Enviado a la página web de Redes Cristianas
Debido a los profusos casos de corrupción aflorados, el mes de octubre pasará a la historia como uno de los más ignominiosos de nuestra maltrecha democracia. Sin embargo, sorprende que la gente no se haya echado a la calle masivamente para manifestar su hartazgo e indignación. Claro que, no manifestar públicamente los sentimientos de rabia, no significa que seamos indiferentes ante la epidemia de corrupción que nos asuela.
De hecho, con el apenas vociferado enfado ciudadano con los corruptos y con los políticos actuales, podría ocurrir algo parecido a lo que ocurre en términos comerciales con los clientes silenciosos, los más peligrosos, sin duda. Cuando al cliente silencioso le tratan mal o le engañan, no suele quejarse, pero actúa. Es decir, deja de comprar el producto a ese proveedor y se busca otro que le ofrezca más confianza.
Siguiendo con el símil, y a juzgar por las últimas encuestas sobre intención de voto, parece evidente que serán muchos los ciudadanos que cambiarán de proveedor. Serán muchos los que dejarán de comprar los sueños, las esperanzas y las soluciones al bipartidismo apoltronado y sin ideas, para comprárselas a quienes estén decididos a encarar la oligarquía que nos desgobierna, nos avergüenza y nos empobrece.
. Valladolid