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Estructuras de Pecado frente a Estructuras de Gracia
Cuando el deseo de lo profundo de nuestro corazón logra manifestarse en bien del otro, superando nuestro propio egoísmo, muchas veces nos encontramos que ese “otro” está inmerso en un mundo sin valores, un mundo en el que ese otro no escucha nuestra voz y solo responde al ruido estridente y cínico de la corrupción.
No falta la experiencia del que ha tocado la puerta de ese “otro mundo” para poner a prueba su deseo ante los que lo habitan, para que le digan como hablan entre ellos y como puede él hablar con ellos.
El que toca la puerta, pensemos, no es un personaje único, sin contradicciones, angustias y sin satisfacciones personales, pero quizás además conserva una característica de dignidad humana que nos impulsa a preguntarnos el por qué somos así y el para qué somos así, y al encontrarse sin esa respuesta de los que habitan “ese mundo” quizás decida cerrar la puerta y retirarse o dejarse vencer por una curiosidad de conocer de cerca ese mundo de la corrupción.
¿Qué hay ahí?, ¿como pueden convivir en equilibrio los sentimientos y actitudes mas perversas de esos seres humanos?.
La curiosidad de nuestro personaje, lo llevará a una enorme sorpresa, se dará cuenta de que se trata de verdaderas estructuras de pecado donde conviven la traición, el robo, el poder por el poder y el cinismo, pero lo mas sorprendente que verá es el equilibrio de un pacto de impunidad de los que ahí conviven, un dejar en un arcón desconocido cualquier sentimiento de culpa o de compromiso de lealtad.
Pero la atracción para entrar ahí puede ser muy grande para nuestro personaje: no habría más problemas económicos, no habría mas compromisos de pareja o matrimonio, no habría mas la pesada carga de un trabajo agotador. ¿Y si me quedo? Se preguntaría, si gano mucho en bienestar, ¡vale la pena! Lo que él no sabe es que la mayor pena será perder cualquier forma de pena, una vez entrando en el mundo de la corrupción.
Pero al final, desde lo más profundo de su ser le surge una pregunta de conciencia: ¿Cómo intentar ser diferente en donde la diferencia es lo que el otro tiene y se lo puedo quitar, en donde en mis relaciones con los otros no importan, ni mis proyectos de trabajo sino la mejor forma de no trabajar? Reacciona exclamando: ¡mis valores, mis angustias, mis sueños de vida y al final, mis preguntas de sentido, son diferentes a ese mundo donde no existen las preguntas ni por lo tanto las respuestas para las que desde nuestro origen estamos preparados los seres humanos!.
Y el que había entrado salió finalmente por la puerta de esa estructura de pecado preguntándose, sin lograr una respuesta, qué hacer o cual podría ser su misión posible.
Y nosotros, frente a esta realidad, nos preguntamos: ¿Que debemos hacer los cristianos que queremos transformar la realidad presente? ¿cómo lograr una hermenéutica de la historia que logre trasladar a nuestros días la experiencia de las primeras comunidades cristianas? Si el Reino ya se encuentra entre nosotros ¿cómo responder aquí y ahora al llamado de Jesús para cumplir su mandamiento del amor?
El que esto escribe quisiera intentar responder a esas preguntas: pero pensemos, primero, en tratar de comprender el drama de la creación hasta donde nos permita el Espíritu; comprender este gran Misterio debiera ser una referencia para actuar en este mundo, y a este respecto, podemos pensar que el mal y el sufrimiento son el precio de nuestra libertad finita, que el don de la libertad es condición indispensable para amar a Dios y a nuestro prójimo, y que al principio y para siempre la razón de Dios es el amor.
Pero, si es así, ¿cual es el camino del actuar? ¿es posible –viable- llevar nuestro mandamiento del amor al interior de tales estructuras de pecado?. Yo creo que sería un camino heroico pero el más difícil para la reconstrucción del amor.
Cuando nuestro crecer personal hacia el otro se convierte en un compromiso social, una reflexión que me parece fundamental ante una sociedad moderna sumida en la desesperanza tanto en el futuro escatológico como en la posibilidad de lograr la justicia y la paz en el aquí y el ahora es tratar, en primer lugar, de convertir el amor en una realidad comunitaria independiente en la que predomine la relación fraternal y solidaria. Una realidad comunitaria que se convierta en verdaderas estructuras de gracia ante las estructuras de pecado que nos oprimen vgr. los sistemas económicos prevalecientes causantes de la miseria, la muerte por hambre y la desaparición y asesinato de miles de millones de seres humanos y las instancias gubernamentales enfermas de la mas alta corrupción y codicia que han llevado a los pobres a perder su dignidad debido a la manipulación de sus necesidades como clientes al servicio de los intereses políticos del poder.
Las estructuras de gracia son nuestra propuesta; tienen que ser capaces, en una primera etapa, de poder existir sin los exiguos privilegios del “desarrollo” neoliberal, incluyendo al empleo y la asistencia social manipulada, a cambio de lograr en cada comunidad formas autónomas de sobrevivencia alimentaria, laboral, y de lugar para vivir que nos permitan convertirnos, sobre una base de roca firme, en una fuerza espiritual capaz de denunciar la injusticia y actuar luchando contra las redes del pecado estructural, las que, por cierto, se encuentran en una etapa final porque sus “ganancias”, en razón de la muerte y el mal que ocasionan les serán cada vez menos suficientes a sus ambiciones. El camino –viable- que propongo es “salirse” de esas estructuras y formar estructuras de gracia como un “Éxodo del Siglo XXI”. No se tratará de huir a través del desierto hacia la tierra prometida sino de salirse en el mismo lugar en que vivimos, de un sistema económico, político y social decadente, para construir en el aquí y el ahora la antesala del Reino siguiendo a Jesús.
Podemos, estar convencidos de que la espiritualidad que tanto necesitamos no debe estar reñida con la necesitad de un cambio a una sociedad justa y pacífica. La “contemplación en la acción” un mensaje central de San Ignacio de Loyola es hoy más que nunca la descripción del actuar de un nuevo ser humano que pretende ser hermano y espejo del Jesús de Nazareth, divino y humano, sin temor a la muerte definitiva pero asumiendo su libertad y voluntad con la máxima responsabilidad en el presente del Reino.
Bibliografía de Referencia:
Estructuras de pecado y pecado social. Eduardo Bonnín Barcelo, Sch.P
Pecado Estructural (p.76).He venido a traer a la tierra el fuego del Amor. P. Manuel Rubin de Celis M.Sp.S.
The Jesuit Guide to almost everything. James Martin s.j.
. Ene12-2015