Proyecto Dos Orillas
El Estrecho se ha convertido en un cementerio: miles de personas fallecen en el intento de llegar a las costas del «paraíso» occidental, buscando oportunidades que no existen allí. Pero eso ya forma parte de paisaje, las pateras no son noticia, el desembarco de inmigrantes agonizantes, con quemaduras y desidratación, y no resulta llamativo. Están ahí, pero ya no los vemos.
A no ser que haya algún matiz nuevo, algo que haga destacar esa patera de las demás. Es el caso de la patera que ha sido rescatada del mar estos días: durante el trayecto murieron 14 personas, que fueron arrojadas al mar. Y eso incluía a nueve niños menores de cuatro años. Viajaban con las madres: imaginen sólo por un momento lo que tiene que ser para una madre arrojar a su pequeño al mar, después de verlo morir entre sus brazos, de insolación o desidratación. Imaginen sólo por un momento la escena: terrible.
Pero el drama no es el de «esta» patera. El drama es el olvido, el ninguneamiento, el abandono de todas esa personas, de sus historias, de sus particulares éxodos. Más aún: de la situación de los países de los que huyen, de la pobreza fruto de un reparto injusto y homicida de los recursos del planeta.
Se nos juzgará por esto, estoy seguro. La historia contará el drama del Estrecho, los cientos de miles de cadáveres que acabaron en el fondo del mar o en el desierto, hablará de millones de muertos, contará la tragedia, y se preguntará cómo es posible que Occidente contemplara impasible todo eso, limitándose a patrullar el mar en busca de supervivientes, mientras ejercía un criminal política de fronteras, mientras dedicaba millones de euros a blindar nuestra sociedad del bienestar
Se nos juzgará por esto: igual que hoy juzgamos a los que permitieron las rutas esclavistas, el genocidio nazi, el ruandes?? Porque la pasividad, la negación de lo evidente, la brutal hipocresía, el intento de eludir nuestra parte de responsabilidad, todo eso puede resultar deleznable.