El franquismo avanza -- Jaime Richart, Antropólogo y jurista

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

No me extraña…
Con la democracia llegó la ansiada libertad secuestrada du­rante cuarenta años por la dictadura franquista. Pero luego ha re­sultado que a lo largo de estos últimos cuarenta, muy pronto mul­titud de proxenetas empezaron a prostituirla hasta hoy. Proxe­netas surgi­dos en la política, en los medios y en la judica­tura, que forman la co­lumna vertebral de la democracia de clase…

Así, desgraciadamente, es cómo se ha ido llegando poco a poco a un profundo desengaño. Al comprobar que al lado del en­vileci­miento a que esos proxenetas han ido sometiendo a la li­bertad, aque­lla falta de libertades públicas, aquella restricción del sexo, aquella imposibilidad de divorciarse, aquella persecu­ción de la homo­sexualidad, aquella prohibición del juego, aquel protago­nismo del catolicismo ultra, aquellos privilegios de los partidarios del dictador… (todo lo que configuraba las condicio­nes políticas y sociales de la dictadura franquista), no era tan terri­ble, Por lo me­nos no lo fue tanto como para que la sociedad española no em­piece a preferirlo a un modelo político nefasto que se ha mostrado como una farsa democrática, atravesada por una mentirosa separa­ción de poderes, por una plataforma de enri­quecimiento de arribis­tas que han ido a la política a saquear las arcas públicas, por un fu­turo para millones de personas sin apenas esperanza, por una socie­dad pla­gada de familias desampa­radas y otras desestructura­das, etc.

Cuarenta años sin libertad y otros cuarenta de libertad nominal con­trolada en su provecho por unos millares de personas, dan mu­cho de sí para reflexionar y hacer comparaciones. Y en el más ve­nial de los casos, para identificar el síndrome de Esto­colmo en millo­nes de personas: ese trastorno psicólogico que apa­rece en la per­sona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse compren­sivo y benevolente con la conducta de los se­cuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas, ya sea durante el se­cuestro o tras ser liberada… Pues al lado de tanto negativo y repudia­ble de la dictadura, también se recuerda una vida pública sin sobresaltos, seguridad en la calle, expectati­vas de trabajo para todo el mundo, la posibilidad de formar pronto una familia nor­mal, etc.

Algo parecido de lo que sucede en Rusia. Según las encuestas, más del 50% de los rusos lamentan la desintegración del anterior Es­tado. El porcentaje de nostálgicos de la URSS es mayor entre las personas mayores de 55 años y los habitantes de zonas rura­les, es de­cir, las categorías de población con una menor protec­ción so­cial. Pero cada vez se van uniendo más jóvenes a los nostálgicos; jóve­nes que se encuentran en una buena posición social, totalmente integrados en la sociedad moderna y que no vi­vieron en la Unión So­viética. Representan aproximadamente el 50% entre las personas jóvenes encuestadas. Esa nostalgia crece junto con el empobreci­miento. Al hablarse de las simpat­ías hacia la URSS, los encuesta­dos se refieren a las mismas co­sas: protección social, Estado fuerte y justicia; un sueldo pe­queño pero garantizado, un empleo se­guro?? En una época de fe­roz competencia mercantil y laboral, las personas se ven priva­das de estas cosas y miran al pasado.

No. No puede sorprender que en España se reavive como una raíz enterrada la nostalgia de muchos millones de españoles y la espe­ranza de otros tantos millones en una sociedad renaciente. Pues al fin y al cabo, una cosa es la superestructura política de un país que no deja de ser en todo caso convencional, y otra las ventajas que toda dictadura, sea de derechas o sea comunista, con unos trazos bien definidos, dota a sociedades inestables o ab­solutamente deca­dentes, como es o parece la española…

Cuarenta años son muchos como para no haber calado hondo en los espíritus los principios generales del movimiento. Y ese par­tido franquista que avanza a pasos de gigante, a buen seguro los va a ac­tualizar y a capitalizar. Quienes vean esto con temor, ya pue­den ir pensando seriamente en cómo actuar y con qué tiempo se cuenta para impedir el avance inexorable del fran­quismo tardío aban­de­rado por unos iluminados decididos a todo para apropiarse nueva­mente del poder político y repartírselo en­tre unos cuantos. Aunque me temo que ya poco se puede hacer. La suerte está echada. La única baza podría estar en el triunfo de la ideología contra­ria. Pero ya se ha visto y comprobado también cómo la tenaci­dad y las argu­cias rastreras del espíritu franquista, fascista y religioso han afec­tado a las posibilidades de avanzar de la ultraiz­quieda, debilitada por su propia ética, por el miedo a sobrepasarse, por un espíritu auto­crítico exagerado y por la mar­cada propensión de cada mili­tante a erigirse en líder…

uismo avanza##
4 Enero 2019