EL CATOLICISMO EN RETROCESO. Jaime Richart

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Argenpress

Según las últimas noticias, es el 7% ahora la proporción del alza de las otras religiones (rivales de la católica) en España.
No soy experto en materia de sociología de la religión. En realidad no soy experto en nada. Me paso la vida como aprendiz de todo. Por eso escribo.

No para dar lecciones a nadie, sino para rendirme cuenta a mí mismo de mis impresiones sobre lo que observo y me circunda, y también para ponerlas en orden y al día en mi entendimiento. Descartes escribió el Discurso del Método para ‘poner en orden su razón’. Lo advierte en el prólogo.

Tampoco es que crea que adelantase mucho conociendo los dictámenes de los expertos, pues si bien se mira los expertos se pasan la vida discutiendo asimismo entre sí sobre el objeto de su estudio, y en cuestiones de interés general -sean de carácter científico, histórico, religioso, económico, político, sociológico o humanista- todos sabemos hasta que punto están en desacuerdo y se tiran los trastos a la cabeza. Por eso hace mucho que decidí analizar las cosas por mi cuenta desde los datos fundamentales, limitándome a observar con todo detenimiento tanto los acontecimientos más llamativos como los objetivamente insignificantes pero significativos para mí añadiendo a ello luego mucha reflexión. Pero en todo caso, sin dar mucha importancia a los pronunciamientos de los especialistas. Y menos cuando pertenecen a la curia. Prefiero equivocarme yo solo, a que me equivoquen los demás.

La religión católica en particular y las religiones en general -otra cosa es la religiosidad- me traen sin cuidado como soporte personal del espíritu y mucho más en tanto que institución humana la católica. Hace tiempo que la ignoro. Su influencia en la sociedad es más nefasta que benefactora. Y lo dice una persona que ha sido instruida largamente en ella. Esta percepción me da la impresión de que cada vez es más general y acentuada. Por eso sus administradores -en España sobre todo-, se encargan de recordarnos su existencia promoviendo constante algarabía: una manera como otra cualquiera de atraer la atención, porque sin atizar con fuelle los rescoldos de su reinado absoluto a lo largo de los siglos en este país, se irían apagando poco a poco y sin que apenas nadie se diera cuenta.

Esta larga introducción tiene que ver con la noticia. Veamos.

El caso es que desde hace mucho me pregunto por qué en la práctica de la religión católica son siempre tan escasos los varones en comparación con las mujeres. No hay más que entrar en una iglesia un día festivo para comprobarlo. Y por otro lado, hasta qué punto el conteo que hacen los jerarcas del número de sus creyentes no está basado en la inscripción forzosa ?que en España fue para tres generaciones por lo menos-, sin tener luego en cuenta las patentes deserciones de facto que se producen entre los registrados. Son sin duda muchas más las salidas que las entradas, la resta que la suma… Si no se partiera de presupuestos sociológicos a conveniencia de la Iglesia católica para elucidar el número de seguidores que tiene en España, la cifra de creyentes estaría escandalosamente muy lejos de la ‘oficial’.

En la práctica de las otras religiones por el contrario -sea la protestante, la judía o la musulmana- las diferencias en el mismo aspecto, en éste de la praxis, de la consecuencia, de la sinceridad en la creencia, entre hombres y mujeres, son justamente inversas. No hay más que ver las concentraciones de hombres en La Meca, por ejemplo. Algo que a los católicos debiera avergonzar.

Por otro lado, la pugna que mantiene la curia para captar epígonos o feligreses a toda costa, tiene mucho que ver con el empeño y las maniobras repulsivas de quienes, como los neocons hoy día, dicen llevar la evangelización con apariencia democrática por medio de las bombas, como en otro tiempo la llevaban al Nuevo Mundo y aun al Viejo con picas y arcabuces. Empeño, por otro lado, a mi juicio incluso contraproducente para ella. Pero está claro que el compromiso del grupo, la codicia y la ambición nublan los entendimientos más lúcidos.

En esta disparidad entre la praxis del musulmán y la del católico radica buena parte del encono del catolicismo -no tanto del cristianismo- hacia el Islam. Sin embargo, en esa competitividad parece ser también que en muchos países prospera el islamismo en la medida que rerocede el catolicismo. Y en España, a medio plazo, el catolicismo tiene todas las de perder. Lo malo es que los efectos de esa rivalidad llega hasta los últimos poros de la sociedad y de la política, haciendo estragos en ambas. Hasta el propio pensar recto individual y colectivo se resiente…

Siendo el 7% ahora la proporción del alza de las otras religiones y tan vertiginosos hoy los procesos en todo y más aún en la sociedad española, estemos seguros de que la suma del auge de las emergentes religiones en estos territorios y el retroceso de la devoción por la religión católica, determinará en poco tiempo una crisis del catolicismo que sólo su Dios sabe cómo acabará…