El debate del celibato -- María Elena Salinas, periodista

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15 Mayo 2009
Miami? ?No quiero convertirme en el abanderado de la oposición al celibato??, me dijo el padre Alberto Cutié a la semana siguiente de que una revista de chismes publicara fotografías suyas abrazando a una mujer en Miami Beach, causando gran conmoción entre sus seguidores y en la comunidad católica de Estados Unidos y otros países.

Pero en la Iglesia Católica se ha vuelto inevitable la resurgencia del debate que tiene siglos de antigüedad.

El popular sacerdote ha sido criticado por quienes dicen que quiere las dos cosas. En entrevistas televisivas ampliamente vistas, él admitió estar enamorado y dijo haber intentado con todo su corazón ser fiel a sus votos de celibato, pero falló.

Sostuvo que el celibato es algo bueno y que no está a favor de anularlo, pero tal vez, sólo tal vez, deba ser opcional.

Resulta que el padre Alberto no es el único que piensa así.

La idea del ?celibato opcional? de hecho forma parte del movimiento internacional de sacerdotes católicos que creen que un cambio en la postura de la Iglesia resulta no sólo necesario, sino posible.

La Federación Latinoamericana de Sacerdotes Católicos Casados (sí, existe) está preparándose para presentar este año una propuesta al Vaticano.

Según la organización su postura es la misma que la de la Confederación Internacional de Sacerdotes Casados y Esposas, trabajar por el celibato opcional mientras al mismo tiempo creen que los curas célibes enriquecen a la Iglesia.

La Confederación Internacional sostiene que a nivel mundial existen más de 150 mil sacerdotes casados.

La posición que ellos mantienen en realidad no es contradictoria, sino más bien una idea que a lo largo de la historia de la Iglesia Católica ha existido al mayor nivel.

Desde que fue creada la Iglesia, ha habido por lo menos siete papas que se han casado, 11 que ellos mismo fueron hijos de otros papas o religiosos y por lo menos seis que tuvieron hijos ilegítimos.

Para empezar, Jesús eligió a San Pedro, un hombre casado, como el primer papa. Pero durante el Siglo IV empezaron a surgir cambios importantes.

Si bien los hombres casados podían ser sacerdotes, no se les permitía dormir con sus esposas, hasta que se les prohibió casarse y ser ordenados.

Los padres de la Iglesia consideraban el deseo sexual un pecado, lo que lo hacía intrínsecamente maligno.

En el año 401, San Agustín escribió, ?nada es más poderoso para hacer caer el espíritu de un hombre que las caricias de una mujer??.

Casi un siglo más tarde, y durante muchos después, se retomó el matrimonio y hasta el que los sacerdotes tuvieran concubinas.

Pero al incrementarse la riqueza de la Iglesia, empezó a modificarse su opinión sobre el matrimonio entre el clero.

Para el Siglo XI, se prohibió que los descendientes de sacerdotes heredaran propiedades. Se cree que la regla del celibato se volvió oficial durante el Siglo XV y que desde entonces se ha mantenido así.

En el Siglo XX, luego del Segundo Concilio Vaticano, la Iglesia aprobó exentar del celibato a los sacerdotes que decidieran dejar los hábitos y casarse.

Se trata de un procedimiento largo y complicado que quita a los curas el derecho a celebrar misa y otorgar los sacramentos, pero les permite seguir como parte del clero.

Así como la Iglesia Católica cree que el matrimonio es para siempre, un sacerdote sigue siendo sacerdote hasta el día que muera.

El celibato es un asunto muy complicado. Dentro y fuera de la Iglesia hay gente que por propia voluntad hace votos de castidad y vive toda su vida con su decisión.

Pero para la Iglesia Católica, la elección se toma al momento en que un hombre decide ser ordenado y dedicarse a Dios, sin haber marcha atrás.

El padre Alberto dice sentir como si fuera un sacerdote del Siglo XXI atrapado en una institución que se quedó en el Siglo XVIII. ?Debajo de esta sotana traigo pantalones. Sigo siendo un hombre??, dijo.

Ahora está en el proceso de reflexionar, intentando decidir cuál es la mejor manera de servir a Dios siguiendo al mismo tiempo su corazón.

La encuesta que Bendixen y Asociados realizó en el sur de Florida entre 400 católicos muestra apoyo para la postura que él ha asumido.

El 74 por ciento se oponen a la prohibición de la Iglesia a que los sacerdotes se casen, y el 81 por ciento cree que ?el requisito del celibato es anticuado y ya no es viable??.

El padre Alberto no quiere ser el abanderado de la campaña contra el celibato, pero tal vez resulte que eso es su nuevo llamado.