Enviado a la página web de Redes Cristianas
Es habitual que las personas se instruyan para mejorar su autoestima, para ser más autónomas, más libres, más capaces o más inteligentes. Pero lo que no sabía era que también hubiera personas que se preparan para parecer más ingenuas, confiadas, bobas, cándidas o crédulas.
A este último grupo de personas parece pertenecer la Infanta Cristina, a tenor de las declaraciones que ha hecho ante el juez Castro como imputada en el caso Nóos. Contratar a los mejores abogados del Reino para que te enseñen a sonreír ante las cámaras y a que interpretes el papel de tonta del bote, no deja de tener su gracia.
Tanta gracia han tenido las declaraciones de la Infanta que más de uno nos hemos partido de risa al saber que de las más de 400 preguntas que el juez Castro y el resto de los letrados le formularon a doña Cristina, la mayor parte de las respuestas fueron más bien propias de un enfermo de Alzheimer: “Confiaba mucho en mi marido”. “No sé, no conozco, no me consta, no recuerdo”.
Menos mal que todos sabemos que no es lo mismo ser tonto que hacérselo; que no es lo mismo ser inocente que parecerlo o que no es lo mismo que los ciudadanos parezcamos ciegos y, sin embargo, lo veamos todo meridianamente claro. Y a verlo claro nos han ayudado, pretendiendo lo contrario, los prestigiosos abogados contratados para el caso que “Nóos” ocupa. El papelón de tonta que le han hecho representar a doña Cristina es tan excesivo que deja sin credibilidad al personaje.
. Valladolid