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Cuando en la reunión preparatoria del encuentro buscábamos un tema para reflexionar, encontramos que el evangelio de ese domingo era el ?del hijo pródigo??. Esa inagotable parábola que ya en la reunión nos hizo reflexionar. Y nos pareció que valdrían la pena que trasladáramos al encuentro las reflexiones que nos suscitó. Y me forzaron a que yo hiciera esa introducción de la reflexión en este domingo, aunque me resistía, consciente de que en este tema quizá lanzaría ideas que quizá no todos compartimos. Aun así me animaron para que lo hiciera, pues al fin y al cabo de lo que todos estamos convencidos es de que estamos en un mismo camino. Que avanzamos con libertad y que es bueno que contrastemos vericuetos que vamos descubriendo y con honradez pisemos donde vemos que podemos hacerlo.
El protagonista indiscutible de esta mal llamada parábola del hijo pródigo es el padre. Un padre desconcertante para ambos hijos, que les sorprende a ambos con su manera de actuar. Cuando Charo haga el comentario de esta parábola -y de las dos que la preceden, incluidas también en la lectura del evangelio de hoy-, seguramente lo explicará más.
Pero yo voy a partir de ese padre desconcertante para transponerlo al Dios desconcertante que Jesús nos presenta con esta y otras parábolas y hasta me atrevería a decir, en todo su evangelio. Un Dios que Jesús va descubriendo, siempre nuevo, que rompe nuestros esquemas. Un Dios Padre solícito pero escondido que a la hora de la verdad ?tangible?? no aparece, pese a lo cual en él sigue confiando.
No cabe duda que Jesús descubrió un Dios Padre, a partir de su tradición religiosa, sí, pero que supuso una innovación tal que le granjeó la muerte por la consecuencias que acarreaba ese concepto de Dios, que chocaban con las que se seguían de la idea que de Dios tenía la sociedad y la religión oficial.
¿Por qué Jesús se empeñó en comunicar esa nueva idea de Dios y a actuar en consecuencia? Se dejó impresionar por la realidad. Se hizo honradamente sensible a lo que se le hacía evidente. Empezando por conmovérsele las entrañas ante el sufrimiento de los pobres de su pueblo.
Y ante toda injusta opresión o imposición o discriminación civil o religiosa. Y captó nítidamente una visión liberadora del Dios Padre, que modeló su vida y actividad.
Y Jesús nos invita a romper los moldes en que encerramos a Dios, previendo que el Espíritu nos impulsará a descubrir cosas nuevas. El lo hizo claramente con lo establecido en su tiempo.
Una función liberadora que la Teología de la Liberación nos ha ido redescubriendo en la Buena Nueva de Jesús y que ha ido profundizando, no sólo en Iberoamérica sino en todo el mundo. Y de manera que, como decía Diamantino, la Teología de la Liberación supone la Liberación de la Teología. Partiendo de la liberación del oprimido ha asumido, extendido, esa liberación evangélica a todos los ámbitos de la vida y ha sido asumida esa visión en todos los Continentes. La teología de la Liberación es ya mucho más que la que empezó en Latino América, aún siguiendo recibiendo su impulso fontal en lo que allí descubrió: la opción (¿desconcertante también?, de Dios..) por los pobres. También, legítimamente ha tenido su mestizaje con las teologías Europeas que por su parte también abrían el campo de la Teología.
En todas esas teologías sectoriales se juega el papel del Dios liberador. De ellas, más o menos directamente, hemos ?bebido?? y por ellas están marcadas nuestras ideas y compromisos, nuestras vidas. Nuestros Encuentros de Zona, Andaluces y las Semanas de Teología nos han supuesto una riqueza y una oferta de oportunidad de descubrimiento dentro de esa corriente, de personas y de ideas, impagables.
