuador llena de manipulaciones mediáticas tendientes a perturbar estas iniciativas.
Las comunidades cristianas ecuménicas, con visión histórica y trascendente tienen un reto especial que cumplir, en el espíritu de Aparecida 2007, como Misión Continental capaz de superar errores históricos aportando a una respuesta generadora de una civilización solidaria.
Hno. Guido Zuleta / Caracas / República Bolivariana de Venezuela.