Nos ha llegado en estos días un escrito de Antonio Moreno, de Sevilla, transcripción de la charla que dio a los participantes en Pontevedra en las Vacaciones de CCP, en que pretende buscar las causas y fallos de por qué las CCP nos estamos agotando y envejecemos y busca salidas para tener continuidad. A veces también es ésta una ?angustia?? que en alguna ocasión nos ha asaltado, pero que entre nosotros (lo que entendemos CCP Zona de Antequera) no ha tomado mucho cuerpo. Creo ?creemos- que las CCP han sido para nosotros un camino. Un camino apasionante de liberación y de descubrimientos que no acaban (¡aunque también a veces nos cuesta asumirlo!).
Un camino en que hemos de avanzar con honradez -creo que así lo hemos hecho y lo hacemos- en el descubrimiento de ese Dios siempre desconcertantemente nuevo que atisbamos una y otra vez según nuestros avances culturales nos depuran la idea que de él podemos vislumbrar. Un Dios que parece cada vez más escondido pero que, con Jesús, apostamos cercano en lo más íntimo de todo dándole su ser, posibilitándole su propia y autónoma entidad según su capacidad. Un Dios que en su infinita generosidad quiere que vivamos nuestra realidad histórica ?como si Dios no existiese??, pero a la vez, con Jesús, conscientes, o a lo menos vislumbrando o apostando porque esa dignidad fascinante que descubrimos en todo lo creado y en todas las personas (sí, en todas) tiene su fundamento generoso y anónimo sustento en ?l. A quien nos lo figuramos esperando, como el padre de la parábola, con los brazos abiertos, no sabemos cómo, nuestra llegada.
Y, como nos decía Juan Luis Herrero refiriéndose al necesario abandono del Dios mágico, un camino en el que los jóvenes (esos jóvenes que echamos de menos en nuestra añoranza comunitaria??) nos preceden. O que por lo menos es difícil que nos acompañen, diría yo, al no partir, en general, de las posiciones tan cerradas de las que partimos muchos de nosotros y cuyos restos contradictoriamente emergen ?sin darnos cuenta de ello- en nuestras vidas, en nuestras decisiones y maneras de pensar y obrar. ¡Lástima que muchas veces en su rechazo de lo inadmisible, los jóvenes tiran al niño con el agua de la bañera! Tarea nuestra, irrenunciable, es transmitir humildemente a esas generaciones que nos siguen ?y más, como por ósmosis natural en una cercanía que, esa sí, hemos de procurar con empeño- ese elenco de valores que caminando con Jesús hemos hecho nuestros, porque hemos descubierto en nuestro interior sus raíces y nos han hecho felices. Y, por lo demás??, ?Dejad a los muertos que entierren a los muertos????
Bueno, ¡vamos a dejar esa expresión que a muchos nos parecerá cruel, aunque sea de Jesús, referida a las instituciones! ¡Que no están dispuestas a caminar; ni dejan, ni piensan que pueda nadie, ni, menos, deba hacerlo!
Un camino hacia la cima de nuestras Vidas, personales y colectivas de la Humanidad, y hacia la Verdad, en que, conforme subimos y tras mucho caminar ?¿no os acordáis de los caminos de Masiá?- vemos como nos vamos encontrando con otros muchos, de creyentes y no creyentes, que también lo hacen. Como el de Jose Luis San Pedro, que describía así en su ?Credo Personal?? lo vislumbrado:
Creo en la Vida, Madre Omnipotente,
Creadora de los cielos y de la tierra.
Creo en el Hombre, su hijo,
Concebido en creciente evolución,
Progresando a pesar de los Pilatos
Que inventaron sus dogmas reaccionarios
Para aplastar la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
Y el Hombre sigue en marcha hacia el futuro.
Creo en los horizontes del Espíritu
Y en la energía cósmica del mundo,
Creo en la Humanidad siempre adelante,
Creo en la Vida perdurable.
Amén
¡Y que nos quiten lo bailao!, como, decía sobre algo de esto Pope en uno de sus escritos (¿En ??El Jesús de mi fe???)!